Viernes, 26 de abril de 2024
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Perspectivas inciertas
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por juan andrés molinero merchán

Perspectivas inciertas

Actualizado 05/01/2022 15:07
Redacción

El año nuevo incita, como siempre se hace, al deseo de buenos augurios. La artificiosidad del tránsito navideño está siempre sembrada de buenismo. Es lógico e imprescindible que los seres humanos tengamos una mirada positiva, y hasta edulcorada, para poder afrontar retos, para superar déficits y seguir viviendo. Sin embargo, son solamente deseos, porque la realidad es tozuda y se impone de forma inmisericorde.

Conviene tener los pies en el suelo y conocer las verdades sin engañifas fatuas inconsistentes, pues tal vez sea la mejor medicina para salir adelante. Resulta necesario tener una óptica amplia de 365º para comprender las circunstancias de los estados que nos rodean y las grandes problemáticas de la tierra. Solamente así vislumbraremos las perspectivas venideras; y aun así erraremos bastante por la infinitud de imponderables existentes en nuestras vidas.

La panorámica principal sigue protagonizada por la pandemia del Coronavirus con sus mutaciones (Omicrón), que es el vértice de mayor intranquilidad general por ahora. La descontrolada situación de propagación y la dinámica impositiva de vacunaciones está y seguirá vigente; la mayor parte del mundo está sin vacunar y la exposición y reconversión del virus no pronostica un futuro halagüeño. En tal circunstancia todos los demás vectores quedan supeditados (economía, política, órdenes sociales y culturales). La incertidumbre y el cansancio constituyen el principal caldo de cultivo del próximo año.

En lo más próximo de la política nacional conocemos bien el estado de la cuestión. El Gobierno mantiene el equilibrio precario del balancín perfecto que encuentra en la necesidad virtud, dando a los que necesita parte de lo que quieren, porque si él no son nada y con él lo son todo; conteniendo fácilmente a una oposición precaria que se sustenta en ser todo contra él, y casi nada fuera de la política de choque.

Las principales virtudes de quienes nos gobiernan se sustentan, pues, en las importantes carencias de los demás. En términos internacionales se camina igualmente por la senda de la precariedad, en esa bisagra de inconsistencias de los grandes poderes de la tierra: con Alemania transitando desde el Merkelismo (16 años) que ha condicionado toda una época, por la senda novedosa de la coalición tripartita gubernamental (SPD, Los Verdes y el FDP) que representa la continuidad (alianzas francesa, estadounidense…), estabilidad y el pragmatismo (político y financiero); con una Francia con procesos electorales a la vuelta de la esquina que no es ajena a la conflictividad y problemáticas internas; Estados Unidos con un Biden lejos de las grandes expectativas (devenidas del derrocado Trump) de liderazgo, posicionado en una política (típica y tópica del coloso económico) mesurada sin mayores pretensiones, con resortes abultados de multilateralismo; Rusia, con su potencial internacional y las tensiones en la frontera con Ucrania, que recuerdan situaciones del pasado; asimismo los colosos del pacífico que juegan cartas desde sus preponderantes posiciones económicas.

Los umbrales económicos de la próxima anualidad de 2.022 rubrican asimismo grandes incertidumbres. Los gerifaltes del poder (económico, político, energético…) reiteran prácticamente las mismas consignas, que hablan con palabras hueras altisonantes. En sus letras gordas existe unanimidad vislumbrando los mismos problemas y aparentes soluciones, aunque la realidad se aleja sobremanera de respuestas satisfactorias para los ciudadanos.

Todos avanzan el cambio imprescindible de muchas realidades: reformas estructurales de los sistemas productivos; inminentes innovaciones y recurrente digitalización (redes, ampliación social, innovación técnica…); fehaciente cambio climático y el reto urgente de transición hacia nuevas formas de energías verdes (o mixtas, sin dependencia de los combustibles fósiles), más eficientes e innovadoras (hidrógeno; ¿gases renovables?), buscando la sostenibilidad (descarbonización).

Para todo ello se ensalzan como tabla de salvación de la recuperación los fondos Next Generation (UE), con ingentes expectativas con una aportación abultada del 1, 5 % del PIB; así como los imprescindibles auxilios del acomodaticio BCE. En todo caso, parece evidente que los subsiguientes treinta años son de transformación profunda. Es cierto que la realidad avanza hace hacia esos derroteros, pero no sabemos muy bien los costes que tenemos que pagar los ciudadanos de a pie ni los peajes que requiere esa panorámica tan amplia.

Muy edificante resulta, sin duda, un mundo más ecológico y sostenible, con idílicas formas de vida satisfactorias (un mundo verde), pero que están claramente en contradicción con modelos económicos injustos (que hoy nos definen) que siguen sustentados en el consumismo y el mercado, la globalización más irracional (con medio mundo con hambre), las desigualdades sociales profundas y las grandes diferencias de los poderosos de la tierra. No resulta nada fácil, y crea no poca incertidumbre, creer un mundo de bonanza que soslaye diferencias, desigualdades e injusticias desde los parámetros en los que nos movemos. El auténtico desafío es concebir formas satisfactorias, construir y diseñar salvando esos desaliños de la humanidad. Es necesario apostar por los valores personales y no solamente la tecnología e innovación que precisan los poderes económicos y políticos.

Juan Andrés Molinero Merchán

Doctor por la Universidad de Salamanca