Todos, cada día, hacemos historia. Personalmente, con 50 octubres en los bolsillos, tengo mi propia historia, que a retazos cuento de vez en cuando, y que voy descubriendo cada día.
El mundo está escribiendo todos los días su historia, no hay duda, pero quizá vivamos ahora uno de esos embrollos y peligros que nos afectan a todos a nivel mundial. Todo parece estar patas arriba. Con la llegada de la pandemia ha cambiado nuestra forma de trabajar y de relacionarnos hasta con nuestra propia gente. Estamos normalizando nuestra soledad y a la de los demás, no ver gente, ni siquiera caras completas, tocarnos lo imprescindible, vernos lo necesario o que nuestros hijos pasen frío en los colegios. Ahora pagamos y viajamos de otra forma. Pensamos más en la enfermedad y la muerte, pues los datos nos machacan a diario desde hace casi dos años. En este tiempo han cambiado gran parte de nuestras costumbres y nuestros hábitos, ahora el miedo al contagio lo dirige casi todo.
Y qué decimos de nuestra querida España. Nuestro país parece aún más castigado que el resto. Además de la pandemia mundial parecen asolarnos otras desgracias que parecen no tener fin. El panorama político está cada vez más enrarecido. Nuestra gente, generosa y solidaria por naturaleza, está sufriendo toda clase de desgracias e injusticias. Constantemente parece ponerse a prueba nuestra capacidad de aguante. Hay españoles que lo están perdiendo todo, sus casas, negocios y trabajos, hasta sus enseres personales más íntimos como pasa con nuestros palmeros a consecuencia del volcán Cumbre Vieja.
A pesar de todo, me alegra pensar que las tormentas no duran eternamente y que volverá la calma de nuevo, la historia así lo ha contado siempre. Después de las malas épocas vienen otras mejores, más tranquilas. Y en nuestro mundo ya estamos necesitando de nuevo la luz, el contacto físico, nuestro buen humor y las celebraciones que tanto nos caracterizan. La solidaridad sigue intacta, nuestras ganas de fiesta también, somos un país al que nos encanta celebrar en compañía y todo esto será presente de nuevo. Solo esperemos que la historia cambie pronto, muy pronto. Ahora tenemos encima ya las navidades, disfrutemos lo que podamos y cerremos un año con las mismas ganas de siempre, y ojalá cada mañana nos sigamos levantando con la misma pasión para cumplir nuestro sueño.
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