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Convivir con los pobres
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Convivir con los pobres

Actualizado 20/11/2020
Juan Robles

A los pobres los hemos tenido y los tendremos siempre con nosotros

Convivir con los pobres | Imagen 1El tema de los pobres no es nuevo. Y tampoco se puede decir que esté de moda. A los pobres, como diría el Señor de Nazaret, los hemos tenido y los tendremos siempre con nosotros. Pero si, en un mundo evolucionado y enriquecido, resulta que teníamos cerca de mil millones de pobres, ahora, con ocasión de la pandemia del coronavirus, aparecen muy claramente los afectados por el paro debido al cierre de multitud de negocios, sobre todo de pequeñas y medianas empresas, pero también otras empresas mayores que, si no cierran sus puertas, ven disminuido el negocio y pasan a proceder al despido de buen número de sus trabajadores.

Muchas personas que antes se las arreglaban aunque fuera austeramente, ahora no les queda más remedio, para poder llevarse a la boca el pan de cada día, tienen que acudir a los centros de distribución de comidas, o apuntarse a la recogida de bolsas de alimentación y de aseo que les permita una medio digna existencia.

Hay que agradecer a instituciones eclesiales, como Caritas, a ONGs de ayuda a necesitados, a Cruz Roja, a los bancos de alimentos y otros, que salgan al encuentro de los más necesitados. Aunque, si hasta ahora han podido llegar a cubrir las necesidades mínimas de los desfavorecidos, ahora empiezan a encontrarse con tantas necesidades que no pueden llegar a atender a todos los que a ellos acuden, porque han crecido en número y porque los donantes están empezando a sentirse impotentes para responder a las necesidades crecientes.

Y la crisis apenas ha comenzado. Se esperan necesidades fruto de una crisis económica, social y política, a la que ni siquiera el estado puede concurrir eficazmente, a no ser que nos propongamos unirnos todos para afrontar la grave situación que nos espera. Y se ve difícil que entre nosotros podamos llegar en estos momentos a entendimientos básicos y extraordinarios como los que la situación reclama.

Ya antes de la pandemia del covid-19, concretamente hace cuatro años, al terminar la celebración del Año de la Misericordia, el Papa Francisco había establecido que, en el penúltimo domingo del año litúrgico, a finales del mes de noviembre, inmediatamente antes del último domingo, en el que se celebra la fiesta de Cristo Rey, se celebrase el Día Mundial de los Pobres. De los pobres, no de la pobreza, porque los pobres tienen rostro, son personas concretas, y están afectados por necesidades o carencias concretas. Celebrábamos esta jornada papal el pasado domingo, día 15.

Y el Papa este año ha querido estimularnos mediante un largo e iluminador Mensaje, que firmó el día 13 de junio, fiesta de San Antonio. El lema de la jornada ha sido provocador: "Tiende tu mano al pobre". El Papa invita a apostar por los últimos y los más necesitados. Una invitación a mantener la mirada fija en quienes tienden sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra solidaridad. Son hermanos nuestros y están dotados de la máxima dignidad como personas.

El Papa subraya que este año la jornada mundial de los pobres está marcada por una pandemia que ha zarandeado el mundo. Y ha puesto nuevos rostros a la pobreza. Ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto. Aunque también hemos visto cómo a nuestro alrededor se tendían muchas manos.

Nosotros tenemos a la vista cada día los rostros de los pobres que circulan por nuestras calles, o se acercan a nuestras parroquias o centros de alimentación básica, para los que no pueden remediar sus necesidades en otras partes. Pero seríamos cortos de miras y marcados por un incomprensible egoísmo si no alargamos nuestra mirada a las necesidades, ordinarias y extraordinarias sobrevenidas con ocasión de la pandemia, que tienen multitud de personas, y especialmente niños y personas más débiles, en los espacios del tercer mundo, y en los países de misión, en los continentes diversos del nuestro: África, América, Asia y Oceanía.

La jornada de los pobres se celebra en todo el mundo. Y ojalá pueda llegar a mitigar de algún modo las necesidades de todos los que son víctimas de la pobreza. Estamos llamados a convivir siendo pobres con los pobres.

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