Para esta ganadería salmantina, verse anunciados en las ferias se plantea como "un reto casi imposible" aunque no pierden la fe y las ganas de mantener un legado histórico
Cada rincón del Campo Charro guarda la ausencia de toda una vida entregada al toro bravo. La naturaleza en plenitud. El poder del silencio. En Terrones se respira aroma a la tradición, a lo antiguo, a la fidelidad de un encaste. Paloma Sánchez Rico, propietaria y nombre que lleva esta ganadería salmantina no se rinde en su empeño de mantener vivo un legado. Pasión heredada que trasmite la ganadera cuando habla y analiza la situación actual. "En Terrones ha habido toros bravos desde antes incluso de que viviera aquí mi bisabuela. Yo nací en esta misma casa donde ahora estamos sentados. Miro y veo mi infancia, mi adolescencia y toda mi vida. Mantener esto es muy sacrificado porque no hemos tocado nada. Yo lucho cada día por mantener la ganadería y así lo trasmito a mis dos hijos (Rafael y Andrés) pero es muy complicado", explica.
Su origen se remonta a muchas décadas atrás cuando llegaron a convivir hasta cuatro ganaderías en los cuatro cuartos que aún se mantienen. "Al morir mis tíos, ya cogí las riendas en 1994 y compré ganado bravo y nunca hemos renunciado del hierro, el hierro de la estrella es de mi bisabuelo y nunca lo hemos perdido. Compré a Clairac en el 1997 un lote porque si algo teníamos mi marido y yo es que queríamos comprar un encaste propio de Salamanca, en ningún momento me planteé comprar en Andalucía, así como teníamos claro que no iba a ser un encaste convencional, porque nosotros somos toristas, por eso Parladé siempre ha sido y es nuestra apuesta".
De todos los ganaderos que han luchado por mantener el legado de Terrones, sólo lo ha logrado Paloma Sánchez Rico, aunque lidiar en las Ferias resulta ser como "un reto casi imposible". "Es muy difícil vender nuestros animales porque es un encaste exigente que los toreros no quieren pero a pesar de todo no nos rendimos. No te puedes imaginar cómo nos salen los tentaderos, por eso no perdemos la fe. Este año teníamos apalabrada una novillada en Francia pero con el Covid todo se ha frenado, esta temporada teníamos ilusiones con varias cosas que creemos que podían salir, pero resistiremos. Muchos ganaderos se han visto obligados por la situación económica a tener que mandar a sus toros al matadero y yo presumo de haber aguantado, no he matado ni un solo animal", explica.
Define a sus animales como "bravos, encastados y bonitos de cara". Sus toreros salmantinos de la casa actualmente son los hermanos Castaño, y "tantos y tantos toreros que han pasado por aquí". Por mencionar algunos nombres, recuerda a Serafín Marín, Eduardo Gallo, Uceda Leal? En la época ya de sus antecesores recuerdan con especial emoción a los hermanos Esplá. "Luis Franscisco Esplá vivió aquí meses para entrenar en la época de mis tíos, era como su casa", recuerda. Sus rincones, asegura, están llenos de historias, y así lo reflejan las centenares de fotografías que llenan las paredes de la casa familiar: estampas de Manolete, Domingo Ortega, Victoriano de la Serna?
Los problemas de la Fiesta
La ganadera habla claro para analizar la situación actual que atraviesa la Fiesta de los toros. Para ella, no ha sido esta crisis sanitaria la que ha derivado que todo acabe en problemas serios para el sector, si no que los problemas que ya sufrían los ganaderos "se remontan a muchos años atrás". "Esto se ha convertido en un monopolio, llevan todo entre unos cuantos y solo se lidian las ganaderías comerciales, las de siempre. Cada tarde los mismos toreros y las mismas ganaderías, así es imposible. Además de eso, hay otros problemas que venimos arrastrando y pasan por la masificación de toros pues todo el mundo que ha querido se ha hecho ganadero, somos muchísimos; a esto se suma la falta de variedad de encastes y lo que decía antes, la poco variedad a la hora de componer un cartel diferente. Hay veces que en San Isidro se repiten hasta tres tardes la misma ganadería cuando muchos estamos aquí apostando por una ganadería a la espera de una llamada y poder lidiar, es muy triste y a veces desesperante", relata.
"¿Por qué nos mantenemos aquí? Por dos cosas fundamentales: por tradición y por afición. Como no vivimos de esto, tenemos esa suerte, nos podemos permitir seguir aquí dando ya las últimas bocanadas", completa. A pesar de no gustarle "en absoluto", el año pasado vendieron toros para ser corridos en las calles "dada la situación económica", y han apostado por el ganado manso para sopesar los gastos diarios que conlleva mantener una ganadería de bravo. Su esperanza se mantiene viva a pesar de que se "choquen contra un muro" cada temporada.
La importancia del tercio de varas
Ahora que el tercio de varas está cuestionado más que nunca, Paloma Sánchez Rico asegura que en esta casa se trata de "lo más importante e incuestionable a la hora de la selección". "Nosotros en los tentaderos ponemos a las vacas al caballo hasta seis o siete veces, si no empuja, no nos sirve. Ahí es sin duda donde se ve la bravura aunque con esta nueva moda no se le da la importancia que se merece este tercio. Vamos a las plazas y vemos que a los toros se les da un puyazo y ya está, parece que lo único que se trata es dar pases. Mantener la tradición es fundamental en el toreo".
A pesar de todos los sinsabores de ver como cada temporada se pasa en blanco sin ver su nombre anunciado en los carteles, siempre se agarra a algo para seguir luchando. "Lo único que quiero es lidiar, tener esa intriga de ver cómo responden los animales en las plazas porque sé el interés que le ponemos. Es un toro que una vez que el torero lo ha encajado le puedes dar mil pases, y humilla, y tienen ritmo, y codicia. No es por pasión, pero creemos que muchos de nuestros animales serían extraordinarios para el espectáculo en la plaza e ilusionar en el tendido. Hasta el momento nunca me he planteado vender todo y dejarlo, porque para mí el ganado bravo va relacionado con esta casa, si no estar aquí dejaría de tener sentido", concluye.