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Araceli Sagüillo y cuatro textos de su “Inefable tierra”
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Araceli Sagüillo y cuatro textos de su “Inefable tierra”

Actualizado 11/11/2020
Alfredo Pérez Alencart

Araceli Sagüillo y cuatro textos de su “Inefable tierra” | Imagen 1Portada de Inefable tierra, de Araceli Sgüillo

Me alegra, y emociona, tener ante mis ojos el último poemario publicado por Araceli Sagüillo: "Inefable tierra" (Ediciones Vitrubio, Madrid, 2020). Si en días pasados difundí ?en la revista 'Crear en Salamanca'- siete poemas de la primera parte del mismo, ahora dejo conocer los primeros cuatro textos de la parte segunda, titulada "La porfía de las paredes vivas", que tienen como pórtico cuatro versos esenciales de Andrés Quintanilla Buey: "Las preguntas y respuestas,/ en los ojos, no en los labios./ Ninguna palabra, solos entre nubes y entre pájaros".

Enhorabuena, Araceli, por estos versos de calidad y, sobre todo, tan profundamente arraigados a los avatares y sentimientos que acompañan al ser humano. Por eso serán, no solo comprendidos, sino también entrañados por muchos.

Araceli Sagüillo y cuatro textos de su “Inefable tierra” | Imagen 2Araceli Sagüillo leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca, durante uno de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos ( foto de José Amador Martín)

PORFÍA DE LAS PAREDES VIVAS

Estamos repetidos,

nos miramos a los ojos como los vencejos vigilan la noche. Y somos los silenciosos incomprendidos muchas veces,

huyendo de un mundo que gira entre las calles desoladas,

en un día radiante y ardido. Nuestro mundo cabalga entre los recuerdos guardados

en el empedrado dolor de las respuestas,

se adivina un sinfín de arrebatos donde al final del país

el perdón se respire.

Y nos sentimos héroes, al soportar el mundo por respuesta;

este mundo lleno amor, de odio y desilusiones

se clava en el quicio de la puerta. Postergada sobre la tierra húmeda sin cántico sin conciencia,

le llega la luz a una rosa, crecida de repente.

Fue suficiente ver nacer el día aparcar la voz en una lágrima, zarpar a toda costa.

Fue suficiente acomodar la luz que nos asiste,

será suficiente ver llegar la noche.

Sabes lo difícil que es vivir

en las alboradas de las atardecidas, sin voz que diga de verdad

nuestra costumbre. Repetimos las palabras que sabemos de memoria, y se multiplica la vida

a fuerza de tesón y de cansancio. Hoy, atraídos por mil latidos juntos, anidan en nosotros los gorriones más tristes.

Deja deshabitar la verdad que nos rodea, y pulsa la sonrisa al final de cada beso.

Encontrarás junto a ti las alas al amanecer.

Araceli Sagüillo y cuatro textos de su “Inefable tierra” | Imagen 3

Cecilia Álvarez, Jacqueline Alencar, Araceli Sagüillo y Pilar Fernández Labrador, en el Colegio Fonseca de la Universidad de Salamanca

Cuando llegaste nos abrazamos como si fuéramos a morir.

Sin palabras,

que las palabras dan sed

y solo queda una gota en la memoria.

Se ensombrecen las miradas, entre estatuas y piedras resignadas, y el cielo se cubre de nubes.

Fuimos refugio de una lluvia agazapada en nuestros cuerpos, y escuchamos respirar al mundo deslizándose entre el brillo del asfalto.

Hasta nosotros aquel olor a lluvia de los árboles acariciándose,

en busca de rosaledas impacientes.

Y se caldeó la hora, del calor del sol apenas escondido.

La Ciudad en calma, todo sosiego, perfectamente silencioso.

Eras tú el hilo del sentir,

el color especial de tu voz, quien dijera cómo besarte,

cómo reprimir aquellas palabras, tan nuestras, y solo nuestras...

Eras tú, solo tú,

donde apoyar la sonrisa, los sueños,

hechos de mares y de barcos.

Aquel tiempo

fueron los amores de antes, copos

de sangre caliente en un bosque de árboles estrangulados, piezas de madera roja ardiendo en el fuego del dolor. Eras tú, solo tú,

el único espacio que se convirtió en un vuelo,

demasiado rápido.

Araceli Sagüillo y cuatro textos de su “Inefable tierra” | Imagen 4 Araceli Sagüillo, con Andrés Quintanilla Buey, A. P. Alencart y Verónica Amat (foto de Jacqueline Alencart)

Nacida en Palencia (España), Araceli Sagüillo, fue hasta 2018 la coordinadora del reconocido ámbito cultural "Los viernes del Sarmiento", que se celebraba semanalmente en Valladolid y que sumó más de 2000 actos literarios. Desde entonces es asidua invitada a los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran anualmente en Salamanca, en cuyas antologías se recogen sus poemas. Tiene publicados una decena de poemarios, como La charca de los lirios (1994), Mujer (1996), Tiempo de silencio (1999), Las voces (2003), el poema dramático En la alameda (2004), El ático vacío (2009), Treciembre existe (2011), Las Moiras (2016) o Nosotros (2018), entre otros. Su poesía ha sido traducida al italiano, croata, búlgaro, árabe y portugués. Los poemas que ahora se presentan han sido publicados en su último libro, Inefable tierra (2010), aparecido bajo el sello de Ediciones Vitrubio, de Madrid.

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