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El PP ya no da vergüenza, da miedo
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Profesor de Derecho Penal de la Usal

El PP ya no da vergüenza, da miedo

Actualizado 05/02/2022 09:41
Julio Fernández

Una vez más, y ya van “tropocientas” en la presente legislatura, el PP ha protagonizado un lamentable espectáculo en el Congreso de los Diputados tras la convalidación del Decreto Ley de la Reforma Laboral, en cuya votación los diputados de UPN rompieron la disciplina de voto al posicionarse en contra, a pesar de que su partido anunció que votarían a favor y del error cometido en la votación telemática por el diputado del PP Alberto Casero que, pensando votar en contra de la convalidación del Decreto Ley le dio a la tecla equivocada, algo que, por otra parte, ya ha ocurrido en más ocasiones y siempre se han contabilizado esos votos conforme a su certificado, aunque se haya equivocado el diputado. Según manifiestan algunos parlamentarios, los diputados de UPN estuvieron toda la jornada de este jueves entrevistándose por los pasillos con los máximos dirigentes del PP, que son expertos en realizar maniobras de dudosa trasparencia, como ya hicieron con los diputados de Ciudadanos en la moción de censura al presidente de la Región de Murcia. Ya se sabe que lo que no ganan en las urnas quieren conseguirlo en los despachos con sospechosas operaciones opacas. El propio presidente de UPN, Esparza, ha manifestado en una entrevista de radio que había otras formaciones políticas que sabían que sus diputados iban a desobedecer. Nadie dice que los diputados sean brazos de madera movidos por las formaciones políticas, por supuesto, pero lo que sí se les debe exigir es lealtad democrática y si decidieron cambiar su voto, al menos, que lo hubieran comunicado públicamente en el propio Congreso de los Diputados para que las distintas formaciones políticas siguieran negociando sus pretensiones con el resto de grupos de la Cámara. Pero a la derecha política de este país no le interesa ni la lealtad democrática, ni el diálogo constructivo, ni la negociación por los intereses generales, ni el consenso. El origen de estas formaciones (PP y Vox) es la ideología del franquismo y difícilmente van a cambiar.

Después de estas rocambolescas maniobras y sabedores de que podría tumbarse la convalidación del Decreto Ley de la Reforma Laboral, el diputado del PP Alberto Casero, emitió telemáticamente y por error, un voto afirmativo cuando lo que pretendía era lo contrario. La regulación del voto telemático en el Congreso está meridianamente claro y lo que no parece ni sensato, ni racional, ni coherente es que el PP monte en cólera acusando a la presidencia de la mesa de vulnerar los derechos constitucionales de un diputado, de prevaricación y de pucherazo. Además, la presunta gastroenteritis que alegó para no moverse de donde se encontraba, en Madrid, y no asistir presencialmente al pleno del jueves -según el PP este diputado estafa presencialmente en Cáceres, otra mentira más- no le impidió -al saber que se había equivocado en la emisión del voto-, salir corriendo, pero no al lugar que todos sabemos, como ocurre a cualquiera que tengamos esta dolencia alegada, sino hacia el Congreso de los Diputados a decir que había un error informático, que quería votar no, pero votó sí. Es como si en un partido de fútbol un defensa le reclama al árbitro: “Oiga, que iba a rechazar el saque de esquina y me equivoqué, el cabezazo entró en nuestra portería y yo lo que quería era despejar la pelota, oiga, quiero que revise el VAR la jugada…”. ¡Patético! ¡Lamentable!. Además, el señor Casero, es de la corriente “pepera” del secretario general de la formación, García Egea y que actualmente está siendo investigado por el Juzgado de Instrucción 2 de Trujillo (Cáceres) por un presunto delito de prevaricación continuada por supuestas contrataciones que hizo siendo alcalde de esta localidad, sin cumplir con los requisitos legales oportunos. Éste sí ha cometido presuntamente un delito de prevaricación y no la presidenta del Congreso, Meritxell Batet. Esta es la cantera de políticos “señoritos” con los que cuenta García Egea y que, ya sabemos, muchos de ellos deben ser unos verdaderos “portentos”, ya que algunos ¿aprueban? La mitad de las asignaturas de una licenciatura como la de Derecho en tan solo 4 meses.

Cuando todo esto estaba ocurriendo y por las redes sociales, mi estimado amigo Jorge, alcalde socialista de Villavieja de Yeltes (Salamanca) –un regidor muy competente y trabajador, éticamente comprometido con los intereses generales, la mejora de calidad de vida de sus vecinos y el progreso de su pueblo y su comarca- comentó lo siguiente en relación al PP: “esta gente ya me está empezando a dar miedo, mucho más que vergüenza”. Estaba escuchando a Cuca Gamarra en una rueda de prensa “explosiva” en la que atacaba a la presidencia de la mesa del Congreso de estar cometiendo una anomalía democrática, la misma que horas antes acusaba a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de instigar a las Inspecciones de Trabajo a inspeccionar a empresas del campo y de que lo que estaba haciendo “desde el punto de vista de la inspección laboral a las explotaciones agrarias roza el delito”. Menos mal que el sentido común y la serenidad de esta gran ministra puso en su sitio a esta parlamentaria engreída y déspota al espetarle que si lo que estaban haciendo los miembros del cuerpo de inspectores de la seguridad social era delictivo es que el PP está fuera del sistema.

Efectivamente, amigo Jorge, los miembros de la derecha política de este país (PP y Vox) se están convirtiendo en personajes políticos muy peligrosos, porque, ya no sólo no desean que las cosas les vayan bien a los ciudadanos, a los trabajadores, a la sanidad y a la educación públicas, es decir, a los intereses generales de la colectividad producto de una gestión seria y adecuada del gobierno actual, sino que lo único que desean es que todo se rompa, que a España y a los españoles les vaya mal con la única finalidad de llegar al poder y mandar –no de gobernar democráticamente como debe ser en un Estado Social y Democrático de Derecho- y seguir con prácticas presuntamente corruptas, de manipular, de engañar, de sembrar dudas, de generar odio y enfrentamiento entre los españoles. Así son y así lo están demostrando.

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