Luis Frayle Delgado leyendo versos de Gastón Baquero a orillas del Tormes, en Tejares (foto de José Amador Martín)
Medio en broma y medio en serio, Luis Frayle Delgado (Valverdón, Salamanca, 1931), se considera miembro de la Academia de las Letras de Tejares, en alusión a mi pisito junto al Tormes, y a mi familia, Jacqueline (quien a diario habla con él y con quien, antes de la pandemia, solía tener reuniones de café y corrección de pruebas, a las que algunas me sumaba yo, casi al término de las charlas,) y José Alfredo (a quien acogieron tantas tardes Teresa y Luis, cuando niño, y con quien ahora está preparando un ensayo filosófico-jurídico).
Nuestra amistad es entrañable e indeleble, ajena a cualquier discordia, como bien lo saben Luis Mario y Teresa, sus hijos. Y sólo es medio en broma, porque al margen de las reuniones, encuentros poéticos, antologías y demás, que a lo largo de más de treinta años hemos compartido, lo cierto es que Jacqueline ha publicado, desde Tejares y en la Colección "Las Buenas Letras" de Trilce Ediciones, diez libros con sus magníficas traducciones latinas de Dante Alighieri, Francisco de Vitoria, Juan Luis Vives, Erasmo de Rotterdam o Cicerón, entre otros.
Luis Tiene publicados más de cincuenta libros (de poesía, filosofía, memoria, relato, novela o traducción). Y este catedrático de latín jubilado, dicen, lo cierto es sigue pergeñando obras, como los personajes relevantes del Renacimiento.
No abundo más, pues bien podría acopiar los prólogos y artículos que he escrito en torno a sus libros. Sí algunas notas breves mías y una reseña escrita por Jacqueline. Además, claro está, un manojo de poemas escritos por Luis Frayle en su Refugio del pueblo salmantino de El Arco.
Luis Frayle con sus amigos Jacqueline Alencar, Françoise y Víctor Bergasa, en su refugio de El Arco
PRESENTACIÓN DE CANTOS DE OTOÑO
Refugiándose en sus dominios del campo charro es como Luis Frayle Delgado conquista o atrapa un canto tras otro canto perdurable, de esos que suelen brotar desde las provincias del alma. Luego deja El Arco, retorna a su piso situado en una salmantina calle de conquistador nombre (Hernán Cortés) y lija lo anotado o escribe lo que contempla al trasluz de su Mirador capitalino.
Así, refugiado en el campo y en la ciudad, va sumando obra bella y legible, celebrantemente bucólica o de pulsación elegiaca? melodías, en fin, desenraizadas allí por una encina que exhibe sus varias centurias bien llevadas. Luis Frayle Delgado, aquel mozuelo de Valverdón, sigue hoy diciendo: 'Nada por aquí, nada por allá', y de pronto un Canto nuevo para saludar lo pasado y lo por venir.
Admito que ha pasado el tiempo desde que nos conocimos (unos cinco lustros), pero el Tiempo no ha logrado reducir mi admiración hacia su obra y su persona.
Luis Frayle Delgado y A. P. Alencart junto a la encina centenaria (foto de Jacqueline Alencar)
Luis Frayle Delgado
CANTOS DE OTOÑO
I
MUCHOS SE HAN IDO,
otros no han llegado.
Sólo algún pajarillo frágil
baja a beber en los canteros del huerto
o se balancea sobre una rama.
Aparece graznando alguna urraca insolente
o alguna oscura grajilla.
Aquellos aguiluchos que planean sobre las nubes
en largas bandadas
¿emigran hacia el Sur?
Este estío persistente
me hace añorar la luz tamizada del otoño.
La luz se filtra en el alma
entumecida por el fuego del verano.
Y la colorea con el verde suave, indeciso,
que poco a poco, amarillento,
la penetra hasta el interior del silencio invernal
y la empapa de un dulce tedio húmedo.
Entonces brotan de nuevo los tiernos sentimientos
y la nostalgia de amores perdidos.
El Refugio, 16 de septiembre, 2012
José Alfredo Pérez Alencar, Luis Frayle, Erika Suhrkamp y Alfonso Ortega, en la Plaza Mayor (foto de Jacqueline Alencar)
II
DETRÁS DEL MONTE
las nubes estallan de promesas.
La oscuridad luminosa
cubre amorosa los campos.
Dice adiós el verano
entre húmedas cortinas transparentes.
Gritan de vivos colores las petunias
y las vides verdean jubilosas.
Esta lluvia benigna calma y sosiega
mi corazón ardiente
y me siento a contemplar el tiempo fugitivo.
La brisa lenta de la tarde
llama al otoño,
evangelio de la serenidad
que busca mi alma.
El Refugio, 20 de septiembre, 2012
David Leite, Alfredo Pérez Alencart, Paulo de Tarso y Luis Frayle (foto de Jacqueline Alencar)
III
EN MI AGRESTE REFUGIO
encuentro mis tesoros.
Huyo de las aulas doradas
donde se exhiben los grandes
y admiro complacido
la plenitud de los pequeños
que pasan por el camino.
Yo también, libre? de amor?, de odio?
contemplo el atardecer de mi vida
cuando se me llenan los ojos
de rostros vivientes
y se me hunden
en este ardiente sol crepuscular
que lentamente huye?
El Refugio, 20 de septiembre, 2012.
Gastón Baquero y Luis Frayle Delgado, en Salamanca. Atrás Carmen Ruiz Barrionuevo y Carlos Thorne (Foto de Jacqueline Alencar)
IV
AQUELLOS NUBARRONES DE AYER
que se burlaban del sol
han engendrado una oscura niebla
y me ocultan el cielo.
Veo mejor las cosas
con esta luz indecisa
y sé que detrás está el misterio.
Se amortigua la verdad insolente
que me grita mentiras desde fuera
y miro hacia dentro
para escuchar las cuitas del silencio.
Sigo las huellas del caminante.
Me voy metiendo en las llamaradas del poniente
para hundirme en ese mar de estrellas.
El Refugio, 25 de septiembre, 2012
Amador Martín, Amat, Sánchez, Alencart, Muñoz Quirós y Frayle, con Salvado y Adelaide, en Castelo Branco (foto de Jacqueline Alencar)
V
YA SE HAN IDO.
Vivieron el estío en pareja
tuvieron sus crías en campaniles y torres de ondas sonoras,
zancudas, metieron las patas rojizas en el lodo de las charcas
y se van en bandadas.
Estarán ahora cruzando Estambul.
Planeaban elegantes al mediodía, largas alas,
cerca de las nubes,
gozando del último sol del verano,
oteando el Sur.
¿Quién ha diseñado tu figura pesada y leve, grácil y poderosa?
Cuidas a tus padres, piadosa,
y vienes a criar hijos en las tierras calientes
de Castilla.
Huyes del frío, que hiela los corazones.
El Refugio, 28 de septiembre, 2012
Antonio Colinas y Luis Frayle Delgado. Atrás José María Muñoz Quirós, Miguel Elías y Araceli Sagüillo (foto de Jacqueline Alencar)
VI
TU SENTIMIENTO OSCURO
como el otoño de la vida, D. Miguel,
que se va metiendo y se hunde en el invierno
de la muerte.
Te admiro, denso pensador,
y me das miedo.
No quiero mirar contigo hacia el abismo.
Desde la serenidad de una tarde de octubre
siento vértigo de mirar tu alma.
Locuaces sabios
están haciendo de ti un fetiche
de barba canosa,
tus anteojos
y tu pechera negra.
Y nadie responde a tus preguntas.
Te abismas en el "sentimiento del vacío"
en el último desconsuelo
como la "sombra de un sueño"
hasta llegar a la consolación
porque quieres que Dios exista para poder amar.
¿Sabes amar, hierático Rector?
Dime ¿qué es el amor?
El amor es una tragedia que engendra
todas las tragedias de la vida.
"Lo más terrible, lo más trágico que en el mundo existe"
Domingo por la tarde. Salamanca, 7 de octubre.
El poeta brasileño Álvaro Alves de Faria y Luis Frayle Delgado, en el Centro de Estudios Brasileños de la Usal (Foto de Jacqueline Alencar)
VII
MIRO EN EL ESPEJO DEL TIEMPO
y veo una figura en el ocaso,
como una mujer de mil caras
que me abandona
en un vacío paisaje otoñal.
Va perdiendo el color a estallidos amarillentos
y se refleja en el poniente que se abrasa.
Alargo mis manos y se desliza entre mis dedos.
Se desgajan las hojas de mi alma
para morir sobre la tierra
bajo los interrogantes escritos en el cielo.
Mis ojos penetran hasta el fondo de la memoria
traspasando el cristal
y se encuentran con el hondón de los años.
Las galeras en que atravesé los mares
y los verdes campos,
las ciudades descubiertas
y los restos de mis naufragios.
Salamanca, 12 de octubre, 2012.
Poetas, pintores y ensayistas en el Refugio de Luis Frayle: Josefina Verde, Jacqueline Alencar, Verónica Amat, A. P. Alencart, Lisa y Miguel Ángel Gasco
VIII
Veo mi jardín como el otoño,
hojas marchitas.
(MSL. Por correo electrónico)
ESAS HOJAS MUSTIAS
que estallarán de tristeza
en algún crepúsculo de octubre
irán muriendo suavemente
sobre la tierra materna
Escucha, amiga,
detrás de las arboledas otoñales
se oye una música cálida
en los arreboles del anochecer.
Ese resplandor de oro en el horizonte
recoge los frutos
de todas tus sonrisas y tus lágrimas
y el amor que has guardado
durante tantos años.
Cultiva tu jardín secreto
y cuida la buena tierra de tu alma.
Con manos amorosas
cubre de cariño las semillas
como llevabas a tus hijos en el seno.
Después del invierno
arden las tinieblas.
Salamanca, en mi biblioteca, 21 de octubre, 2012
José Alfredo Pérez Alencar, A. P. Alencart, Nancy Morejón, Jacqueline Alencar y Luis Frayle Delgado, en el Ayuntamiento de Salamanca
IX
LA LLUVIA SE LEVANTA
a los rayos ardidos del crepúsculo.
Recorro el camino de tierra y cuarzo
y voy viendo reflejados mis recuerdos
en los nubarrones que asedian el ocaso.
Son los mismos rostros,
los que clavaron sus ojos en mis ojos,
grabaron a fuego lento
sus almas en mi alma.
Vuelven siempre
a decirme la misma verdad,
a entonar los cantos de añoranza.
Que la belleza y el amor
me persiguen
más allá de las cumbres de los montes.
El Refugio, 26 de octubre, 2012
António Salvado y Luis Frayle Delgado, en Salamanca (Foto de Jacqueline Alencar)
X
RECORRO LAS HORAS LENTAS
de un noviembre opaco
con aromas de lluvia y tempestad
entre encinares
y el dolor de crisantemos.
Halloween chilla violento
y mueren la muchachas
asfixiadas en una fiesta por la luz de las bengalas.
Me voy por veredas ocultas
conversando en silencio
con todos los que quiero.
Mi amigo Quintín, el último,
se fue filosofando.
Y la madre de mi amiga Blanca
voló como pavesa.
Eternamente todos,
juntos los que hemos amado y los que amamos.
En la tibia soledad de la tarde,
que satura mis ojos de aroma de jazmines
junto al macizo de dalias rojas
estoy aquí esperando.
El Refugio, 7 de noviembre, 2012
A. P. Alencart y Luis Frayle Delgado, dirimiendo 'contiendas' en El Arco (foto de Jacqueline Alencar
XI
LOS BARRANCOS AL TRASLUZ DEL OCASO
anegados por la lluvia
que se derrumba
sobre el resplandor naciente de la noche.
Mis pensamientos
como agua hostigada
sobre el rostro.
Mi alma espera
la calma del invierno
de esta dura tierra
de vendavales.
Aquí puedo reconocer
el gozoso dolor de amar,
cuando unos ojos se vislumbran
en los cendales claroscuros
de mi atardecer.
El Refugio, 26 de noviembre, 2012
Los poetas Judicael Mbella (Gabón), Hugo Mujica (Argentina), A. P. Alencart y Luis Frayle Delgado (Foto de Jacqueline Alencar)
XII
Como las esperanzas
son los laureles
nunca dan fruto
siempre están verdes.
(Canción popular)
SUBEN LAS NUBES
suaves
y devoran el sol.
Atravesadas de lanzas blancas.
Solo. En el escenario
de una tempestad
sin destino.
Tierra reseca mi alma.
Abre sus fauces
a toda la hermosura.
La lluvia se oculta
en la negrura de los nimbos.
Espero la descarga
de agua y fuego
que sacie la sed que me devora.
Insaciables anhelos.
De nuevo los fuegos del horizonte
consumen mis deseos eternos.
El Refugio-Salamanca, 29 de noviembre, 2012
Jacqueline Alencar y Luis Frayle Delgado
XIII
Je vais dans ma cabane, au fon de mon jardin.
(Michel Onfray. Le Recours au forêts)
ME ALEJO PARA ESTAR MÁS CERCA.
Cuando pasa el campesino
o apacienta sus ganados
puedo ver mi existencia desnuda.
Me dejo cubrir por el manto de la inocencia
mientras vuelan bandadas de golondrinas.
Escucho el silencio
y puedo oír el canto del arroyo de mi valle.
El vendaval agita la cabellera del encinar
y conozco mis pasiones dentro de mí.
Miro las últimas petunias
que no quieren morirse.
Y el acebo y el laurel perennes.
El Refugio, 21 de diciembre, 2012
Merienda en el Refugio (foto de Jacqueline Alencar)
XIV
Marco, esto no se consigue con palabras;
para ser amado, ama.
(Marcial. Epig. l VI, 9, ver. 10)
FUGAZ.
Como el aroma del jazmín,
como las blancas flores que lloran
en los jarales de primavera.
Todo huye.
Y el amor permanece
callado
en lo más hondo.
Atraviesa todos los vacíos.
Se te agarra a las entrañas
y se multiplica
como la hiedra.
El eco del silencio
vuelve a ti
cuando lanzas la flecha:
una sola herida.
Y nos deja el corazón abierto.
Salamanca, último día de 2012
Canciones del Arco, del humanista salmantino Luis Frayle Delgado, contiene dos libros de una extensa partitura donde gotea el amor para que el cielo no rompa las costillas, quiero decir el alma y su dolor, aquí, entre las albahacas del mundo, entre los amarantos rojos de una tierra nada ajena a él, al lugar de su nascencia. Por esos campos -que colindan con su refugio de El Arco- brot?
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