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Las urnas de las promesas... incumplidas
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Las urnas de las promesas... incumplidas

Actualizado 01/02/2022 09:01

Es lo único trasparente la urna, por lo demás el pueblo liso y llano, está harto del postureo, del politiqueo, de figurar, de golpes de pecho y palabras vacias, del prometer la luna y acabar perdiendose en las mismas tonterias insustanciales, sin ser capaces de llegar a la gente que aspira a una sociedad más justa, en la que se respeten los derechos humanos, laborales y el medio ambiente etcétera... hoy la urna esta llena por dentro y por fuera del pueblo desencantado....

Nada menos que 14 listas, con sus candidatos a la cabeza, y siglas de lo más variopintas se anuncian para que el día trece de febrero, en esta comunidad de Castilla y León y, (tras el “divorcio abrupto del PP del Sr. Mañueco y el sr. Igea de CD)”. Desde una lista que rotula –POR UN MUNDO JUSTO- a otra también muy sugestiva. – TU APORTAS O RECORTES CERO-. Todo un mosaico de anagramas, y a su lado la foto de cada uno de los aspirantes, cada cual con su cara y su lado más fotogénico, ya veremos su lado duro, cuando se sienten en las butacas, y asistamos perplejos que nada nuevo es capaz de nacer, y continuaremos con la vieja máxima. – DE ALGO TIENE QUE CAMBIAR PARA QUE TODO SIGA SIENDO IGUAL-.

No hacía falta ser un “Seneca”, para saber que, en algún momento de la legislatura, el Sr Mañueco, se llevaría la “huerto”, a quien le ayudo a subirse a la poltrona, advirtieron a Igea desde varios foros, se plegó al partido, y ahora se lamenta, su primera y sana intención no era esa, por eso duele más el “abrupto divorcio” que presumiblemente lo va a dejar sin nada. Aún puede hacer valer su dignidad y después pasar consulta en su Hospital, que no está mal.

Cuando llegan unas elecciones todo son promesas, que se cumplan o no ya van en la ética personal. Buenos gestos y la bajada del pedestal de nuestros políticos es lo que inunda la campaña. Grandes mítines, pequeños gestos ensalzados al Olimpo de los dioses como un gesto de lo más grande. En fin, no nos podemos sorprender es la tónica de todas las elecciones. El problema es cuando pasan unas elecciones, entonces ya no es que bajen del pedestal, sino que algunos políticos se rebajan al fango y a la miseria política.

La cuestión es que ya no sirve para nada el rédito de antiguas políticas, la vida va cambiando, la coyuntura socio-política ya no es igual que tiempos atrás y muchos políticos faltos de interés social, no se han percatado de eso y lo han pagado. Quizás no sean ellos mismos los culpables en la totalidad, sino que también hay que culpar a esos asesores que a dedo han ido copando puestos bien remunerados y que su capacidad de crítica interna les impide expresar lo que en realidad sucede. Un buen asesor, debe asesorar, informar, siempre buscando el mejor fin de su asesorado, cuando a lo único que se dedica el asesor es a reflejar lo que le dice o menciona el asesorado, ha perdido todo el sentido..

«¿No votas? Pues apechuga con el resultado». Claro que sí, como si la familia desahuciada o que está a punto de serlo, el parado que sobrevive a base de chapuzas y de la caridad, la empleada del hogar que cobra en negro, y cualquiera que viva esclavizado en empleos de mierda tuvieran mucho que perder; no sea que el auge de Vox vaya a acabar con sus «privilegios».

¿Qué aliciente tienen para votar? ¿Qué va a cambiar en sus vidas en función de cómo se configure un parlamento autonómico (o el que sea)? ¿Hay algún partido que vaya a acabar de una vez con los desahucios, a tratar la vivienda como un derecho fundamental y no como objeto de especulación? ¿Alguno que haga pagar al sistema financiero el expolio al que somete a la población y que nos garantice una vida digna? ¿Existe el partido que ponga fin a los privilegios de las multinacionales de la energía y a la explotación laboral?

Ah, sí, ahora me acuerdo de aquellos que prometían «tomar el cielo por asalto», «abrir puertas y ventanas», y «acabar con la casta» …” si…si, tararí que te vi”.

¿A quién votar, pues, y para qué? ¿Al menos malo? ¿Para detener a la ultraderecha, que, por otra parte, siempre ha estado ahí, de azul o naranja? Bueno, eso le puede servir a la conciencia de quienes llegan a fin de mes sin sufrir durante la última semana; a la pretendida clase media; y a quienes, en su ingenuidad, aún creen que desde las instituciones se puede cambiar algo significativo.

¡Quienes no han visto a un político en su barrio más que en campaña electoral!; y, no todos tienen tan siquiera la vergüenza de acercarse para ver cuáles son sus necesidades, algunas denunciadas y demandadas desde hace años, aquellos para quienes su principal preocupación es mantener a sus hijos bajo techo un invierno más, aunque sea sin poder permitirse el lujo de encender una estufa; quienes rezan para que la vieja furgoneta que constituye su medio de supervivencia no se estropee, porque no podrían asumir la reparación; o quienes lo más que pueden decidir es la parte del cuerpo con que ser explotada, porque de algo hay que comer; para esas personas la fiesta de la democracia es una farsa con que llenar páginas de periódicos, horas de tertulias, y mentiras disfrazadas con altavoces potentes desde los pulpitos, cuya consecuencia resultará irrelevante en sus vidas, porque más míseras no pueden ser, y nunca ningún gobierno, de ningún color, ha hecho nada realmente significativo para cortar de raíz las causas que permiten que muchos se arrastren para que unos pocos vivan a lo grande. Es la parodia nacional amigos. La burocracia que nos atenaza, el olvido y la falta de responsabilidad, a la que se suma una ineficaz gestión, que empobrece aún más al ciudadano.

Ahora nos llevamos las manos a la cabeza y nos preguntamos ¿cómo puede ser?, pero es tan fácil como parar un momento y mirar alrededor; cualquiera tiene en su entorno próximo a quien lo está pasando mal de verdad, a menudo sin que nadie le preste atención, y esos partidos, que a bombo y platillo se anuncian, pegan sus símbolos, sus fotos de sonrisas podridas, menos que nadie.

Al pueblo se le convence, primero de todo, devolviéndole la dignidad, no mediante la caridad ni el asistencialismo, sino proporcionándoles, proporcionándonos, las herramientas necesarias para construirnos una existencia que merezca la pena vivir. Yo ya no confío en que las instituciones lo vayan a hacer nunca. La frase les puede parecer lapidaria. Pero no encuentro razón para el optimismo. Me temo que ustedes tampoco -buena nos ha caído tu-

Fermín González salamancartvaldia.es blog taurinerías

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