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Por las víctimas del incendio de Pedrógão Grande. Un paseo por Adeias do Xisto
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Por las víctimas del incendio de Pedrógão Grande. Un paseo por Adeias do Xisto

Actualizado 23/08/2017
Raquel Martín-Garay

La periodista Raquel Martín-Garay inaugura una sección en SALAMANCArtv AL DÍA dedicada al país vecino, en la que se abordarán interesantes reportajes sobre la economía, la sociedad o la cultura lusas

En el centro geodésico del Portugal continental, en su corazón mismo, existe un conjunto de pequeñas aldeas encantadas, con gentes que poseen la determinación y la fuerza de la tierra. Este es un territorio donde, por las propias características de la Naturaleza que lo abraza, la vida nunca fue fácil. Una tierra con un mar de montañas y con montañas de agua; sierras atlánticas de cumbres redondeadas y ríos montañosos que nutren la red hidrográfica portuguesa con cinco embalses que acumulan más de dos billones de metros cúbicos de agua dulce. Un bosque autóctono exuberante. Una arquitectura peculiar. Una cultura ancestral. En definitiva, ¡un vergel!

Su mayor ventaja, su mayor inconveniente: el aislamiento. Durante años estas tierras estuvieron olvidadas debido a su orografía, que hacía que llegar hasta aquí no fuera fácil. A alguna de las aldeas más recónditas del territorio sólo llegó la carretera en los años setenta, hasta entonces apenas un camino de tierra batida las comunicaba con el mundo. De manera sabia, estos últimos años han tornado esa desventaja, virtud. Curiosamente, se encuentran a tiro de piedra de ejes de comunicación principales del centro de Portugal como son Coimbra o Castelo Branco. De hecho, las puertas por las que introducirnos en este territorio mágico pueden ser muchas: desde el noroeste por Coimbra, desde el este por Covilhã o Fundão, desde el sureste por Castelo Branco o desde el sur por Abrantes o Entroncamento, por mencionar sólo algunas de las principales. Básicamente, a partir de la A1 para acceder por el oeste y de la A23 para acceder por el este y sureste. Hoy en día, las carreteras que recorren las denominadas Aldeias do Xisto continúan siendo sinuosas, pero no porque estén en mal estado, sino porque estamos atravesando un paisaje ondulante de bosques y montañas. Son verdaderas carreteras panorámicas.

Y ahí radica su encanto, estando tan cerca nos parece estar tan lejos.

Alguno de los pueblos que conforman esta red llamada Aldeias do Xisto están en la zona en la que el sábado 17 de junio se produjo la mayor catástrofe por fuego de la Historia de Portugal. Un tétrico fin de tarde que acabó de forma particularmente dramática con la vida de sesenta y cuatro personas.

No los olvidamos. Nos duele el corazón de Portugal.

Pero la vida sigue, eso es una evidencia incontestable. La vida no para nunca, al igual que la Naturaleza, que ya estaba aquí cuando llegamos y seguirá mucho después de habernos ido. Por eso, porque la Naturaleza aquí lo es todo, porque lo abraza todo, incluso cuando el cielo llueve fuego, les propongo un viaje en el que rendirnos a su majestuosidad. Vamos a homenajearla callejeando por las Aldeias do Xisto, a recorrer caminos entre bosques de cuentos de hadas y a bañarnos en ríos de aguas congeladas mientras canta la oropéndola al fondo. Rindámonos a la Naturaleza. Rindámonos a la vida.

¿Por qué xisto? ¿Por qué Aldeias do Xisto? Por las víctimas del incendio de Pedrógão Grande. Un paseo por Adeias do Xisto   | Imagen 1

Diversas variedades de pizarra (xisto, en portugués) dominan geológicamente este territorio, que también es granítico en algunas zonas y cuarcítico. Todo ello fue aprovechado históricamente para la construcción de la vivienda, de forma que hasta nuestros días se ha conservado la utilización de estos materiales y predominan en la arquitectura de estos pueblos la pizarra, la piedra de río, el granito y el cuarzo. Esta característica es actualmente una de sus mayores señas de identidad.

La Red de las Aldeas de Xisto es un proyecto de desarrollo sostenible en el interior de esta región centro de Portugal gestionado por ADXTUR, Agencia para el Desarrollo Turístico de las Aldeas de Xisto, en colaboración con municipios y más de cien emprendedores privados de la zona. Actualmente, esta red está formada por 27 aldeas. Sin embargo, no todas las localidades existentes en esta zona pertenecen a la red, pues hay que cumplir unas condiciones, pero todas merecen nuestra curiosidad y descubrimiento.

Estos pequeños pueblos, de entre menos de 10 y poco más de 100 habitantes, añaden al potencial turístico de su arquitectura, las magníficas características ambientales, la gastronomía y las tradiciones, entre otros elementos culturales diferenciadores representados en productos y servicios de excelencia.

Este proyecto surgió en el año 2000, en esta que es una de las regiones más aisladas y despobladas de Europa, donde sólo resistían unos cuantos, esos que fueron precisos para, junto con los soñadores que llegaron aquí, construir entre todos, la marca Aldeias do Xisto.

Con este proyecto lo que se pretende es preservar el paisaje natural y cultural, revalorizar el patrimonio arquitectónico y dinamizar el tejido socioeconómico a través de la conservación y renovación de las artes y oficios así como de la promoción de un turismo altamente responsable, comprometido y sostenible.

En estos diecisiete años se ha transformado este territorio, -sin mudar ni un ápice su esencia-, en un destino turístico premiado nacional e internacionalmente, enfocado, no al turismo de masas, sino a los sectores más evolucionados del turismo cultural y de naturaleza. Un turismo de impacto positivo en el territorio, que lo convierte en una tierra de oportunidades para descubrir, experimentar e invertir.

Aquí se trabaja con una estrategia destinada a valorar los recursos locales, poniendo el foco de atención en buscadores y viajeros exigentes, tanto en materia turística como desde el punto de vista de la responsabilidad social.

Encontramos aquí alojamientos turísticos (hoteles rurales y casas de turismo rural) de gran calidad, severos por fuera, por la sobriedad que impone la piedra, pero absolutamente confortables y acogedores por dentro. Podríamos denominar a la mayoría de ellos como de lujo rural.

Para los que prefieren el camping, en esta zona hay más de diez. Por las víctimas del incendio de Pedrógão Grande. Un paseo por Adeias do Xisto   | Imagen 2Por las víctimas del incendio de Pedrógão Grande. Un paseo por Adeias do Xisto   | Imagen 3Por las víctimas del incendio de Pedrógão Grande. Un paseo por Adeias do Xisto   | Imagen 4

Aquí el lujo también consiste en poder acompañar al pastor que lleva las cabras u ovejas al monte o acompañarle a traerlas de nuevo al establo. Ordeñarlas, aprender a hacer queso con nuestras propias manos, amasar el pan y cocerlo, coger la calabaza del huerto, dar un paseo en burro o apadrinar un alcornoque. El confort de los alojamientos turísticos no nos priva de ese conocimiento y contacto con la gente que aquí sigue viviendo. Este es el Portugal rural real.

Eso son las Aldeias do Xisto, el primor de la sencillez, la simplicidad del refinamiento.

Entre las cumbres norteñas de la Sierra de Lousã (1.204 m) y Açor (1.418 m) y las sureñas de la Sierra de Alvelos (1.084 m), de la Gardunha (1.227 m) y del Muradal (915 m) fluye el río Zêzere, el más caudaloso de la zona.

Realizar la Gran Ruta del Río Zêzere es una opción fantástica para descubrir este paisaje, especialmente si nos gustan los deportes acuáticos. El Zêzere nace en la Sierra de la Estrella, en el lugar de Covão d´Ametade y desemboca en Constância, donde vierte sus aguas al río Tajo, que viene de España y sigue su curso hacia Lisboa.

Esta ruta comprende los 370 kilómetros que tiene el río en su totalidad. Sus numerosos meandros son punto destacado para el viajero, debido a su belleza paisajística. Hacia la mitad de su recorrido es donde más meandros encontramos, allí el río parece estrangularse una y otra vez, antes de comenzar la parte de los embalses.

En la zona de los Meandros del Zêzere es donde encontramos el Geoparque protegido por la UNESCO. Zona con muchísimo encanto paisajístico, que transcurre entre la aldea de Álvaro y la de Madeirã.

Ésta Gran Ruta puede dividirse en 9 tramos, atendiendo a cómo va adaptándose el río al paisaje y éste al río. Así, pasamos por zonas de aguas más revoltosas a otras más calmadas y también por magníficos meandros, uno de los atractivos por los que es conocida la navegación en este río.

Esta es una zona muy atractiva para todos aquellos a quienes les guste caminar, pues cuenta con más de 600 kilómetros de senderos señalizados para recorrer, con diferentes grados de dificultad. Igualmente, los amantes de la bici encontrarán varias rutas de BTT, con el apoyo de los diversos centros de BTT que existen a lo largo de los caminos y una red de Bike Friendly Hotels.

El verano es una estación ideal para disfrutar de las playas fluviales de la zona (existen más de cincuenta). Aquí se encuentran las aguas más puras del país. Ríos y arroyos de aguas limpias y frías, en alguno de los cuales podemos descubrir truchas a simple vista. Muchas de ellas son playas totalmente accesibles para personas con movilidad reducida (18), con bandera azul (12) o con la calificación de Calidad Oro de sus aguas (10).

Además, aquí están muy implantados los llamados deportes de aventura, así pues, tendremos la oportunidad de realizar rafting, kitesurf, escalada, kayak, espeleología o paracaidismo.

En las oficinas de turismo que hay a lo largo de todo el territorio, en las tiendas con el distintivo Aldeias do Xisto, así como en los alojamientos o en las estaciones intermodales del río Zêzere nos informarán sobre cualquier cuestión y nos dirán cómo usar las bicicletas o canoas que se encuentran a disposición del visitante.

Asimismo, en la red de tiendas Aldeias do Xisto podremos comprar todo tipo de productos locales, como miel, compotas, licores o plantas aromáticas y medicinales autóctonas, pero también una cuidada artesanía y hasta objetos de diseño.

Aquí se establecieron varias órdenes religiosas, por eso, el patrimonio religioso es otra de las características que puede llamar la atención del visitante.

La gastronomía siempre es uno de los grandes alicientes de un lugar, pues bien, en esta zona los mejores platos son los de toda la vida, sobre ellos se ha trabajado y se han perfeccionado, si es que eso es posible. En los buenos restaurantes con que cuentan muchos pueblos de esta zona se elabora la mejor cocina tradicional de la Beira Baja. Entre las carnes, la de cabra y cabrito sobresalen en la oferta de la carta, y así encontramos el maranho y el bucho, típicos de esta zona, al igual que el cabrito estonado o la chafana de cabrito o cordero. La sopa de peixe o la tiborna de bacalao son también platos deliciosos y como sobremesa, una tigelada beirã, por ejemplo.

No podemos olvidar un producto que nació aquí y aquí sigue fabricándose: el licor Beirão, el "licor de Portugal". Se puede decir que el licor beirão nació en una farmacia y que fue consecuencia de la historia de amor entre un viajante, comercial de vinos de Oporto, y la hija del farmacéutico. A comienzos del s. XIX esta farmacia de Lousã producía, además de medicamentos, licores naturales. Al casarse, el joven matrimonio decidió dedicarse por entero a la fabricación de estos licores y abrieron una fábrica. Durante años continuaron produciendo el licor de la misma forma y la fórmula se convirtió en un secreto bien guardado, que a día de hoy sigue protegiéndose. A partir de 1929 adoptó el nombre de Licor Beirão y, después de muchas vicisitudes de todo tipo, se convirtió en una de las imágenes de marca del país. A pesar de su expansión, continúa produciéndose en la tierra donde nació, y para su elaboración se siguen usando hierbas aromáticas de la Sierra de Lousã. Por las víctimas del incendio de Pedrógão Grande. Un paseo por Adeias do Xisto   | Imagen 5

Por encima de todo, lo que se pretendía cuando se comenzó este proyecto de desarrollo rural era reforzar la autoestima de los habitantes de estas tierras, ese fue el verdadero origen de esta iniciativa y ese es el fin. Y parece haberse conseguido.

Infelizmente, esta tierra de gente luchadora se vio golpeada por la tragedia del fuego del pasado mes de junio. Arrasó la vida de sesenta y cuatro personas y dejó heridas a más de cien. Este es el incendio más trágico que se recuerda en Portugal, una catástrofe de dimensiones apocalípticas. Desgraciadamente, habrá familias que no se repongan nunca de la pérdida.

Se trabaja desde entonces para conseguir recuperar lo que el fuego dañó en las aldeas más afectadas, que fueron las de la parte oeste, en torno a Pedrógrão Grande. Para que puedan volver a su vida los que se dedicaban al ganado y al cultivo de la tierra y para que tengan las menores pérdidas posibles los que vivían del turismo. Estaba todo listo para recibir a los viajeros de esta temporada estival, y se han adaptado las ofertas para que todo se mantenga, aunque sea con alguna modificación. Un ejemplo más de la resiliencia de estas gentes. No dejemos de visitarles, ahora más que nunca nos necesitan.

Lo que aquí se ha conseguido a lo largo de estos últimos años, este proyecto tan ilusionante y sostenible, ha sido posible gracias a la solidaridad entre todos: habitantes, inversores, dinamizadores y simpatizantes; la confianza y colaboración mutua lo hizo posible. En este momento, todo el país está volcado con ellos, pero llama aún más la atención la determinación con que esta gente decide salir adelante, como refleja el Manifiesto que los autogestores de la red emitieron unos días después de la extinción del fuego y que se puede leer en su página web www.aldeiasdoxisto.pt. Admira su fortaleza, que parece venir directamente de la fuerza telúrica de la tierra.

"Desde mi aldea veo cuanto desde la tierra se puede ver del universo?

Por eso mi tierra es tan grande como otra tierra cualquiera,

Porque yo soy del tamaño de lo que veo

Y no del tamaño de mi altura?"

Alberto Caeiro, "El guardador de rebaños"

"?.Estes caminhos são fora do mundo...O viajante resolve parar para saber como é este silêncio, e em verdade o sabe. Sente-o melhor ouvindo o vago rumor da chuva que cai sobre as árvores, vendo pairar nos vales uma neblina quase transparente. Está em paz o viajante."

José Saramago, "Viagem a Portugal"

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