El periodista Carlos Cuervo comenta lo que le ha cambiado la vida al entrenador gaditano entre su primer paso y el segundo en el Salamanca UDS
"Calderón, Calderón, Calderón, te quiero...". Ese era el cántico por excelencia de la afición del Salamanca UDS hacia Antonio durante su primera etapa en el cargo, concretamente en la temporada 2018/2019, aquella en la que logró salvar al equipo en una apasionante última jornada con un 1-2 en Barreiro. Sin embargo, en la 2021/2022, la historia es muy distinta con el nuevo grito de guerra de la hinchada blanquinegra: "Calderón, dimisión".
Si nos fijamos, solo cambia una palabra... pero ¡qué palabra! En lo que sí que ha habido numerosas variaciones es en los dos pasos del gaditano por un club al que quiere y con el que desea triunfar. Así, los problemas siempre han estado a la orden del día en la carretera de Zamora ya sea con la escapadas africanas de Owusu, que se quedase sin delantero hasta que llegó David Torres a final de campeonato, los impagos... y mil historias más.
Pese a todo ello, a Calderón siempre se le vio capacitado para conseguir el objetivo de la salvación, que fue para lo que se le llamó a pesar de que la calidad de esa plantilla era para cotas mucho más altas. Bastante hizo. Ahí, el andaluz se encontró a unos futbolistas que él no había llamado y tuvo que arreglar el desaguisado como buenamente pudo. Y se marchó.
Sin embargo, la película es muy distinta varios años después con su retorno. El exjugador ha tenido tiempo para que sus muchachos se adaptasen a él y ha sido el que ha llevado la voz cantante a la hora de confeccionar el roster. ¿Ha traído a malos jugadores? Sinceramente, lo dudo. Lo que pasa es que ninguno ha dado el nivel que se esperaba de él. Y eso es un percance serio en un grupo bastante flojo de Segunda RFEF.
Ahora, ¿Calderón no tiene la culpa? Claro que sí. Es culpable de la malísima situación del Salamanca UDS en la tabla, igual que unos chicos, jóvenes o no, que solo llevan seis goles en pleno febrero. Y lo mismo pasa con una zona noble que debe contratar a un director deportivo para el futuro, porque no es lógico que el 'míster' sea el que tenga que encargarse de algo que va más allá de dirigir. Puede aconsejar, ayudar y pedir... sin estar a todo lo demás. Ahí sí que debe dar un paso Lovato para que la entidad crezca. Y puede salir mal como con Movilla, ojo, pero yendo a lo práctico todo es más fácil.
Antonio se encuentra en el alambre. Su puesto pende de un hilo y nunca le había visto tan abatido como en la rueda de prensa posterior al 1-1 con el Leganés B. No parecía él. Y en el vestuario hay gente que duda. Es normal. Pasa hasta en las mejores casas. De hecho, llevaría meses fuera en otras campañas si no se hubiese hablado tanto de la famosa estabilidad. Y él lo sabe de sobra. Su crédito se agota (si es que no lo está ya). Se le acaba el tiempo y es una pena ver al Helmántico pedir su marcha... pero el Salamanca UDS se hunde. Y nueve bajas son una barbaridad. Otro año en busca del 'milagro'...