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Reflexión y criterio
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Reflexión y criterio

Actualizado 19/01/2022 08:06

"El que no se siente de verdad perdido se pierde inexorablemente; es decir, no se encuentra jamás, no topa nunca con la propia realidad" (José Ortega y Gasset)

El escritor José Ángel González Sainz ha provocado, con su libro ‘La vida pequeña” (Editorial Anagrama), ha creado un antídoto contra la prisa la intolerancia y el narcisismo, el mismo nos anuncia que: “En España no estamos creando ciudadanos, estamos creando antagonistas”.

“Para no rendirse al rodillo del relato político parido por consultores y asesores intercambiables, para no morir aplastados por tanta tecnología y tan poca reflexión, para recordar al mundo que cabe frenar y parar inercias antes del sopapo definitivo; también es conveniente para deshacer autoengaños y reflexionar que, por ejemplo: en muchos momentos es necesario pararse en medio del camino, a meditar, a prestar atención. Pensar: en realidad, lo que estoy haciendo como persona, ¿qué sentido tiene, qué valor tiene para mí, para la comunidad?, cuestión que no parece que la gente, en general, se lo pregunte. ¿Por qué habría de hacerlo?

¡Pues, es verdad! Como tantas otras veces, Machado lo dijo perfectamente: “Qué difícil es no bajar cuando todo el mundo baja”. Pero la dificultad tiene su atractivo.

Parar y templar, dicen los taurinos. Como en tantas otras cosas, la tauromaquia ofrece unas perspectivas interesantísimas de pensamiento ético. Parar, templar y mandar. Una lección asombrosa. - Bueno, mandar, mandan muchos-. Parar y templar, menos. Parar nos sitúa ante el problema fundamental, que es la búsqueda de realidad. Hay algo que ya pronosticó muy bien Nietzsche, y es que vivimos solo en una época de interpretación, ¿dónde están los hechos? Y en esta época nuestra, en todos los niveles, tanto en el político, como en el relato que cada uno hace de sí mismo, lo importante es la interpretación, el efecto que causan las cosas que decimos, dando alas al disimulo, al engaño, a la mentira, a la impostura. A nivel político, cuando al gobernante le da igual la realidad y solo atiende al instinto de poder, a la soberbia y a los efectos del relato, estamos ante cosas graves. Al final, quien se lleva el gato al agua es quien controla los efectos de los mensajes, el que se rodea de rasputines que le dicen que lo que importa es solo el relato. Y eso es muy peligroso. Esa ignorancia voluntaria de la realidad es lo que ahora mueve los hilos políticos.

A veces nuestra época nos lleva de hoz y coz hacia una posibilidad, pero se trata de recordar que existe otra. Sobre todo, eso es importante en momentos delicados de civilización, como este llevado por la sospecha de que un palo grave en lo individual y en lo social como era la pandemia lo íbamos a resolver sin la menor crisis espiritual, ni intelectual, ni social. Nos hemos ocultado lo importante. Lo hemos reducido todo a números y a mentiras de números, y nos hemos ocultado la dimensión real de la tragedia. Y todo eso tiene la necesidad de pararse a pensar las cosas, y el valor profundo de algunas frente al valor comercial de otras.

El optimismo y la inteligencia, no sé, si casan muy bien. Nuestra capacidad de lo peor es muy grande. Y de elegir lo peor. Incluso a nivel político, eso lo sabemos por la historia y nos lo demostramos continuamente. Hay mucha gente con lo que yo llamo “acuartelamiento de ideas”. Tienen cuatro ideas y con ellas van embistiendo y ya está. El necio embiste siempre. Uno de nuestros grandes problemas como sociedad, y sobre todo en España, “es que no estamos construyendo ciudadanos, estamos construyendo antagonistas”. Mucha gente, antes de examinar algo, ya ha tomado una posición. Eso es la estupidez oscura, de la que hablan algunos autores.

Así es. Cuando tú no pones toda la carne en el asador en crear ciudadanía, contrapesos, y controles, sino meros antagonismos, la has cagado. Y entonces se habla de cainismo. ¡Cómo no va a haber cainismo si la culpa la tiene siempre el otro! Pero lo más fácil es adoctrinar. A un ciudadano no le engañas, a un adoctrinado sí. A un adoctrinado le dices “embiste” y embiste, le dices “vota” y vota. Pero un ciudadano es distinto, un ciudadano de pronto igual deja de votar porque está hasta las narices.

Hablando de cainismo… Hay gente que entra en un sitio y viene a decir: “No sé de qué habláis, pero me opongo” …

Sí, el carácter refunfuñón…, por ejemplo, el refunfuñar continuo del adolescente. A veces se dice que esta es una sociedad infantil…, ¡ojalá fuera infantil!, pero es adolescente, que es peor. Hemos olvidado algo importante: Todo se va a poder programar para que lo haga una máquina, incluso teniendo en cuenta factores de emotividad, no solo de racionalidad y de lógica. Esto te pone en guardia. Así que la palabra clave es esa, “relación”. Y, por cierto, cuando nuestra sociedad pierde el culo por la palabra “identidad”, que se relaciona con ideología y con idolatría, se equivoca de medio a medio. La palabra fuerte es “relación”. Incluso relación con uno mismo”. Si: algo de lo que debemos reflexionar apuradamente con buen criterio -digo.

Fermín González salamancartvaldia.es blog taurinerias

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