"La política es el campo de trabajo para ciertos cerebros mediocres" (Friedrich Nietzche)
Si uno ve la televisión u oye la radio o lee la prensa, si atiende a los políticos, a muchos intelectuales y artistas, incluso podemos agregar a algún obispo, uno acaba por tener la sensación de vivir en un país envilecido y lamentable, lleno de aprovechados, de cínicos, de imbéciles y de fatuos.
Cuanto tiene una dimensión pública ?[y descuiden que me incluyo sin reserva, en esa mínima parte que me corresponde]- produce una impresión negativa, como decir, de permanente exasperación y rebajamiento, de griterío generalizado, de empujones y codazos, de desfachatez, mezquindad, tontuna, mentira y codicia todo mezclado.
Uno oye a los tertulianos, ya desde buena mañana por radio, y, a los pocos minutos la apaga entre hastiado y avergonzado, tal suele ser la mediocridad, la sarta de disparates y despropósitos que escucha, casi todos pronunciados con el mayor engreimiento. Enciende la televisión y se encuentra, en demasiadas ocasiones, con gente chillona, pisándose la palabra, sin escucharse haciendo el memo o soltando zafiedades, ya sean presentadores, tertulianos o concursantes, agilipollado público, bobalicón y cursi que bate palmas o bailotea como niños, o participantes en "debates", con frecuencia gente que no tiene idea de nada y, lo que es peor, que no se ha parado ni un minuto a pensarlo. Incluso, echa un vistazo a unos "informativos" o mesas preparadas para esclarecer algún tema de relativa actualidad, y se topa con el añoso/a, locutor/a, megalómano/a - no dando o exponiendo la noticia, sino gustándose ante la cámara, y hablado de sí mismo y de sus pésimos gustos.
Abre uno los periódicos o las revistas y no es nada raro que lea bobadas sin cuento, opiniones no meditadas y declaraciones rimbombantes y huecas. Presta atención a los políticos y de la mayoría solo brotan evidencias, falacias y autopropaganda, casi nunca una idea interesante o el reconocimiento de un error o una culpa, y todos tendrían una lista larga. Y no me dejo para atrás internet, cosido a nuestro a inseparable móvil, donde el trapicheo de memeces, las incongruencias y las conversaciones a medias y fuera de tono son en su gran mayoría cercanos al 90%.
Si uno ve a España, o aún el mundo, a través de lo público, se convence de vivir en una época de decadencia absoluta. No es ya; que no se premie la inteligencia ni la discreción ni la educación ni la reflexión, la argumentación ni el saber ni la prudencia, que sólo eso parece molestar y aburrir y tan solo se aplaude el histrionismo, la grosería, el dislate, la ignorancia, la maledicencia y la mamarrachada, todo envuelto en ese papel mediático de la mediocridad. Uno se para un poco a pensar, y notas que este es un país definitivamente echado a perder, si es que no el mundo.
Pero lo cierto es que también estoy harto de conocer a personas valiosas, gentes sosegadas, bien humoradas, cultas, educadas, inteligentes y prudentes atentas a su propia vida, afanosas por saber más, con buena voluntad y curiosidad infinita. Y uno también descubre jóvenes ? en esta época en la que aparecen tantos cafres e impresentables- que tienen todas las trazas de convertirse en ciudadanos valiosos y responsables, deseosos de hacer bien lo que toque en suerte (no siempre van a poder elegir, bien lo saben) indiferentes ante la notoriedad y la fama.
Cierto también que son más difíciles de encontrar, felizmente los hay, pero estos no se presentaran nunca en los entes públicos de vociferación, tampoco a un concurso de reality show o programas de "despellejamiento" ni tan siquiera escribirían insensateces, como las que yo mismo escribo (y otros muchos no crean). Porque mientras exista esa gente discreta, a gusto con su anonimato, con su atención centrada en su vida y su trabajo, sin más ambición que la de su propio mejoramiento, este país incluso este mundo no estarán aún condenados.-Me parece a mí? Vamos-
Fermín González Salamancartvaldia.es (blog taurinerías)
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