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'Quia Leo sum' (Las cargas hipotecarias en España)
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'Quia Leo sum' (Las cargas hipotecarias en España)

Actualizado 01/10/2020
Luis Castro Berrojo

'Quia Leo sum' (Las cargas hipotecarias en España) | Imagen 1
Sin demasiada polémica se ha tramitado la fusión de Bankia y de Caixabank, un gran paso en el ya largo camino de la concentración de bancos y cajas de ahorro españoles. El proceso, acelerado por las crisis de 2008 y la actual de la epidemia, ha hecho que de más de sesenta entidades existentes hace unos años, se haya pasado ahora a tan sólo unas diez y, según los expertos, a medio plazo abocaremos a un marcado oligopolio bancario, con sólo tres grandes entidades y alguna pequeña más de ámbito o local.
Desde el punto de vista del cliente, pocas ventajas cabe esperar de este proceso, que implica una reducción de la competencia (por no hablar de las plantillas). Y, si no tiene ya sentido añorar la "obra social" de las cajas de ahorros, al menos podemos criticar que el gobierno no haya aprovechado la ocasión para aumentar la presencia de lo público en un ámbito clave, cuya gestión inversora es decisiva en todos los sectores económicos importantes: energético, inmobiliario, comunicaciones, seguros, etc. Hablamos, por otro lado, de un agente que fue el principal responsable de la crisis de 2008 como consecuencia de comportamientos especulativos persistentes en el mercado inmobiliario, algo que nos ha costado mucho dinero a todos los contribuyentes, inflando una deuda pública ya desorbitada.
Con este telón de fondo, no cabe sino lo aplaudir la reciente sentencia del Tribunal supremo de la UE, que considera abusivos los cargos que se vienen exigiendo al contratar una hipoteca en España. Esta sentencia confirma otra anterior del Tribunal supremo español y, pendiente aún su interpretación y aplicación en nuestro país, podría implicar la reclamación y la devolución a los clientes de los pagos por la tasación de la vivienda, apertura de hipoteca, gestoría y registro de la propiedad, aunque no el impuesto sobre actos jurídicos documentados.

ss="estilo_texto" style="text-align: justify;">A cuantos hemos tenido que afrontar esta experiencia nos ha quedado una desagradable sensación de abuso por parte de las entidades bancarias, que en estos temas actúan al unísono. Pues a los gastos señalados habría que añadir el del seguro de amortización, generalmente contratado con la misma entidad, y, si el piso es de segunda mano, el impuesto de plusvalía, que, se quiera o no, el vendedor repercute en el precio del inmueble (o, en algún caso, lo pasa sin más al comprador). Sobra decir que todas estas cargas, que pueden suponer un encarecimiento de más del 15 % del precio de la vivienda, han hecho y hacen más difícil o imposible el acceso a la vivienda para muchas personas con escasos recursos.

Después de años o décadas arrastrando los pagos por la amortización y los intereses (o afrontando la factura por una cancelación anticipada), si hemos podido llega al final y no nos han desahuciado, para tramitar la cancelación de nuevo hay que pasar por las horcas caudinas del registro, el notario y, a veces, la gestoría. Si nuestra situación económica nos ha permitido redimir puntualmente todas esas obligaciones, podríamos esperar del banco una palmadita en la espalda y, por qué no, algún detalle de agradecimiento por nuestra buena conducta clientelar (una cubertería, un reloj Smart, un viaje de fin de semana). Pues no señor, aun nos reserva la puntilla: el banco te exige un pago final por cancelación de la hipoteca. ¿Por qué? Porque sí, porque así está establecido y, se supone, tolerado por las autoridades, corresponsables de toda esta trama financiera explotadora.
Así pues, ya que el poder ejecutivo se inhibe a la hora de frenar estas prácticas del sector bancario (quizá tengan algo que ver si en ello las socorridas "puertas giratorias"), es gratificante ver que, aunque tarde, los tribunales empiezan a limarle las uñas al león bancario. Bien es cierto que nos dan una de cal y otra de arena, a la vista de la exculpación de la (¿supuesta?) estafa de Bankia con su salida a bolsa.
(Foto: Europa Press)

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