"Los profesionales del centro ya han empezado a preparar material, por si hubiera un segundo aislamiento, para estar preparados con el fin de que los chicos tengan una forma de trabajar en casa"
La pandemia ha afectado de manera importante a los colectivos de discapacidad intelectual, tal y como ha confirmado a SALAMANCA AL DÍA la trabajadora social de Insolamis, asociación sin ánimo de lucro dedicada a estas personas. María José Martín afirma que "todos nos hemos visto afectado de una u otra forma pero muchos usuarios de INSOLAMIS han perdido habilidades sociales y el relacionarse con otras personas, los monitores veían que algunos estaban como perdidos y sabían que muchos no se habían relacionado con más gente fuera de sus casas".
En este sentido, explicaba que, "al ver estas consecuencias derivadas del primer confinamiento, los profesionales del centro ya han empezado a preparar material, por si hubiera un segundo aislamiento, para estar preparados con el fin de que los chicos tengan una forma de trabajar en casa".
La figura del facilitador
Recordando lo sucedido desde marzo, María José explica que vivieron momentos duros con la pandemia, se veían perdidos al principio y tuvieron que ponerse manos a la obra rápidamente. Aunque el día 15 de marzo les informaron que tenían que cerrar, creían que sería cuestión de un par de semanas pero al ver las prórrogas del estado de alarma tuvieron que ponerse en marcha con la figura del facilitador.
Se trata de un profesional que es la referencia para la persona con discapacidad, el tutor que se pone en contacto con los usuarios y familias para ver cómo están o qué necesitan. Una vez recogidas todas las necesidades, el servicio de ocio empezó a elaborar vídeos de deporte para Youtube y se creó un grupo de WhatsApp para interactuar con los chicos, "llamábamos a las familias mínimo una vez por semana y ellos nos llamaban pidiendo ayuda para poder salir de paseo, qué documentos necesitaban o cómo volvían a casa si estaban fuera de la provincia, y desde aquí les ayudábamos".
Una vez que se permitió salir a hacer paseos terapéuticos, Insolami puso en marcha un sistema de profesionales que acompañaban a cada persona a pasear de forma individual y más adelante por grupos
A partir del 15 de junio la asociación volvió a abrir sus puertas, aunque el miedo hizo que apenas 15 usuarios llegasen hasta allí. Así, divididos en grupos de cinco empezaron a realizar actividades en la calle.
La trabajadora social de Insolamis relata que "hemos adaptado muy bien la forma de trabajo a la situación, ahora se hacen seis agrupaciones con ocho personas cada una, con las mismas actividades y en burbuja (las mismas personas para las actividades, descanso, comida..) pero con diferentes profesionales (3 grupos con unos profesionales y los otros 3 grupos con otros profesionales). Así, todos los chicos hacen las mismas actividades pero controlamos mucho los contactos".
Menos pedidos al centro especial de empleo
En total, Insolamis cuenta con 52 usuarios, junto a los siete que comprende el centro especial de empleo. En cuanto a este programa, Martín destaca que "es la parte productiva, funciona como una empresa y trabajan bajo pedido con el manipulado (cesta de navidad, calendarios u otros artículos). Aquí también hemos notado la pandemia, porque, por ejemplo, la Universidad de Salamanca era uno de los principales clientes, que encargaba carpetas para cursos extraordinarios y congresos, que ahora no se celebran".
Son algunos retazos del día a día, en mitad de la actual crisis sanitaria, de Insolamis, que se fundó en 1997 para lograr la promoción y formación de las personas con discapacidad intelectual, así como su integración socio-laboral y la mejora de su calidad de vida. Desde la asociación ofrecen actividades como carteo, taller, musicoterapia o el programa "déjame que te cuente", una iniciativa en la que los usuarios explican qué es Insolamis en sus visitas.
Fotos de Lydia González