En el calendario romano, los días de los meses se referían a tres fechas asociadas a la luna. Cada mes se iniciaba con las kalendas (cuando la luna empezaba a crecer después de la luna nueva), para llegar primero a las nonas (cuarto creciente) y después a los idus (luna llena). Los idus de marzo eran días especiales de celebración, por la llegada de la primavera. Los caprichos de la Historia han hecho que los Idus de Marzo se asocien al asesinato de Julio César. Y uno de los motivos de esta fama es que un profeta le había advertido a César de graves peligros en los Idus de Marzo. Lo cuenta Plutarco con detalle:
Lo que es más extraordinario aún es que un vidente le había advertido del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba al Senado, Julio César encontró al vidente y riendo le dijo: «Los idus de marzo ya han llegado»; a lo que el vidente contestó compasivamente: “Sí, pero aún no han acabado”.
La muerte de César marcó un punto de inflexión en la historia de Europa, Roma dejó de ser una República para convertirse en Imperio...
Veinte siglos más tarde, este mes de marzo, Europa sigue arrastrada por vientos mal olientes. Hemos tenido en los últimos años tantas predicciones agoreras que, como César, hemos optado por no escucharlas. Olas de cambio (globalización, demografía y tecnología) que barrerán el mundo en las próximas décadas, y de las que Europa solo puede salir de dos formas: viva o muerta. Da también algunas ideas de cómo hacer para salir vivos (nunca ha oído hablar de: invertir en infraestructuras de conocimiento conectadas a la industria).
Los políticos en Europa, como Julio César, camino del Senado oyen estas profecías, sonríen mirando a los videntes y les dicen: “Las olas de la globalización, la demografía y la tecnología ya han llegado.” Y los videntes bajan la cabeza y suspiran pensando “Sí, pero aún no han acabado….”
William Shakespeare haría famosa la frase nunca pronunciada, “¡Cuídate de los idus de marzo!” (Beware of the ides of March), en su obra de teatro Julio César, año 1599. Se recrea de forma mitificada la conspiración que acabó con el asesinato del emperador más carismático y conocido que tuvo el Imperio Romano.
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