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Indecencia
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Indecencia

Actualizado 14/01/2022 09:37
Manuel Rodríguez Fraile

El torneo de la Supercopa de España se juega en Arabia Saudí. Puedo entender el deseo del régimen saudí de agradar a una muy exclusiva parte de su pueblo (no me atrevo a calificarlos de ciudadanos) y hacer propaganda de lo bien que allí viven algunos, entre ellos nuestro rey emérito, pero la actuación de los demás actores en este circo me cuesta comprenderla.

La Federación Española de Fútbol dice participar para cambiar allí las cosas, ¿será porque no ven bien cómo van? Pero cambiar qué ¿la permanente violación de los derechos humanos y sobre todo de la dignidad de la mujer? ¿la situación de casi esclavitud que sufren los trabajadores pakistaníes e indios que construyen sus delirantes mansiones y edificios, para el disfrute de sus reducidas élites? o ¿será sólo a cambio de eso que a los dirigente saudíes le sobra a espuertas?. Dinero.

Desde luego por los aficionados de los equipos que disputan el torneo no es, seguro que les gustaría, y les resultaría mucho más económico, verlo en su tierra. Tampoco parecen tener mucho que decir los propios clubes sobre esto, aunque siempre se les llena la boca hablando de lo importante que son los aficionados.

¿Y los jugadores? Pues a obedecer y a callar. Bueno, si acaso participar de vez en cuando en campañas con ONG que precisamente trabajan para cambiar situaciones como las que se dan día tras día en el país anfitrión de este evento.

Y yo me pregunto. Si es cierto que quieren cambiar la situación de la gente en Arabia Saudí ¿no hubiera tenido mucha más repercusión internacional de denuncia el haberse negado a jugar allí el torneo? Si afirman, tanto la Federación, como los Clubes, como los jugadores, como los que han visto los partidos en los medios de comunicación que han sido muchos millones; que el deporte transmite valores ¿qué valores son estos? ¿qué el dinero está por encima de la dignidad de las personas? ¿qué a una régimen ‘talibán’ pero con una potente economía basada en el petróleo, le es lícito hacer lo que se le antoje, comprar cualquier capricho para satisfacer los deseos de sus exclusivas y selectas élites? ¡Hombre, ya está bien. Que dejen ya de hablar de valores, de juego limpio y utilizar toda ese palabrería barata!

He buscado una definición para esta situación en el rico vocabulario de la real Academia de la Lengua Española y la que me parece más apropiada es INDECENCIA, que como todos saben es lo que opone a la ‘decencia’, entendida esta como: Dignidad en los actos y en las palabras, conforme al estado o calidad de las personas. Está claro de la calidad de todos estos actores deja mucho que desear.

El fútbol ya no tiene casi ningún papel en la transmisión de valores cívicos, es un espectáculo, un negocio, que como cualquier otro en una economía capitalista como la nuestra tiene como único objetivo obtener beneficios a costa de lo que sea. Creo que a todos les es aplicable, parafraseando al gran Groucho Marx, eso de: Yo tengo mis valores, pero si no le sirven, tengo otros.

Bueno pues cada uno tendrá su opinión, y según esta actuará. Yo como modesto acto de repulsa no he visto los partidos, como tampoco veré, por idénticas razones, los del Mundial de Qatar, que por cierto y por primera vez en la historia, se celebran en invierno y no en verano, dicen que por el calor ¡el poderoso Don Dinero vuelve a imponerse frente a esos valores que todos dicen compartir!

Tampoco veré ya más los particos de tenis en los que participe Novak Djokovic, como desde hace años no veo las películas en las que participa Arnold Schwarzenegge, al que como Gobernador del Estado de California entre 2003 y 2011 se le bautizó "Governator", cuando tuve noticia de que firmaba penas de muerte y negaba clemencia a condenados.

Son opciones personales, claro está, pero como Voltaire estoy convencido de que: Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero. También me gusta la reflexión de Gabriela Mistral, poetisa, profesora chilena y Premio Nobel de Literatura en 1945: Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta las piedras del camino. Y es que todos tenemos una responsabilidad personal.

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