Sirva esta pequeña reflexión sobre los evangelios que se proclaman en la Vigilia Pascual y el Domingo de Pascua como felicitación a todos los que lean estas líneas: ¡Feliz Pascua de Resurrección!
El domingo de Pascua se pueden leer tres Evangelios. En los tres se llega a la conclusión de que Cristo es la plenitud de la Revelación. En Cristo resucitado encontramos la respuesta a estas preguntas: ¿Quién es Dios? ¿Dónde está? ¿Cómo actúa? ¿Tiene Dios algo que ver conmigo?
Podemos acompañar a María Magdalena y dejarnos sorprender. Podemos llamar a Pedro y a Juan, a toda la comunidad, para que todos seamos testigos de la Resurrección de Jesús. Dicen que Emaús no ocurrió nunca. Será, precisamente, porque ocurre hoy. Ocurre todos los días.
Dejémonos sorprender como María Magdalena, apóstol de los apóstoles, y lleguemos a confesar, dentro de nuestro almario, en nuestra comunidad, en el camino de la vida, que era verdad: ¡Ha resucitado el Señor!
O quizá nos esté pasando lo que a Tomás y tengamos que soportar todavía un poco nuestra duda para poder tocar al Señor. Sea como sea, al estilo de la inquieta Magdalena, o como el apresurado Pedro o el amado Juan, o arrastrando la duda de Tomás, podamos decir: "Es el Señor quien lo ha hecho. Ha sido un milagro patente".
La cruz, la muerte, el sepulcro, la pandemia siguen ahí. Pero la gran piedra ha sido removida. Tenemos cincuenta días para llenarnos de alegría. Lo necesitamos. Dios quiere que lo hagamos.
Y vaya también desde aquí mi felicitación a los jóvenes de la Cofradía de la Soledad por la gran tarea de servicio de orden que han realizado durante los días del Triduo Santo en la Catedral. Ellos han permitido que se pueda hacer compatible la celebración de los misterios de Jueves, Viernes y sábado Santos y del domingo de Pascua, con la visita ordenada, respetuosa y orante a las imágenes procesionales distribuidas por las capillas de la Sede. Y en ellos mi felicitación también a todos los cofrades salmantinos por la paciencia y el esfuerzo que han desarrollado en esta segunda Semana Santa afectada por la pandemia. Seguramente las dificultades habrán contribuido a que todos hayan podido acercarse a lo esencial en estos días, que son los misterios vividos por Nuestro Señor Jesucristo y su Santísima Madre: el Misterio Pascual. Todos debemos seguir cuidándonos y siendo responsables para que la próxima Semana Santa sea "normal" y se vea enriquecida con la experiencia espiritual vivida en estos dos años de silencio e inclemencia.
Que el Señor resucitado haga participar en su Resurrección a todos los fallecidos durante este tiempo tan duro y nos anime a todos a vivir según el Espíritu de Jesús.
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