Más allá de las poéticas de Salamanca

Tiene la calle de San Pablo cualidad de entrada a la ciudad letrada que alentaba el comercio y el mercado de este pueblo que llega a la villa y ahora, se deja cuidar por la Diputación que no podía tener más hermosa y plateresca sede. Ya vendrán después los hálitos sabios de las universidades, los ropajes de jesuitas y dominicos encaramados en sus espacios de saber y qué hermosa la calle que se adentra en la Salamanca más humilde de comercio y mercado, allí donde alimentamos el cuerpo que es espíritu y los arcos de la Plaza, los portales de la memoria recuerdan a quienes han vivido la ciudad del Tormes, en su cualidad humilde y diaria?

Esta es la Salamanca popular, campesina, culta, la Salamanca provinciana y de provincias. Pueblos, sierra y dehesa que llegan a la ciudad amurallada de conventos, iglesias, colegios mayores, plazas y calles que escribirse y retratarse con la pericia de sus habitantes y de aquellos que de la apacibilidad de su vivienda han gustado. Tierra de artistas, de literatos, de músicos y músicas, la Salamanca pequeña se enreda entre las artes y más allá de la palabra, teje la memoria de su historia que se lee, se oye, se ve, se huele en los mesones, se sabe en los encuentros culinarios de quien comparte con los demás el pan y el vino. Cómo no maridar el arte y que suene a piano, a gaita y tamboril, que pasen las páginas y se cuelguen los cuadros en las paredes de todos, ahí donde la piedra de Villamayor deja espacio entre su riqueza plateresca. Salamanca es infinita y pasan los años y la memoria sigue viva para que revistas como "Papeles del Martes" lleguen a los 65 números para festejar con el recuerdo a Emilio Rodríguez, para felicitar a Luis Frayle Delgado, a Isabel Bernardo, a quienes dejan que el verso siga haciendo semana a semana surco en el camino? ese camino de perfección que se ha llenado de nombres y de rostros, y que Florencio Maíllo retrata en un retablo que recorremos con devoción literaria?

¿Cómo hablar de las poéticas de Salamanca si no es desde los grandes nombres, su vivencia compartida con la ciudad letrada, su recuerdo hecho rostro que nos mira? Sobre el metal, como en una plancha antigua de vieja imprenta, el pintor recrea digitalmente el esbozo del poeta, el rostro del autor, la memoria que todos tenemos de quienes vivieron entre las paredes de una Salamanca que también dio hijos excepcionales cuyo eco perdura. Los treinta rostros de Maíllo son cada uno y el mismo. Son el recorrido de la memoria letrada de una Salamanca plena de riqueza que va más allá de la palabra y de la época, porque pasado y presente se funden en el recuerdo de los autores, evocado cada uno su lazo amoroso con la ciudad, con la provincia que les acoge y les muestra, crisol de leyenda.

Poema total, medallones pintados de la plaza de las artes, los autores de esta muestra nos devuelven su rostro que es la memoria letrada de esta tierra orgullosa de páginas, notas, trazos y letras. Poética de la memoria que se engrandece con cada rostro, uno más, sumado al retablo de su presencia. Porque la cultura está viva y el pintor seguirá sumando nombres y retratos al retablo de La Salina, riqueza infinita de una tierra que atraviesa los campos de labor, la dehesa ganadera, la montaña y el río para entrar en la ciudad del alto soto de torres a dejarse retratar, relatar y hacer poética? poéticas? de Salamanca.