"El bar ha sido y es mi vida". Este bien podría ser el título de las memorias de Fernando Martín Martín, uno de los hosteleros con mayor solera y tradición en Peñaranda, con más de cuatro décadas tras la barra desde su base de operaciones, el Café-Bar Hermanos Martín, en una calle Ricardo Soriano que también ha vivido, como los tiempos, cambios y evolución desde su primera apertura de puertas.
Hoy Fernando, a sus 61 años, tras más de 40 en mostrador, recuerda muchos de los pasajes de una vida laboral, que arrancaban el 3 de julio de 1979, cuando el establecimiento inauguraba su andadura, con su hermano Tasio Martin al frente, aunque el ya apuntaba maneras a sus 20 años, mostrando interés por una profesión que empezaba como un entretenimiento y acababa siendo su pasión a partir del mes de septiembre de 1993 cuando, tras casarse, cogía el testigo de la titularidad en los Hermanos Martín.
Toda una vida dedicada al público, que atesora una buena colección de anécdotas, algunas recordadas con especial ilusión, como el primer café que realizaba gracias a los consejos del que en aquellos tiempos era director de la sucursal peñarandina del Banco Bilbao Vizcaya, Isidoro Bustos. "Por aquel entonces yo me quedaba en el bar cada vez que mi hermano tenía que salir a recados e Isidoro era un cliente diario. Tras varias peticiones de café y explicarle que no sabía cómo hacerlo, que estaba allí esperando la llegada de mi hermano, me dio los consejos necesarios para manejar aquella máquina y poder hacer mi primer café. No se me olvido nunca más?de hecho hoy me sigo encontrando con él por Salamanca y recuerda con el mismo cariño que yo aquella vivencia" asegura Fernando.
Pero si por experiencias se trata, Fernando también destaca el momento en el que una clienta se olvidaba un bolso con una importantísima cantidad de dinero con la que tenía que pagar el manto de una venerada Virgen peñarandina. Un momento de especial inquietud para él, quien afirma como "solo pude buscar dentro de aquel bolso la documentación y el teléfono de la mujer para contactar con ella y que supiera que no estaba perdido, algo que me quiso agradecer ofreciéndome una importante cantidad de dinero que nunca quise coger".
Además de estas, Fernando cuenta como estuvo al pie del cañón en días de gran clientela, cayéndosele l
os 36 puntos de una reciente operación en los ojos en la misma barra mientras servía, o la emoción que le produce reencontrarse en
la actualidad con clientes que cuando abrió eran chavales de instituto y hoy son ya abuelos, que vuelven con sus nietos al mismo bar que les vio crecer?"es una sensación verdaderamente gratificante el seguir disfrutando de gente que ya son como de la familia tras tantos años".
Décadas de historia vital a sus espaldas, que también han simbolizado un cambio en la sociedad ya que, según explica Fernando, "hoy la gente mayor cada vez sale menos a tomar los tradicionales vinos y en fechas como la Semana Santa, veo con tristeza como ha bajado el juego de las históricas Mecas, que antes congregaban a mucha, mucha gente".
Fernando Martin ha vivido tres grandes crisis económicas en Peñaranda tras el mostrador: la generada por el cierre de las fábricas de calzado, la de la construcción y ahora la pandemia, esta última subrayada por él, ya que asegura que "es la peor que yo he visto y vivido, la más agresiva. No la veo con una solución cercana, al menos en 3 o 4 años como mínimo" mientras que la realidad el hoy en su establecimiento es que "la clientela ha caído tanto que parece como si volviéramos a empezar de cero. Gente que no puede económicamente, personas con recelo que no quieren volver y así vivimos el día a día?"
Una pandemia que también ha hecho estragos a nivel personal y económico en Fernando Martin ya que, según explica "estoy viviendo con los ahorros. Gracias a Dios que vivo con mis padres y ellos me han ayudado mucho. Hoy estoy haciendo caja para poder salvar pagos, comer por suerte lo hago cada día gracias a la ayuda de mi madre. Si tuviera gastos familiares o hipotecas casi seguro que no podría mantener el bar sin duda alguna".
A pesar de todo, Fernando manda un mensaje claro a todo el sector "tenemos que luchar y aguantar al máximo todo lo que podamos. Intentar no desmoralizarnos, ser positivos y no desanimarnos. Tenemos que salir de esta si o si, no hay más opciones".
Una lección de vida, sacrificio y esfuerzo que ahora, con el horizonte de una jubilación más que cercana, le lleva a reflexionar. "Cuando me retire me gustaría que me recordara la gente como alguien que siempre ha intentado ayudar y ser cercano a todos, sin distinción de clases. Soy feliz hablando con mis clientes en la barra y sintiendo el saludo y la charla de la gente por la calle cada día. Eso es sentirse querido creo yo. Desde pequeño me enseñaron a ser así y de esta forma quiero vivir".