Estaría bien echar una mirada a este periodo de pandemia desde mi perspectiva provinciana, es decir, lo que yo he vivido en la soledad de mi casa en relación telefónica con mis hijos y amigos, y correo electrónico, y con algunas visitas de mis hijos después del confinamiento que ha durado creo que cerca de tres meses. Ha sido un tiempo inesperado e insólito, que ha cambiado completamente nuestras vidas, que seguramente ya no podrán ser como antes. A todos nos ha afectado y el miedo a lo desconocido y lo que conocíamos por las noticias, que hacía estragos en gentes unas veces conocidas y otras, de alguna manera, cercana. A unos nos ha afectado directamente, a otros colateralmente, y creo estar entre estos últimos. Ya el hecho de estar recluido en casa en la soledad, sin las visitas habituales es algo que afecta al cuerpo y sobre todo al ánimo de cada persona, aunque sea de manera diferente. Los medios actuales de comunicación que en este tiempo han avanzado mucho, como obligados por la necesidad me han tenido al corriente de lo que pasaba Para mí información válida era la de mis familiares y amigos. No me ha interesado tanto la información de los organismos oficiales de los gobiernos, que con frecuencia llegaba y llega adulterada por la política partidista y otros motivos espúreos que según podemos ver hoy todavía influyen con frecuencia, ajenos a la sanidad.
Si recuerdo el verano, pasado, ha sido realmente distinto. Era el momento de recibir y gozar de la presencia y compañía de familia y amigos Este año no han venido mis amigos, y mis hijos han venido menos, por las precauciones y reservas que hay que tener. Si bien, han estado conmigo en los momentos más difíciles. Y ahora mismo, que estamos en un nuevo brote, aprovechan el momento propicio para venir y estar conmigo, siempre que es posible.
Se detectó la pandemi , venida de China en marzo, al menos oficialmente, aunque estaba presente desde finales del 19. y ahora estamos en un nuevo brote con confinamiento para muchas ciudades, decretado por los gobiernos no siempre con criterios estrictamente sanitarios. Y sobre todo estamos todos obligados a observar las normas y medidas necesarias para evitar el contagio, como es el uso de mascarilla y conservar la distancia conveniente entre las personas, en lugares públicos y privados.
Esperemos a ver por dónde van los acontecimientos, y confiemos en que al menos avancen las técnicas de detección del virus en las personas, y la ciencia médica consiga fármacos para curar la enfermedad. Pues una vacuna para todos parece que todavía está muy lejana, aunque los gobiernos vendan la piel del oso antes de cazarlo.
Así ha visto este mirador la pandemia desde su retiro provinciano.
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