Juan Francisco Blanco, director del Instituto de las Identidades de la Diputación de Salamanca, será el encargado de presentarlo en la iglesia de Moríñigo
Moríñigo, memorias compartidas es el nuevo libro coordinado por Quintín García y escrito por personas de la localidad. Este sábado a las 19 horas será presentado por Juan Francisco Blanco, director del Instituto de las Identidades de la Diputación de Salamanca, en la iglesia de Moríñigo.
A continuación se puede leer la descripción del libro redactada por Quintín García.
¿Qué es Moríñigo, memorias compartidas?
Pues es una partecita escrita ?y fotografiada-de nuestra memoria como mujeres y hombres de Moríñigo. Cada uno ha escrito de lo que le ha parecido en relación a su familia y a la vida antigua en el pueblo: formas de vida y de trabajo, costumbres, juegos, fiestas, lugares, utensilios y espacios de las casas, aperos, recuerdos y homenajes a nuestros mayores. Y también sobre trayectorias personales y familiares. El libro recoge esa parte más humana que no metimos en aquel libro anterior ?La huella que somos- sobre el patrimonio cultural de la comarca de Las Villas. Porque entiendo que el patrimonio primero y fundamental de un pueblo somos las personas, son las familias. De ahí que este libro nuevo quiera ser una toma de conciencia colectiva de quiénes somos ahora y de dónde venimos. Para poder dejar también esa herencia escrita a nuestros hijos.
Propiamente no es una historia del pueblo, sino la pequeña crónica que cada uno hacemos de algún aspecto de nuestra vida como miembros del pueblo. Aunque eso también es historia: la historia inmediata que estamos siendo capaces de hacer ahora mismo, de recordar y de plasmar en un libro para que quede constancia.
Esta tarea ha sido más fácil en Moríñigo porque ha habido en años anteriores, durante el verano, una actividad comunitaria titulada Relatos a la luz de la luna, organizada por Ceci, que consistía en algo de esto: se echaba al corro un tema ?cómo se vivía antaño la Navidad, la Semana Santa, los Quintos, la fiesta de S. Antonio, los trabajos del verano, las bodas ,etc, etc- y los participantes (la mayoría del pueblo- iban tomando la palabra y contaban sus experiencias y recuerdos. Estaba, pues, el personal sensibilizado con esta tarea de recordar quiénes somos porque sabemos de dónde venimos. Otra cosa ?y grave-es el futuro de nuestros pueblos.
Después de darle muchas vueltas en la cabeza he decidido corregir poco los textos de faltas de ortografía, de puntuaciones, de frases mal construidas, etc., en aras de respetar lo que puede llamarse con propiedad literatura popular. Cada uno escribe como sabe. Y sabe lo que ha podido aprender y practicar. Y la gran mayoría de la gente de nuestros pueblos tiene facilidad para contar de viva voz sus historias, pero nunca ha escrito nada. Nadie les enseñó, y además tenía otras preocupaciones y urgencias. Si acaso, sí, se escribían las antiguas cartas de novios; o a la familia en los tiempos de la mili; o en los primeros momentos de la emigración para contar penalidades y pedir chorizo de casa, etc. Así que me decido por dejar los textos casi tal y como me han llegado. Por dejar constancia y por respeto a la cultura mayoritariamente no escrita de nuestros pueblos.
Aunque encarezca un tanto el libro he querido mantener la misma estructura que en La huella que somos: texto y fotografía en cada artículo. Las fotografías nos ayudan a recrear con más fidelidad los ambientes, las historias y a nuestra propia gente. Y nos permitirán, quizás, hacer una ronda posterior de exposiciones.