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Luis García Jambrina, El manuscrito de barro, mapa del Camino de Santiago
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ENTREVISTA TRAS PUBLICAR SU NUEVO LIBRO

Luis García Jambrina, El manuscrito de barro, mapa del Camino de Santiago

Actualizado 06/02/2021
Charo Alonso / Carmen Borrego

El profesor de Filología Hispánica de la Universidad de Salamanca vuelve a retomar la figura de Fernando de Rojas como protagonista, para ofrecer a los lectores una mezcla perfecta de erudición y espíritu aventurero.

La pandemia nos hurta el diálogo cervantino directo con este Don Quijote de pluma afilada, ironía de secarral, tan pleno de lecturas que es un gozo seguirle por las sendas de la palabra y del pergamino. Tiene Luis García Jambrina ya mucho de este pesquisidor aventurero a su pesar que recorre los caminos de la historia para desfacer entuertos, aprender en las cunetas, llevarnos por el camino, sino de la amargura, sí de la sabiduría, porque el confinamiento que nos detuvo no ha atemperado el paso, siempre firme, siempre humanista, ético y sagaz del personaje que le acompaña desde el primer libro de la serie, ya del 2008. Publica nuevo manuscrito nuestro maestro Jambrina y es su recorrido por el Camino la mejor oportunidad de aunar historia, intriga, conocimiento y divertimento cual Mester de la Alegría para solaz de los lectores fieles a la maestría de su pluma y de su puñal de espumas.

Charo Alonso: No has hecho aún el Camino, Luis ¿Cuándo empezaste a interesarte por este tema?

Luis García Jambrina: Hace ya muchos años que me atrae e interesa todo lo que tiene que ver con el Camino de Santiago, no solo como experiencia vital, sino también como símbolo y como concepto, ya que en él se entrecruzan lo religioso, lo espiritual, lo literario, lo cultural, lo político, lo social y lo económico. Es posible que la historia de España no hubiera sido la misma sin el Camino de Santiago; este fue el que nos integró de alguna manera en Europa. De modo que he leído todo lo que he podido sobre el asunto. También decidí hacerlo el pasado año, pero por culpa de la pandemia no fue posible. No obstante, me he pateado muchos de los lugares por los que pasa el Camino Francés, desde Burgos hasta Finisterre, con algunas variantes que menciono en la novela.

Ch.A.: Esta serie engancha al lector ¿También engancha al autor que no deja de escribir manuscritos? ¡Este es el quinto!

L.G.J.: Eso es cierto; aún no he terminado uno y ya estoy pensando en el siguiente; de alguna forma, se van solapando unos con otros. En este caso, debido al confinamiento, he escrito ya el borrador del sexto "manuscrito", el que aparecerá en el 2022. Y tengo otros dos en mente, hasta completar una nueva tetralogía. Creo que Rojas y su época dan para mucho. Por otra parte, mi relación estrecha con él va ya para catorce años, lo que hace que formemos casi una pareja de hecho literaria. A mí me da continuidad y estabilidad emocional.

CH.A.: Lo bueno para el lector es que cada libro conoce más al protagonista y puede hasta anticipar sus ironías, creencias y hasta el gusto por las mujeres? se nos hace muy, muy familiar.

L.G.J.: Esa es un poco la idea: que los lectores se familiaricen con el protagonista y quieran saber más de él, ver cómo su vida se va desenvolviendo a lo largo del tiempo y cómo va saliendo airoso de las diferentes pruebas y experiencias. El personaje es el mismo, pero también se va transformando en relación con otros personajes.

Ch.A.: Me encanta tu juego con el barro: estamos hechos de barro, en el barro aparecieron los primeros signos escritos, y afirmas: "Sabed que el barro es el pergamino en el que cada romero va escribiendo su camino".

L.G.J.: El barro es un símbolo que recorre la novela de principio a fin. Es el barro de los caminos, pero también el barro del pecado. Es un soporte de la escritura y un signo de la debilidad humana. En el barro, Rojas sigue las huellas de los sospechosos y en el barro deja el asesino su firma.

Ch.A.: Yo creo que a ti lo que pasa es que te encantan las paradojas, el camino de perfección es un camino de perdición.

L.G.J.: Lo mires por donde lo mires, este mundo está lleno de paradojas.

Para muchos peregrinos, el Camino era una penitencia por haber pecado, pero también una ocasión para pecar, lo que exigía luego más penitencia.

Era como una pescadilla que se muerde la cola. En el siglo XVI, el Camino se llenó, además, de pícaros, mendigos, delincuentes, prostitutas, traficantes de reliquias, salteadores y hasta asesinos. Era una forma de buscarse la vida.

Ch.A.: Luis, este libro está lleno de guiños literarios ¿Te has divertido mucho incluyéndolos?

L.G:J.: Es una marca de la casa, desde la primera entrega, y sí, me divierte mucho incluirlos, cada vez más. La literatura forma parte de la vida y de la Historia. Por eso me sirvo continuamente de ella. Eso les da más interés y complejidad a las novelas. También me divierte incluir poemas y canciones inventadas.

CH.A.: Podías hacer una guía para el lector? eres muy cervantino con lo del manuscrito perdido y hallado, con el personaje quijotesco, con Marcela? y no solo eso. ¿Alguna referencia a nuestra ahora de moda Emilia Pardo Bazán?

L.G.J.: Sí, Cervantes está muy presente, al igual que la picaresca, Los Cuentos de Canterbury y tantos otros libros. A veces no soy del todo consciente de algunas referencias. De doña Emilia Pardo Bazán siempre me han interesado mucho sus relatos fantásticos, de muertos y aparecidos, a los que hago algunos guiños en mi novela; algunos de sus relatos son una maravilla. También está presente Rosalía de Castro, que da nombre a uno de los personajes más sugerentes de la novela, la joven novicia que se hace monja y peregrina para conocer mundo.

CH.A.: Eres zamorano, vives en Salamanca, sin embargo, tu tratamiento del paisaje del norte es maravillosa ¿Nostalgia del bosque?

L.G.J.: Me tiran mucho los paisajes boscosos y montañosos, la abundancia de agua y de niebla, la frondosidad y el verdor, y creo que eso se nota en esta novela. Es mi particular homenaje a las tierras de León y Galicia. Los bosques son algo muy vivo y cambiante, que nos atrae y nos asusta al mismo tiempo; son lugares idóneos para la aventura y el misterio.

CH.A.: Tus novelas históricas son una auténtica lección para el lector, se aprende muchísimo contigo ¿Cómo haces para equilibrar los datos históricos, la información documental con la trama y el desarrollo de la acción?

L.G.J.: Se trata de dosificar bien la información, incorporándola de forma natural a la trama y los diálogos. En esta novela he intentado ofrecer una visión inédita del Camino de Santiago y mostrar el día a día de los peregrinos: cómo eran los caminos, los albergues y los hospitales, qué comían, qué hacían cuando llegaban a un sitio, cómo eran los lugares por los que pasaban, cómo vestían, de qué hablaban, los ritos, las costumbres?

CH.A.: El asesino en serie de este libro parece seguir la ruta jacobea que recorres como una metáfora de la vida del hombre ¿Seguimos hablando del camino recto o con la pandemia y todo lo que conlleva estamos desorientados?

L.G.J.: La vida humana es un camino, un viaje en el que se llega más o menos lejos. Para bien o para mal, no existe el camino recto. Los caminos están siempre llenos de bifurcaciones y dificultades. Por eso hay que saber elegir el ramal adecuado y enfrentarse a los peligros. Lo malo de la pandemia es que nos mantiene inmóviles en nuestras casas, impotentes y desorientados, con la terrible sensación de que no hay salida.

Ch.A.: Los personajes principales dialogan más que nunca ¿Nosotros hemos perdido la capacidad de dialogar en estos tiempos crispados?

L.G.J.: El diálogo es una vía de conocimiento y una forma muy placentera de relacionarse con los demás. En estos tiempos, más que dialogar, intercambiamos monólogos sin sentido. En mis novelas, los diálogos son fundamentales para que avance la acción y evolucionen los personajes.

CH.A.: Tu Fernando de Rojas nunca parece liberarse de haber sido el autor de La Celestina; escribas tú lo que escribas, ¿te liberas de ser el autor de la serie de los manuscritos?

L.G.J.: Para la mayoría, yo soy, sobre todo, el autor de los "manuscritos".

Mi idea es escribir algunos más, alternándolos, en la medida de lo posible, con otros géneros y otros tipos de novela. Pero mi proyecto central será la serie sobre Rojas. De alguna forma, es mi alter ego y mi compañero de viaje; de modo que no puedo matarlo o desprenderme de él.

Ch.A.: ¿Seguimos haciendo el Camino de Santiago por los mismos motivos que lo hacían en el siglo XVI?

L.G.J.: En el XVI los motivos eran muchos y muy variados. Ahora son menos variados, pero, en parte, coinciden con los de aquella época.

CH.A.: Eso sí, parece que nada ha cambiado, la quincallería de los recuerdos, la parafernalia del Camino sigue siendo la misma.

L.G.J.: Yo creo que en las peregrinaciones, y de manera especial en el Camino de Santiago, está el origen del turismo: los suvenires, las guías de viaje, el desarrollo de la hostelería? Por otra parte, el Camino está lleno de rituales que hay que cumplir y que lo convierten en algo sagrado.

CH.A.: Luis, de tu querencia por el cine sale una novela tremendamente visual, sería muy fácil hacer una película o una serie de tus manuscritos.

L.G.J.: Eso me dicen muchos lectores y yo también lo creo así. En este momento, hay un director que parece interesado en adaptar uno de los "manuscritos", pero el problema es conseguir la financiación. Es un proyecto algo caro. Ya veremos en qué termina. Yo ahí no puedo hacer nada.

Ch.A.: El Camino, en cierto modo, es la fantasía de la fe? ¿Seguimos necesitando fantasías, aunque sea para sufrir físicamente un trayecto tan duro?

L.G.J.: Parece ser que la fe, religiosa o del tipo que sea, incluida la fe en uno mismo, es lo que mueve a muchos y los lleva a emprender aventuras y a enfrentarse a las dificultades. Lo del sepulcro de Santiago es lo de menos, es un puro pretexto.

Ch.A.: De nuevo te sirves de una efeméride. En El manuscrito de fuego te situaste en el aniversario de la Universidad de Salamanca y en este caso, celebras un año jacobeo.

L.G.J.: Siempre me rondan muchos posibles temas para el siguiente "manuscrito". A veces, la proximidad de un aniversario relacionado con la época de Rojas me ayuda a centrarme en uno de ellos; las efemérides son tan solo un estímulo y un pretexto para poner en marcha un proyecto.

Ch.A.: ¿Crees que nuestro Fernando de Rojas volvió "renovado" de su particular camino?

L.G.J.: El Camino tiene mucho de viaje iniciático. Es una vía de autoconocimiento y de transformación personal. En su caso, no solo descubre la verdad sobre los asesinatos, sino que también se encuentra a sí mismo. Asimismo, es la novela de una amistad, forjada en el camino y las dificultades.

Ch.A.: ¿Cómo volverás tú cuando lo hagas?

L.G.J.: Supongo que cansado (ja, ja, ja). Fuera de bromas, espero volver renacido y transformado y con ganas de volver a hacerlo por otra vía. Lo importante es estar siempre en el camino.

Ch.A.: Por cierto, Luis ¿Vas a volver a escribir relatos o te has rendido definitivamente a la novela histórica?

L.G.J.: Por lo general, mis novelas, y especialmente El manuscrito de barro, están llenas de historias y relatos que pongo en boca de diferentes personajes. De esta forma satisfago mi deseo de escribir cuentos. Por otra parte, en septiembre publicaré una reedición muy aumentada de mi libro de cuentos Muertos S.A., que fue el que me llevó a escribir mi primera novela. Le debo mucho a mis cuentos, pero ahora las novelas me tienen sorbido el seso.