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Los tres cerditos… su verdadera historia
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Los tres cerditos… su verdadera historia

Actualizado 06/04/2021
Isaura Díaz Figueiredo

Los tres cerditos… su verdadera historia | Imagen 1

Desde la celda en la que está encerrado, Silvestre B. Lobo narra en primera persona la que, según afirma, es la verdadera historia de los tres cerditos. Nada que ver con la versión que todos conocemos, de acuerdo con su testimonio, todo ese asunto del lobo feroz es una falacia. Lo que realmente ocurrió se debió a un estornudo y una taza de azúcar.

Fue hace mucho tiempo, un día que el lobo se encontraba resfriado y preparando un pastel para su querida abuelita. Se quedó sin azúcar, de modo que decidió caminar hasta la casa de su vecino, que resultó ser un cerdito, para pedir un poco de edulcorante. Justo al llegar, y a causa de su resfriado, estornudó con fuerza y derribó la casa, que era de paja, y en medio del montón se encontró con el inquilino muerto, y se lo comió. Lo mismo le sucedió con el siguiente vecino, porque aunque la casa era de madera, los estornudos fueron más fuertes y también se vino abajo. El cadáver del segundo cerdito, que asomaba debajo de los escombros, terminó también en el estómago del lobezno. Con el tercer vecino la cosa no fue de la misma manera; la casa era de ladrillo y los estornudos no causaron derribo, el cerdito que la habitaba avisó a la policía. El resto, como suele decirse, es cuento.

Jesús habló algo muy parecido ¿conocía el autor el pasaje de la Biblia?, CONSTRUIR SOBRE ROCA (Mateo (7,21.24-27)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, se derrumbó. Y su ruina fue grande».

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