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El Pilar e Hispanoamérica
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El Pilar e Hispanoamérica

Actualizado 15/10/2021
Juan Robles

El Papa autorizó a España realizar la conquista de América con el compromiso de llevarles el evangelio

El Pilar e Hispanoamérica | Imagen 1La fiesta del Pilar y las diferentes concepciones hoy discutidas sobre la hispanidad nos dan oportunidad para llevar adelante un comentario sobre estas realidades tan nuestras y tan actuales.

La fiesta tuvo que quedar algo recortada por razón de que aún no se han superado del todo las disposiciones sobre el comportamiento sugerido por la permanencia del covid-19. Por ejemplo, la ofrenda floral fue sólo representativa de diversos grupos aragoneses y virtual, sólo retransmitida por los medios de comunicación social.

El arzobispo, recientemente nombrado, actuaba por primera vez como tal presidiendo la eucaristía de la fiesta en el Pilar.

La fiesta obedece a una larga tradición y a la creencia de que el apóstol Santiago es el que vino a España a anunciar el evangelio a los españoles, como otros apóstoles se distribuyeron por diferentes partes del mundo. Y la tradición dice que el apóstol estaba dispuesto a abandonar y a marchar a otra parte debido a la dureza de corazón, o de cabeza, de los españoles, que no admitían el mensaje sobre Cristo Salvador.

Y de nuevo la tradición sostiene que la Virgen María, la madre de Jesús, que aún vivía en este mundo, se le hizo presente al apóstol sobre una columna o pilar, animándole a seguir adelante con su tarea evangelizadora.

Sea de esto lo que sea, y teniendo en cuenta que probablemente San Pablo también vino a España haciéndose presente a través de Tarragona, y que también parece claro que vinieron a nuestro país varios discípulos de San Pedro, lo cierto es que España fue evangelizada y que, con diversos periodos eclesiales en dificultad, como aquél en el que predominaba el arrianismo, hasta que se convirtieron los reyes godos y floreció la iglesia visigoda con la fuerza de los Concilios de Toledo. O cuando a continuación hubo que pasar por la dominación de los pueblos musulmanes a lo largo de ocho siglos.

Y luego vino el movimiento expansionista de la iglesia con la conquista de América, creándose una nueva iglesia más misionera y apostólica.

Hoy muchos discuten el papel jugado por España en los pueblos de Hispanoamérica. Y, desde luego, que es posible -y tentador- discutir el papel del reino y de la iglesia de España en las tierras descubiertas y dominadas a lo largo de cinco siglos. Claro que hubo tiempo para cometer abundantes tropelías, como es propio de cualquier obra humana, sin descartar a la misma iglesia, como el Papa Francisco ha reconocido públicamente en los últimos días.

Desde luego que hubo imposiciones, violencias, abusos económicos y de poder. Sin llevar demasiado allá la acusación de abundantes robos de plata y oro. Que no hacía mucho más que compensar los abultados gastos de la conquista, de la organización civil y religiosa, y de la educación al estilo español de los pueblos indígenas.

Con el formidable acontecimiento de la mezcla de pueblos y personas, que contribuyó a llevar adelante la existencia y pervivencia de los nativos americanos. Cosa que no ocurrió en el caso de otras colonizaciones paralelas en pueblos cercanos del norte.

Algunos acusan a la conquista y colonización española de imposición violenta de la lengua y la cultura común, y hasta de la misma expresión y vivencia religiosa.

Desde luego, no conviene juzgar los hechos de aquel tiempo con nuestros criterios de ahora. Hay que saber que el Papa, la máxima autoridad religiosa, moral y hasta política reconocida, autorizó a España a realizar la conquista de América con el compromiso de llevarles el evangelio y la cultura cristiana.

Y en esa condición asumieron los hechos de la conquista los Reyes Católicos y las autoridades civiles posteriores. Por supuesto que esta obra fue llevada a cabo con muchas limitaciones. Pero la intención fue clara y limpia por parte de los misioneros y evangelizadores españoles.

Los misioneros agustinos fueros seleccionados de entre los mejor preparados en las universidades españolas, entre ellas la de más prestigio que era la de Salamanca, a cuyo modelo se crearon muy pronto un buen número de universidades americanas copiando sus estatutos. Los primeros 12 misioneros agustinos enviados fueron considerados los doce apóstoles de la labor evangelizadora. Y lo mismo ocurrió con los doce apóstoles dominicos, los primeros en marchar a América.

Las primeras diócesis y universidades americanas fueron creadas y dotadas al estilo de las españolas, y a mediados del siglo dieciséis no tenían nada que envidiar a las España.

Algunos han acusado a España de imponer el idioma español. Conviene saber que los misioneros españoles realizaban su enseñanza humana y religiosa en la propia lengua de los indios. Al punto de crear las primeras cartillas, gramáticas, diccionarios y hasta los mismos catecismos en las lenguas nativas.

La fiesta del Pilar es una buena ocasión para agradecer al apóstol Santiago y a la Virgen del Pilar el gran regalo que hicieron a España y a los pueblos de América entregándonos el evangelio de Jesucristo Salvador y, en consecuencia, el gran don de la fe cristiana.

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