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Sin palabras 
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Sin palabras 

Actualizado 01/11/2021
María Jesús Sánchez Oliva

Son tantas las noticias que nos sorprenden a diario que a veces nos invade la sensación de que ya nada puede asombrarnos. Nos equivocamos. Cualquiera que abriera los periódicos el pasado 24 de octubre se quedó sin palabras. Una jueza de Marbella, informaba el primero que abrí, le retira la custodia del hijo a una madre por vivir en un pueblo de Galicia y se la concede al padre por vivir en la citada localidad malagueña. Y eso que los dos habían solicitado la custodia compartida.

Según la jueza, residir en un pueblo de A Coruña, tiene pocas posibilidades para el adecuado desarrollo de la personalidad de un niño y para que crezca en un ambiente feliz. La custodia compartida solo se les concedería si la madre se trasladara de Galicia a la Costa del Sol.

La sentencia, informa el periódico, define la localidad de Marbella como una "ciudad cosmopolita", con "un buen hospital" y "todo tipo de colegios para poder educar a un niño, públicos o privados". La jueza, sigue informando el periódico, sostiene que vivir en Marbella ofrece posibilidades para el desarrollo del menor, "lo que no sucede con la pequeñísima población en la Galicia profunda a la que se ha trasladado la madre".

Para mí que esta jueza ha viajado muy poco por España. Si lo hubiera hecho sabría que en este pueblo de la mal llamada Galicia profunda no faltan tantos servicios como en no pocos de Castilla y León, Aragón y Castilla la Mancha, por citar algunas comunidades. Pero esto no significa que los niños que viven en ellos sean más desgraciados que los que viven en Marbella y mucho menos que sean inferiores. Tampoco debe ser consciente de que los niños que van a los "buenos colegios de su pueblo", son los hijos de los ricos, porque los hijos de los trabajadores van a los colegios del Estado. Y esto no significa que sean más desgraciados y peor educados. La felicidad de los niños no depende del lugar donde viven, depende de las circunstancias de cada uno, de cada familia. Si esta señora tuviera la sana costumbre de relacionarse con personas de todas las clases sociales, descubriría que los que recuerdan su infancia con cariño son, generalmente, los que la vivieron en los pueblos, no en las ciudades.

Quiero pensar que detrás de esta noticia, bien por ganar lectores, bien por falta de datos, hay algo que oculta el periódico, porque si es así y a los jueces les da por seguir el ejemplo de esta señora, que visto lo visto todo cabe esperar, tener hijos, salvo que se pueda vivir en Marbella, en Ibiza o en cualquiera de las urbanizaciones donde viven los políticos y sus amigos, más que una satisfacción para los padres y un bien para la sociedad, acabará siendo un problema para ellos y un peligro para los demás. Y ya es lo que nos faltaba para quedarnos sin palabras cuando nos demos cuenta de la clase de país que estamos construyendo.

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