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¡Que descansen!
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¡Que descansen!

Actualizado 23/09/2021
Fermín González

" El trabajo endulza siempre la vida, pero los dulces no le gustan a todo el mundo" (Victor Hugo)

Un día más, con los amigos de caminata, en esas sesiones, hay momentos que uno añora aquellos años vividos, y es frecuente que salgan a relucir viejos oficios, trabajos y especialidades que antaño se veían por las calles, más por las barriadas humildes, donde evidentemente estaba el mayor porcentaje de personas. Sí; semanas atrás, les hacía mención al heladero, que recorría las calles empujando el famoso carrito. Hoy también vamos a recordar a este otro trabajador, esforzado, autónomo y habitualmente llegado de algunos de los pueblos, cercanos a la ciudad, y que tenía mucho que ver con nuestro descanso y con la economía doméstica, en aquellos años de carencias y penurias.¡Que descansen! | Imagen 1

Uno vuelve a retroceder y reflexionar sobre aquellos tiempos y descubre con agrado muchos de los oficios que han desaparecido, o de otros en los que lamentablemente cada vez quedan menos. Hoy les traigo a la memoria a- el Colchonero: Lo recuerdan. A mí personalmente, era digno de admiración, le veía sudar, refrescarse con un botijo, el moreno de su piel, fibrosos músculos, haciendo silbar en el aire su rudimentaria y manual herramienta, una vara de fresno, -según oía-. El caso es que me seducía ver aquella escena, y allí donde viera un colchonero, me pasaba un buen rato disfrutando la escena, supongo que a muchos de ustedes, también les habrá cautivado este hombre, incluso habrán vareado sus colchones.

Una vez al año, siempre por primavera, oía decir a mi madre: "Hay que hacerlo... pero esto es un engorro». Se refería a que tocaba ocuparse de los colchones de la casa, que presentaban ya un estado de dureza que impedía el correcto descanso de los cuerpos y dificultaba el trabajo de hacer las camas cada día.

Antes de la llegada del colchonero, con el cual ya se había concertado una fecha, mi madre, con la ayuda de algún vecino,- (pues entonces la ayuda era un ofrecimiento, desinteresado, quizá porque todos en muchos momentos necesitábamos apoyo y ayuda, donde las puertas solo se cerraban de noche)-, procedían al descosido de uno de los colchones. A continuación lavaban la tela y la lana por separado, y todo ello mirando al cielo porque un día de lluvia podía alterar el plan establecido.

Al llegar aquel hombre con sus herramientas de trabajo (vara de fresno, grandes agujas e hilo), encontraba un montón de lana seca y apelmazada esperando ser devuelta a un estado más esponjoso a base de enérgicos varazos que producían un silbido que aún me parece estar oyendo. Después, siempre sobre un suelo seco y limpio, el colchonero repartía con cuidado la lana entre la tela recién lavada, dándole forma al colchón y cosiéndolo con maestría.

Tras pagarle lo convenido y acordar una fecha cercana para que se encargara del segundo colchón, las mujeres barrían y fregaban todo el suelo de nuevo. Ya quedaba menos para terminar con aquella puesta a punto de los tres colchones que teníamos en la casa. Eran unos días duros, pero luego podríamos dormir todos sobre lo más parecido a una nube.

A mi corta edad, la visita del colchonero era siempre motivo de diversión. Después, conforme fui creciendo, comprendí lo que mi madre quería decir con aquello del "engorro".

Aun así, la cultura de la lana estaba tan arraigada que hubo de transcurrir mucho tiempo para que la gente aceptase los nuevos tipos de colchón que fueron llegando después. Estos eran de fácil mantenimiento, con lo que hacer la cama cada día, apenas requería destreza o esfuerzo. Los muelles, la espuma, o una combinación de ambos fueron las primeras opciones. En la actualidad, la oferta es tan amplia que, a la hora de adquirir un colchón, puede resultar difícil el decidirse por una marca concreta, con sus diferentes precios, modelos, materiales, calidad, ergonomía, etc. Todo ello sin contar con que existen empresas artesanales especializadas en el descanso ecológico que nos recuerdan que nuestra abuela podía ser de pueblo, pero no era tonta, y que las ventajas de dormir en un colchón de lana, cáscaras de espeleta, lavanda, cáñamo o miraguano, como los que se están fabricando de nuevo, son algo que conviene tener en cuenta a la hora de adquirir un nuevo colchón. Feliz descanso tu?

Fermín González salamancartvaldia.es blog taurinerias.

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