Las familias de los dos miembros de la pareja pueden generar mucho bienestar o malestar, según qué casos.
Antes se decía que uno no se casaba solo con una persona, sino con su familia ¿Es esto verdad?
Todas estas afirmaciones, como la mala fama de las suegras, son infundas en cuanto generalizaciones, pero pueden estar justificadas en algunos casos. ¿Qué frase hecha le parece más cierta?
(a) "Cuando el rio suena agua lleva"
(b) "No hagas caso de la gente, que es más chiquitito el rio que el rumor de la corriente"
Antes, y aun hoy, había parejas que convivían muy cerca de sus familias de origen. Esto es una gran suerte para la pareja y los hijos, porque pueden tener abuelos cercanos. El apoyo mutuo y el buen entendimiento es con frecuencia la regla. Y este apoyo puede y debe ser fuente de bienestar para unos y otros.
Pero no siempre es así. Las rivalidades, celos y malos entendidos pueden hacer mucho daño a la pareja y amargar la vida a unos u otros. En lugar de ayudas se pueden suceder presencia incómodas, por su frecuencia o tiempo de permanencia, conflictos explícitos o larvados, por estilos de vida familiar muy distintos, temperamentos o personalidades difíciles, falta de autonomía e independencia de la pareja, etc.
La cultura popular ha ubicado el conflicto en los suegros, porque, en general, por razones obvias, los emparejados han sido socializados cada uno con su familia de origen y tienen más confianza con ella. Aunque no siempre hay armonía con padres y hermanos, las discusiones son más sinceras y lo habitual es que no llegue la sangre al río.
Con los suegros puede haber mucha confianza, pero es muy normal que, aun teniendo buenas relaciones, la relación sea menos abierta y más contenida; los conflictos pueden ser más silenciados y resulta más incómodo o difícil discutir.
¿Por qué la cultura popular considera que la mayor culpable es la suegra?
Hay razones de diferente tipo.
La primera de ellas es afectiva: las madres de los emparejados casi siempre habían sido la figura de apego principal (el vínculo más fuerte) de los hijos e hijas. Al formar pareja, en muchos casos, la figura de apego principal pasa a ser la pareja, dejando en segundo lugar a las madres ¿Dará lugar a alguna rivalidad?
En segundo lugar, algunos hijos e hijas , estando ya casados, siguen muy dependientes de las madre (o padre), creando dificultades o limitaciones a la autonomía de la pareja. La dependencia de la madre, puede provocar celos o conflictos entre la pareja o con la suegra ¿Dará lugar a alguna rivalidad?
Las madres y también algunos padres, tienden a organizarle la casa o la vida a los hijos. ¿Generará algún conflicto?
Entre personas con apego seguro, maduras en términos populares, estas situaciones no deberían suponer ningún conflicto. El apego seguro de los padres no es celoso y acepta muy bien a la pareja nueva. Las suegras y suegros bien socializados facilitan la vida cotidiana y afectiva a los hijos. Los hijos e hijas bien socializadlos mantienen el apego a sus padres, pero no son dependientes ni celosos, sino que facilitan las relaciones de cada uno con su familia de origen, desde su autonomía como pareja.
Pero hay que tener en cuenta que son seis personas las implicadas en estas relaciones: la pareja de casados y los padres de ambos. Si añadimos a los hermanos de ambos son más relaciones para disfrutar o sufrir. No siempre es fácil contar con personas maduras bien socializadas. Y una sola persona conflictiva pueden generar circuitos familiares tóxicos que acaban creando conflictos sistémicos difíciles de solucionar.
Les deseo suerte y la habilidad de lidiar con estos posibles conflictos, controlar los impulsos y el mal genio con uno o varios capotazos ( suerte hecha con el capote para detener y templar la agresividad del toro) con verónicas (lance que consiste en esperar el lidiador la acometida el toro teniendo la capa extendida con ambas manos frente a la res).
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