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La eterna juventud. David Gómez Rollán estrena un retrato generacional con ecos de pandemia
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El cineasta salmantino estrena hoy lunes 15 de febrero su último y muy personal documental

La eterna juventud. David Gómez Rollán estrena un retrato generacional con ecos de pandemia

Actualizado 14/02/2022 10:05
Charo Alonso

Fotógrafo, cineasta, especialista en temas de Extremo Oriente, documentalista centrado en lo social y antropológico

David Gómez Rollán regresa al largometraje tras sus premiadas “Generación Mei Ming” y “Chamán”, títulos en los que su mirada, reflexiva y serena observa la realidad, la más cercana y la más lejana, para acercarla a un público que espera ansiosamente su retrato de una generación en crisis que se enfrenta, como el resto del mundo, a una pandemia global que lleva a la protagonista al mismo foco de su inicio. Salamanca y China unidas no solo por la elección consciente de este experto en culturas orientales, sino por el amor a quien ha sido la productora de su trabajo y ahora, la protagonista de una película que es no solo reflexión crítica de esta sociedad nuestra de la Salamanca provinciana… sino la de un mundo interrelacionado que se enfrenta con la misma desnudez al caos de una pandemia.

Charo Alonso: David ¿Tu primera intención al hacer la película era reflexionar sobre unos personajes –por ejemplo, Celia Corral, a quien tanto quiero- que buscan su lugar en el mundo?

David Gómez Rollán: Creo que el punto fundamental de la película es reflexionar sobre todo aquello que nos impulsa a crear, sobre como acabamos transformando todo lo que vivimos en poesía, novela, música, una película… Para ello tiré de la gente cercana porque la idea era reflejar la vida y las circunstancias vitales y laborales de la Generación que llaman “Los mileniams”, los que nacimos en los 80 y pico y hemos salido de la universidad precisamente en un momento de crisis donde es muy difícil salir adelante y donde todo ha cambiado. Yo quería ir por ahí, pero luego ese diálogo intergeneracional también se impone para entender la realidad.

Ch.A.: Y terminas la película narrando vuestra visita a China y el tiempo que vivisteis retenidos por la pandemia…

D.G.R.: Cuando fuimos a China el trabajo de la película ya estaba iniciado, y una vez allí, retenidos, iba grabando cosas de la vida cotidiana que no sabía si incluir en la película. Al final todo encaja en cierta medida, porque en ambas partes hablo precisamente de la vida, la vida cotidiana, y esa era una circunstancia de la vida.

Ch.A.: Fuisteis a China a presentar a los padres de tu pareja a vuestra hija y la pandemia os obligó a quedaros ahí confinados, eso lo muestras en la película ¿Cómo lo vive ella, la protagonista, Xiankun Liu?

D.G.R.: Ella ha hecho algo que nunca pensó hacer, aceptó generosamente ponerse delante de la cámara, algo impensable… y lo hizo ilusionada, le gusta la película. El rodaje coincidió con el embarazo y tuvo que hacer un gran esfuerzo, y en China, con todo lo que pasó fue complicado aunque estaba convencida de que había que contarlo. Ella siempre ha estado detrás de la cámara y ahora se ha puesto delante y es la mayor fan de la película.

Ch.A.: Te has ganado ser uno de nuestros mejores documentalistas ¿Y la ficción?

D.G.R.: Yo tengo una mirada documentalista, sí, pero me volvería loco por hacer ficción, pero si un documental lleva un gran esfuerzo y necesita mucho piensa en lo que requiere una gran financiación. Por eso en este trabajo quería jugar un poco al despiste, que los espectadores se planteen si la película es un documental, un trabajo periodístico, una ficción… porque hay varios registros y ha querido jugar… los que hacemos este cine ya no independiente, sino en los márgenes, en las fronteras, nos podemos permitir dar más vueltas, jugar con la duda…

Ch.A.: Dices que es una película cercana a las cartas a Berta ¿Por qué? ¿Por la mirada sobre Salamanca o por la herencia siempre de Patino?

D.G.R.: Todo salvando las distancias porque “Nueve Cartas a Berta” es mi película favorita, me la sé entera, los diálogos, las escenas, los movimientos de cámara… Creo que comparto, con todas las distancias, el espíritu de esta película, cómo mira su protagonista el entorno, esta ciudad que yo he querido mostrar con varias pinceladas y una mirada similar. Todos, Chema de la Peña, Gabriel y yo, todos somos herederos de Martín Patino.

Ch.A.: ¿Cómo fue trabajar con Amenábar en la película sobre Unamuno?

D.G.R.: Fue muy bien, acostumbrado a un cine más pequeño con Gabi, con Chema… trabajar en una superproducción, ver cómo se organiza el caos que es un rodaje fue muy intenso. Estuve en dirección de arte embarrando calles, decorando interiores, poniendo jardines en la Plaza Mayor… fue muy interesante aunque a mí me gusta trabajar en una escala más pequeñita, a estos niveles no se puede improvisar, está todo muy, muy medido.

Ch.A.: Definitivamente, te gusta trabajar más libremente y en un cine diferente.

D.G.R.: “La eterna juventud” es una película muy personal, tiene mucho espacio para ser escuchada, para ser oída, para reflexionar en aquello que se dice y además de atender al discurso, reflexionar sobre las imágenes que tienen mucha fuerza y mucho que decir. Ese es el cine que me gusta, el que refleja la realidad.

Una realidad que recorre el mundo, el mundo provinciano de un documentalista de mirada sosegada, calles vacías, voces que se superponen, un mundo cada día más pequeño y más expuesto. Y la vida, siempre la vida, y la cámara, siempre la cámara.