Se han detectado partículas portadoras de virus capaz de infectar a 4,8 metros, y en ciertas condiciones ambientales, hasta los 8 metros
La prohibición de fumar en las terrazas es la última medida propuesta por el Ministerio de Sanidad -y de la que ha dado traslado a las comunidades autónomas en la reunión de este jueves del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud- para reducir los riesgos de contagio de la Covid-19, y atendiendo a la evidencia científica de la transmisión del SARS-CoV-2 por medio de aerosoles como forma predominante de contagio.
¿Cuánto aumenta el riesgo de contagio fumar en las terrazas? Esto es lo que vamos a ver a continuación, constatando que fumar nos expone a un mayor riesgo de contagio, tanto a nosotros como a las personas que tenemos alrededor en ese momento.
Tal y como explican desde la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), los aerosoles se producen al respirar y al hablar, siendo la carga mucho mayor cuando se realizan actividades en las cuales se exhala el aire con más fuerza, como cantar, gritar o fumar. Y esto último es aplicable al vapeo y a otras nuevas formas de consumo de tabaco.
Las medidas de salud pública adoptadas en el acuerdo del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud para responder ante la situación de especial riesgo derivada del incremento de casos positivos por Covid-19 incluyen garantizar la distancia mínima interpersonal de 1,5 metros en establecimientos de hostelería, restauración, terrazas y bares/restaurantes. Sin embargo, los aerosoles que transmiten este virus están formados por partículas muy pequeñas en suspensión (de tamaño inferior a 100 micras), que pueden llegar mucho más allá de la distancia contemplada en el citado acuerdo. Se han detectado partículas portadoras de virus capaz de infectar a 4,8 metros, y en ciertas condiciones ambientales, hasta los 8 metros. Además, estas partículas son capaces de permanecer mucho más tiempo suspendidas en el aire que las partículas de un tamaño superior, lo cual incrementaría el riesgo de contagio del virus.
La mayor carga de evidencia de contagios se produce en sitios cerrados, pero no puede asegurarse que esta transmisión no se realice también en espacios abiertos, con las consecuencias que ello conlleva, principalmente para ciertos grupos de población especialmente vulnerable, como ancianos, enfermos o embarazadas.
Cuando se permite fumar o utilizar otros dispositivos susceptibles de liberar nicotina en una terraza, se pone en riesgo a las personas que se encuentran en ella, así como al propio fumador que, durante varios minutos, permanece expuesto a los aerosoles de otros sin mascarilla, insisten los profesionales sanitarios.
Hay que considerar también que, durante el consumo de tabaco o cigarrillos electrónicos, a la ausencia de mascarilla se suma el gesto reiterado de llevarse la mano a la boca (un fumador de una cajetilla de cigarrillos lo hace más de 300 veces al día). Y en el caso de las cachimbas, se añade el riesgo de transmisión del virus derivado de su uso compartido.
De todo ello pueden derivarse dos consecuencias. Por un lado, el fumador queda expuesto a las gotas que exhalan otras personas, en las que puede viajar carga viral. Por otro, las personas y objetos de su entorno quedan expuestas a las gotas y aerosoles exhalados por el fumador con más fuerza de la habitual (exhalar el humo los expulsa a más velocidad que hablar). Sí es portador de coronavirus, este puede transmitirse, y el propio producto (cigarrillo o e-cig) se convierte en un fómite contaminado, contribuyendo al aumento del riesgo de contagio.
Estudios recientes han podido observar que la infección por Covid-19 es cinco veces más probable en jóvenes que habían usado cigarrillos electrónicos previamente y que esa probabilidad crecía hasta casi siete veces más si en ese mismo periodo habían fumado también tabaco normal.