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Temprano levantó la muerte el vuelo..., y levanta
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Temprano levantó la muerte el vuelo..., y levanta

Actualizado 30/10/2021
Tomás González Blázquez

Temprano levantó la muerte el vuelo..., y levanta | Imagen 1

Muchos de los que hoy son abuelos en España, nacidos lustro arriba, lustro abajo, en torno a 1950, cuando daba sus vueltas el Tiovivo de Garci, recuerdan entre los sucesos de su infancia la muerte de un hermano, de un primo o de un pequeño vecino en la ciudad o en el pueblo. Un paseo por cualquier cementerio, quizá en un día más tranquilo que estos en que se multiplican las visitas, permite fijarse en las inscripciones de numerosas sepulturas, generalmente antiguas: "El niño? murió a los dos años de edad", "La niña? subió al Cielo a los cinco meses de edad".

Como en los versos de Miguel Hernández, para ellos "temprano levantó la muerte el vuelo, / temprano madrugó la madrugada". Eran aquellas muertes no menos dolorosas pero sí asumidas con cierta resignación por su frecuencia. El siglo XX había arrancado en España con una tasa de mortalidad infantil (muertos en el primer año de vida por cada mil nacidos vivos) de 186. Por cada cinco españoles que pasaban del año de vida, uno moría antes. Y esos cinco habían de atravesar luego una primera infancia también lastrada por unas tasas de mortalidad altísimas. La mejora progresiva de las condiciones higiénicas y sanitarias, pese a las crisis de la gripe de 1918 y la Guerra Civil, hizo que, llegados a 1940, la tasa ya estuviera en 140, bajando a 70 en 1950. Por fin se iba accediendo a los antibióticos, entre otros avances, de modo que se bajó a 43 en 1960, 28 en 1970, 12 en 1980, 7 en 1991? Las vacunas y la atención profesional de embarazos y partos, dos asuntos paradójicamente puestos hoy en entredicho por ciertos grupos, se reflejaron de manera contundente en las tablas estadísticas.

En 2020 la tasa española de mortalidad infantil fue de 2,66. Sin embargo, la de Afganistán se alzó hasta 106, la de Somalia ascendió a 88, la de Chad a 67, la de Sierra Leona a 65, podría ser muy larga la lista? Ellos viven ahora ese dolor asumido como normal que nuestras familias sentían hace setenta años. Transitan con un retraso de siete décadas: casi una vida en nuestra esperanza al nacer, casi dos vidas en su menguada esperanza. Si nosotros prácticamente hemos olvidado difterias, diarreas y meningitis, ellos padecen la falta de acceso al agua potable, la desnutrición por carencia de alimento, las constantes complicaciones del parto?

Fuera de estas clasificaciones que se reducen a los que han nacido, debemos admitir con tristeza que en España hemos vuelto hasta las cifras de mortalidad infantil del siglo XIX, a los tiempos del cólera y el paludismo, si ponemos la mirada en la silenciada mortalidad prenatal. En 2020 hubo 338.435 nacimientos mientras que se "interrumpieron voluntariamente" 88.268 embarazos, es decir, se provocaron 88.268 abortos. Una tasa de 206, ¡206!, ensalzada obscenamente por algunos y aceptada fríamente por casi todos. Claro que la pobreza material, asentada en la injusticia de los poderes humanos que consolida el atraso de tantas naciones, mata con crueldad a los más débiles. Pero no olvidemos que también matan la pobreza moral, la tibieza espiritual, la cómplice comodidad de cerrar los ojos, la ley del más fuerte vestida con disfraz de libertad y de progreso.

En la fotografía, la galería San Luis Gonzaga del cementerio de San Carlos Borromeo, en Salamanca, donde decenas de cuerpos infantiles aguardan la resurrección.

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