451 años de vida Carmelitano - Teresiana en Alba de Tormes
P. Miguel Ángel González Prior, OCD de Alba de Tormes y Salamanca
Al cumplirse 451 años de la octava fundación de Santa Teresa en Alba de Tormes, recordamos la historia de la misma, la narración teresiana en el libro de las Fundaciones y ponemos en valor el acta de esta casa del año 1571, que permanece expuesto en la iglesia del sepulcro de Santa Teresa de Jesús en la Villa Ducal.
La historia de la fundación del convento de Alba arranca a finales de 1570 cuando Teresa es expulsada de Medina del Campo por el provincial de la Orden del Carmelo, el Padre Ángel de Salazar y, seguidamente, pasa por el pueblo salmantino de Mancera de Abajo, para invitar personalmente a San Juan de la Cruz a dicha fundación. La fundación de Alba tiene por lo tanto, el privilegio de ser, además de fundación teresiana, también sanjuanista.
En Alba de Tormes realizó Santa Teresa de Jesús en 1571 su octava Fundación del Carmelo Descalzo. La Villa Ducal no era desconocida para Teresa. Su hermana pequeña Juana Sánchez de Cepeda vivía en este municipio salmantino desde 1553. Además es conocida la amistad de la Santa con la Duquesa Doña María Enríquez y Álvarez de Toledo, esposa el Gran Duque de Alba. Tres son, por lo tanto, los motivos de unión de Santa Teresa de Jesús con Alba de Tormes: familia, amistad y fundación.
La Fundación de Alba de Tormes, que la Madre Teresa narra en el capítulo 20 del Libro de las Fundaciones, se debe al contador del duque de Alba, Francisco Velázquez, y su mujer Teresa de Láiz. Santa Teresa narra el complicado proceso de la fundación, debida al mecenazgo de Francisco y su mujer Teresa de Laíz.
El albense Francisco Velázquez, había sido, entre 1541 y 1566 receptor de la Universidad de Salamanca, cargo importante que deja para ser Contador de la Casa Ducal hasta su muerte en 1574. Como mediadores actuarán Juana de Ahumada (hermana de la Santa ) y su marido Juan de Ovalle. El 3 de diciembre de 1570 se otorgan la Escritura de Fundación, que firman Teresa de Jesús, Francisco Velázquez y Teresa Laiz (por la última, que no sabe escribir, firma Juan de Ovalle). En las capitulaciones se establece que los fundadores darán al convento las casas en las que viven, cuando comience las obras otras, y en el trascurso de las mismas irán comprando más casas que agregaran a la parcela conventual.
También ofrecen diversas donaciones y juros, y hacer la capilla e altares della e cuerpo de Yglesia a su costa. El emplazamiento no podía ser más grato y dominaba aquella vista del Tormes que tanto gustó a Santa Teresa: «y tengo una ermita que se ve el río, y también a donde duermo, que estando en la cama puedo gozar de él, que es alta recreación para mí». Santa Teresa se obliga a celebrar los consabidos cultos por los fundadores cuando sean difuntos, a que los fundadores sean los únicos que se entierren en la capilla mayor, y a que sus descendientes sean los patronos del convento. Se limita en aquellos primeros años el número de religiosas hasta 12, más la priora.
Por primera vez, en las capitulaciones se establecen garantías suficientes para asegurar a las religiosas lo más necesario (alimento y vestido), y, especialmente medicinas y todo lo necesario para el cuidado de las monjas enfermas. Teresa estaba firmemente asentada en el suelo y recordaba las penurias de las fundaciones de Malagón y Pastrana, y sabía que Alba era un lugar en el que el monasterio necesitaba fuentes externas de financiación. Tras no pocas negociaciones, el 25 de enero de 1571 se traslada el Sacramento y se puede considerar iniciada definitivamente la vida conventual, en unas reducidas casas y con una capilla provisional.
Santa Teresa lo narra así: «Púsose el Santísimo Sacramento e hízose la fundación día de la conversión de san Pablo, año de 1571» El 30 de Enero de 1572 «ya están derrocadas las casas donde se a de acer la iglesia para el dicho monasterio», según indica Francisco Velázquez. Se cede espacio a la vía pública y en 1572 se contrata la realización de las tapias de la iglesia y una capilla provisional. El 21-7-1583 el Padre Jerónimo Gracián bendijo el templo en el que tres meses atrás se había enterrado Teresa de Laiz que llegó a asistir al entierro de la Santa. Los que decidieron sobre la obra, su forma y alcance, son primero Francisco Velázquez, desde 1571 hasta su muerte en 1574, y luego, su heredera y mujer, Teresa Laíz que morirá a principios de 1583, casi al mismo tiempo que se concluyó el templo. Ambos, y especialmente Francisco Velázquez que inició el convento, serán quienes determinen que artistas se contratan, optando por artífices salmantinos. Los roces entre santa Teresa y Teresa de Laiz a partir de 1774 fueron constantes y un último testimonio de ellos es el documentado propósito de la Santa de arreglar el asunto: «he escrito a Alba que quizá estaré allí este invierno, como podrá ser».
Con Santa Teresa formaron la comunidad inicial del convento Juana del Espíritu Santo (priora), María del Smo. Sacramento (supriora), María de S. Francisco, Guiomar de Jesús y Tomasina Bautista (Perea). Cuando Teresa muere en este convento la comunidad estaba formada por las tres primeras, más Mariana de la
Encarnación (la 1ª Profesa de esta casa), Inés de Jesús, Inés de la Cruz, Catalina de S. Ángelo, Catalina de la Concepción, Constanza de los Ángeles, Teresa de S. Andrés, las novicias Isabel de S. José y Mariana de Jesús (Gaitán), y las legas Catalina Bautista, María de S. Alberto y Ana de S. Jerónimo. También estaban en el convento las compañeras de la Santa en ese último viaje: Ana de San Bartolomé y Teresa de Jesús, su sobrina. Ellas son las primeras de una lista de unas 250 hermanas que durante los 451 años de vida conventual conforme con las enseñanzas de nuestra madre y cuidando con la mayor devoción sus reliquias.
A comienzos del otoño de 1582, estando en Medina del Campo de camino a su convento de San José de Ávila, primero de la Reforma Teresiana, tuvo que variar el camino para acompañar a duquesa de Alba que esperaba que su nuera diese a luz.
Nos cuenta Ana de San Bartolomé, su enfermera y compañera de caminos en los últimos años, que la Santa cuando en la madrugada del 19 de septiembre salió del convento de Medina del Campo, “iba mala del mal de la muerte”.
Al atardecer del 20 de septiembre llega a Alba de Tormes, y como ella dice “no tenía hueso sano”. El 4 de octubre a las nueve de la noche moría en el monasterio de la Anunciación de Nuestra Señora del Carmen, en Alba de Tormes a los 67 años de edad la Madre Teresa de Jesús. Privilegiada es la fundación teresiana de Alba, no solo por ser de Santa Teresa de Jesús y de san Juan de la Cruz, sino también por guardar el sepulcro de la Madre Fundadora.