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El sufrimiento de los sanitarios, la quinta ola de pandemia y la frustración de los pacientes con...
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El sufrimiento de los sanitarios, la quinta ola de pandemia y la frustración de los pacientes con...

Actualizado 03/08/2021
Francisco Delgado

Los acontecimientos en la sanidad española en los últimos meses se han producido de un modo tan desordenado, que desde la perspectiva de hoy, aquellos breves aplausos de las 8 de la tarde, desde las ventanas, durante los meses de marzo a mayo del año pasado, parecen una ridícula (por endeble) señal de agradecimiento a los heroicos sanitarios.

Los sucesos han ocurrido de tal modo, que la mayoría de los sanitarios se sienten ahora aún menos reconocidos por la sociedad, la población no está aún bien protegida contra el Covid19 y el resto de los enfermos, crónicos, agudos, con enfermedades de necesaria atención médica regular, se encuentran en general muy desatendidos en su enfermedad o minusvalía.

Si el éxito de la alta tasa de vacunación a nivel nacional no contrapesara los hechos citados, hablaríamos de una gran catástrofe sanitaria.

¿Qué ha sucedido para que ahora no haya nadie satisfecho en el tema sanitario?

Si las anteriores olas de la epidemia no las esperábamos bien preparados con medidas preventivas y de confinamiento bien estudiado, por falta aún de conocimiento del comportamiento del virus, esta quinta ola nos ha cogido a todos, población general, sanitarios y políticos, con un optimismo tan ajeno a la realidad que solo se explica por el cansancio crónico acumulado, que a todos nos "pedía" optimismo.

La clase política, sobre todo en las CCAA, ha seguido sin hacer demasiado caso a los epidemiólogos y expertos sanitarios, improvisando, cuando ha estallado la quinta ola, con medidas de prevención casi siempre inadecuadas y tardías. Para terminar de dibujar un panorama tragicómico, los jueces de las distintas Comunidades autónomas han decidido lo que subjetivamente se le ocurría a cada uno, de tal modo que en estos momentos cada comunidad, en España, tiene unas medidas diferentes, no porque sean diferentes las circunstancias epidemiológicas, sino por el talante de los legisladores, que se han metido(o los políticos les han metido) en camisas de once varas. Ha resultado que hemos mal construido entre todos una torre de Babel.

Entre tanto, los enfermos crónicos, los enfermos de cáncer y de muchas otras enfermedades de difícil pronóstico, han estado desatendidos, pues los especialistas estaban en los hospitales en torno a la pandemia. La tasa de mortalidad de estos enfermos ha aumentado durante este largo año.

Y finalmente, la población general, (reducidos los Centros de Atención Primaria a su mínima expresión, actuando la medicina general con la protección de los teléfonos) apenas si se ha podido acercar a su Centro de Salud, durante muchos y largos meses. Desde una mínima asistencia telefónica se ha intentado contener la angustia de una gran población que necesita tanto psicológica como físicamente ver y ser escuchados por su médico, para que las dolencias sean menores y la esperanza no se convierta en desesperanza.

Todo este panorama ha contribuido a incrementar la ya maltrecha salud mental de todos: de los propios sanitarios extenuados, la de los enfermos que no terminan de confiar en la ciencia, en las instituciones sanitarias y menos en sus políticos, y la de la población general, casi ya resignada o convencida de que tratar sus angustias, depresiones, adicciones, conflictos emocionales, es tomarse una pastilla, un ansiolítico o un antidepresivo, como hacen todos sus conocidos.

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