Cuando en mi día a día sobrevuelo entre personas y jóvenes insatisfechos con su vida recuerdo otra vez que el lenguaje de la razón no es el único.
Jóvenes con adicciones que quieren quitarse la vida y en otros momentos vivirla a tope.
En las universidades y en la calle se busca el sentido de la vida. Creo llevar una intensa experiencia de vida y sigo sin respuesta para las preguntas esenciales. Por lo menos no siempre valen las mismas respuestas.
La mayoría piensa que hace bien su trabajo, que tiene menos de lo que merece. Yo sin embargo siempre me considero en deuda con quiénes me rodean.
Tomo muchas decisiones vitales con el convencimiento del bien del menor y también del mayor.
En el campo de la educación soy muy crítico con lo que ofrecemos a nuestros alumnos. En mi caso me salto todos los protocolos posibles para dar individualmente a cada uno un aprendizaje significativo. Lógicamente no lo consigo.
Hablando con un profesor jubilado que empezó el curso queriendo seguir porque disfrutaba con los alumnos, se echó para atrás cuando le presentaron todas las programaciones y justificaciones que tenía que preparar antes de empezar.
Aulas frías donde se aprende más fuera que dentro. No puedo decir que se necesita una desgracia para ser sensible y tener empatía con los que más sufren, pero he experimentado que puede ayudar.
Autoridad moral, capacidad de esfuerzo, imaginación , paciencia, saber querer, compromiso, sabiduría. Todas esas virtudes no estarían mal para un educador-profesor.
Leí un título " Hasta los cojones del positivismo"de Buenaventura del Charco, el postureo actitudinal positivista no siempre es lo más útil en situaciones de jóvenes o hijos que sufren.
Últimamente hasta la perfección está polarizada. Los que trabajamos y no tenemos cuentas con la ley cada vez nos cuidamos más y comemos más sano. Los " otros y otras" parece que cada día se alejan más de esa perfección establecida y no acceden ni a lo ecológico. Parece que hay perfectos a derecha y a izquierda y cada día más víctimas de las leyes. Quiero tener pasaporte para ser quién soy, imperfecto. Incluso puedo comer comida basura que no es lo mismo que comer de la basura. Se habla de niños burbuja y a mí no me gustaría ser padre o maestro burbuja.
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