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La Inmaculada Concepción
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La Inmaculada Concepción

Actualizado 08/12/2021
Juan Antonio Mateos Pérez

Proclama mi alma la grandeza del Señor, mi espíritu festeja a Dios, mi salvador, porque se ha fijado en la humildad de su esclava y en adelante me felicitarán todas las generaciones MAGNÍFICAT

Se han dedicado muchas reflexiones sobre María en la historia, aunque sus mejores resultados han sido siempre experiencias espirituales en el corazón de los creyentes y en la propia Iglesia, lo fundamental siempre ha permanecido escondido. Los grandes dogmas sobre María han sido María Madre de Dios y María siempre Virgen, patrimonio común de todas las Iglesias cristianas. La María, Theotókos (la que da luz a Dios), fue promulgado en el tercer Concilio de Éfeso, frente a Nestorio que pretendía la fórmula de la Christotókos, la madre de Cristo. Sin desarrollar el dogma anterior, decir que está ligado al dogma de la virginidad de María, citado en el evangelio de Lucas y Mateo, formando parte de los credos más antiguos de la Iglesia y con un fuerte significado antropológico y cristológico. Garantía de la gratuidad y generosidad de la acción salvífica de Dios en Jesucristo como un nuevo comienzo, por otro la disposición y confianza de María en Dios.

Si estos dogmas no han sido fáciles y han derramado mucha tinta y discusiones, no menos el dogma de la Inmaculada Concepción de María. Aunque la proclamación es de fecha reciente, fue definido por el papa Pío IX en 1854, hunde sus raíces en fechas muy antiguas. Fue una idea originaria de la iglesia griega, a la que debe no poco al protoevangelio apócrifo de Santiago, escrito antes del año 150 d. C. La idea de la Inmaculada Concepción de María debió penetrar en Occidente sobre el siglo XI, cuya fiesta se va a conmemorar en algunas iglesias francesas, abriéndose paso poco a poco en la liturgia, estableciendo el 8 de diciembre como el día de la concepción de Santa Ana.

Lo que había sido una creencia piadosa, entrará en el debate teológico, mucho antes que las disputas en las calles de las ciudades y los pueblos. Será el propio San Bernardo quien no podía aprobar una Inmaculada Concepción, ya que se revela contra la doctrina de la Iglesia sobre el pecado original y la redención de Cristo. Se abrió pronto una fuerte disputa teológica entre maculistas e inmaculistas, dominicos y franciscanos, Tomás de Aquino y Duns Scoto. No se dudaba de la santidad de María. La pregunta es si María como ser creado, contrajo el pecado de origen o no. Para Tomás de Aquino, afirmaba que contrajo el pecado original, pero será receptora de la Gracia y redimida en el momento de su nacimiento. Duns Scoto, afirmará que María será una persona verdaderamente redimida "por exención", de manera excepcional y única desde el momento de su existencia, con lo que no contrajo el pecado original.

A finales del siglo XVI se produce en España una fuerte campaña a favor del misterio Inmaculista, que tendrá su epicentro en Granada, Sevilla y Córdoba, en numerosas ceremonias y procesiones. La monarquía de Felipe II, defensora de la catolicidad, tanto en la política interior como exterior, tenía como estandarte la Eucaristía, pero después de esa fuerte campaña, junto a ésta, colocará la defensa de la Inmaculada Concepción. Esta defensa será la piedra angular de la política exterior de los Austrias en el siglo XVII, que incluirán como uno de sus objetivos primordiales, el dogma de la Inmaculada.

Aquí entrará en escena Don Manuel de Zúñiga Acevedo y Fonseca, VI conde de Monterrey, un inmaculista acérrimo. Nacido en Villalpando, el primer lugar de España que proclamó solemnemente en 1466, la fe en la Concepción Inmaculada de María, comprometiéndose con voto, a defenderlo ante el mundo. Esta defensa, fue poco a poco seguida por otros municipios, ciudades y las universidades. Será enviado como embajador de obediencia ante el Papa Gregorio XV en el año 1621, consiguiendo la promulgación del decreto Santissimus, un importante paso para la proclamación del dogma de la Concepción Inmaculada de María. Fue uno de los mayores éxitos de su carrera política, de ahí la fundación de la iglesia de las Agustinas y el precioso lienzo de la Inmaculada Concepción.

La obra de José Ribera, el Españoleto, es una de las más espléndidas interpretaciones pictóricas sobre la Inmaculada, en la que posó la bellísima hija del propio pintor. Una de sus obras maestras, con una explosión de colorido, abandonando el tenebrismo gracias a la influencia de la pintura italiana. Toma como modelo y referencia las Inmaculadas de G. Reni y Lafranco, pero fundiendo visualmente la Inmaculada con la Asunción, María asciende a los cielos rodeada de un coro de ángeles. Representa esa hora dorada del mundo, según las visiones de Santa Brígida, donde Dios muestra a los ángeles a esa mujer sin pecado, reconociéndola como Reina del cielo.

La joya artística que preside la Iglesia, cumbre de la pintura barroca con su gran colorido y luminosidad, será un testigo privilegiado de la vida conventual de las monjas Agustinas y del reposo para la eternidad de los Condes de Monterrey. Ahora lo es para generaciones de feligreses que han disfrutado y rezado ante el mejor lienzo pictórico de la ciudad de Salamanca. Miguel de Unamuno, feligrés de la Parroquia de la Purísima, comenta en uno de sus artículos ("Ciudad y campo"): hay, aquí en Salamanca, una hermosa Concepción, de Ribera, y tantas veces la he visto, y con tanta calma? que me la sé de memoria y la he sacado casi todo el fruto que pudiera?"

El precioso cuadro de Ribera llegará al siglo XIX en muy mal estado de conservación, a punto de perderse, como recogen los periódicos de la época y que ya comentamos en un artículo anterior y recogido por Margarita Ruiz Maldonado1 en su libro sobre el Padre Cámara. No fue fácil para la Comisión de Monumentos que desde el año 1877, tenían una gran preocupación por el deterioro de la obra y la posibilidad de que no se pudiera conservar. El obispo de la ciudad de Salamanca Don Narciso Martínez Izquierdo, intentó conseguir su restauración, pero chocó con el patronato del Duque de Alba. Las aficiones artísticas de la Duquesa, quería restaurar el cuatro y trasladarlo a Madrid, pero tampoco se querían hacer cargo de su financiación. El obispo, Martínez Izquierdo, con la ayuda del pintor Pedro Madrazo, le recomendará a Francisco García Ibáñez para su restauración. La ayuda obispo será necesaria y crucial cuando es promovido obispo de la Diócesis de Madrid- Alcalá y el Padre Cámara a la de Salamanca.

Nada más llegar a Salamanca, el Padre Cámara, se implica en la restauración de la obra, escribiendo al patronato de Alba y a la Academia de San Fernando, bien para conseguir recursos o dejar vía libre para la rápida intervención en el cuadro. La Academia de San Fernando elegirá a Francisco García Ibáñez. La prensa salmantina seguirá muy de cerca y con preocupación, no solo el deterioro del cuadro, también las gestiones realizadas por las autoridades, tanto del padre Cámara, como de la Comisión de Patrimonio. Comenta el periódico El Progreso "Una buena noticia tenemos que dar a los amantes de lo bello,?, noticia que procede de los autorizados labios del eminente don Pedro Madrazo, no puede ponerse en duda la hora de la restauración de la preciosa obra maestra del ilustre Españoleto ha llegado; y un día á otro comenzará sus trabajos al efecto el distinguido artista Sr García Ibáñez, que con tanto aplauso ha restaurado en Madrid varios cuadros del museo del Prado. Los clamores de la prensa y la Comisión de monumentos han sido escuchados y no tardaremos en contemplar la Concepción del suntuoso templo de las agustinas en el estado que se merece?". (El Progreso, 27 de diciembre de 1885, 3)

El padre Cámara publicará en el Boletín Eclesiástico de 1986, la aprobación de la Academia de San Fernando para la restauración del cuadro de la Inmaculada. El lienzo será descolgado del altar mayor en los primeros días de enero de 1886 y se llevará al claustro de la Clerecía para su restauración, donde el artista establecerá su taller, siendo entonces el seminario de San Carlos: "Descolgado el cuadro de la magnífica Concepción de las Agustinas, se ha procedido inmediatamente a la reparación de tan deteriorado lienzo, y el artista Sr. Ibáñez ya se ocupa de su restauración: dicha operación se está llevando á cabo en un tránsito del Seminario Conciliar de esta ciudad" (El Progreso, 7 de enero, 1886, p.3). También recoge la noticia La Semana Católica de Salamanca: ya se ha descolgado y ha comenzado a forrarse el magnífico lienzo de la Virgen, que debido al pincel de Rivera, constituye una de las joyas religiosas de Salamanca, ... Son bastantes los desperfectos y rotos que se observan, y una vez cubiertos se procederá, en uno de los claustros de la Clerecía, á su restauración por el eminente pintor Sr. Ibáñez. (La Semana Católica, 9 de enero de 1886, p. 15).

El 31 de enero de 1886, el lienzo estaba restaurado y se presentará ante los salmantinos en la iglesia de las Agustinas, así lo comenta el periódico El Fomento: ?Una vez que ocupó el altar mayor el reverendo Prelado de la diócesis revestido de Pontifical, entonó la orquesta la marcha real, y el magnífico cuadro fue descubierto. A seguida se cantó el Magníficat de Doyagüe, terminando tan solemne acto, al que asistieron autoridades y corporaciones, con las frases alusivas que pronunció el sabio Prelado? (El Fomento, 1 de febrero de 1886, p. 3).

El restaurador volverá a Madrid, no cobrando nada por su trabajo, se sentía honrado con poner su pincel sobre la maravillosa obra de Ribera, así como por el trato recibido en Salamanca, aceptó un simple recuerdo de la ciudad sin ningún valor. La Semana Católica de Salamanca recoge el momento, después de entregarle el recuerdo, comenta que con disimulo se entregó un sobre de carta donde se le dijo que iba una estampa y registro de libro. Le recibió?mas sospechando á poco fuera otra cosa, abrió el sobre y preguntó entonces: ya que tanto se molestan ustedes, ¿soy yo el dueño de este billete? -indudablemente.- Muy bien. En este caso dará mil reales al hospital de Macotera, otros mil á la Iglesia del Beato Orozco, otros mil para el templo de la Almudena y los mil restantes al asilo de huérfanos, últimas fundaciones de Madrid. (La Semana Católica de Salamanca, 30 de enero de 1886, p. 13). Esto si que es trabajar para la Virgen, termina comentando el periódico.

Poco más de cien años después, en 1991, La Inmaculada de Ribera saldrá de nuevo de la Iglesia de las Agustinas, junto con otras obras, para ser restaurada en el Museo del Prado, siendo uno de los cuadros más significados en la exposición para celebrar el cuarto centenario del "Españoleto" entre el 2 de julio y el 17 de agosto de 1992. Comentaba El País el 2 de junio de 1992: Una de las obras restauradas ha sido la Inmaculada de las Agustinas de Monterrey, de Salamanca, lienzo que llegó en estado penoso y lleno de agujeros. Nuevamente restaurada, podemos disfrutarla no en un retablo para una iglesia, sino en una Iglesia construida, no solo como panteón de condes y convento, sino para albergar uno de los cuadros más hermosos de la Inmaculada Concepción. María, sigue estando ahí, como signo del proyecto de Dios, dando testimonio que ese plan primero no ha fracasado. María, como signo de fidelidad de Dios y promesa realizada.

Fotografía: Francisco Javier Hernández Ramos

1 RUIZ MALDONADO, M., El padre Cámara, impulsor y mecenas del arte en Salamanca. Salamanca, EDIFISA, 2021, pp. 23 -32. También en RUIZ MALDONADO, M. "La restauración de la Inmaculada de las Agustinas de Monterrey (Salamanca) realizada por Ibáñez y auspiciada por el padre Cámara", Alma ars estudios de arte e historia en homenaje al Dr. Salvador Andrés Ordax, Universidad de Valladolid, 2013, pp. 305 ? 310.

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