"Es un espacio con mucho producto fresco, amplio y abierto, que te da más seguridad", subraya respecto a las instalaciones en las que las medidas de seguridad también son claves
"La pandemia nos ha afectado directamente, nosotros desde el primer día hemos tenido abierto porque éramos servicio mínimo de alimentación, pero los primeros meses teníamos muy poca afluencia de público", explica Mercedes Turrión de la Carnicería 'Javier Vicente', uno de los puestos del Mercado Central de Salamanca. "Nosotros trabajamos con mucha gente de las afueras, del alfoz y de los pueblos, y no podían desplazarse hasta el mercado, con lo cual compraban en sus barrios. Era muy triste porque teníamos abierto y no había gente, había días que no entraba nadie", añade.
Tras el confinamiento y la posterior desescalada, el Mercado Central "se ha ido acondicionando y animando, hemos tenido incluso clientes nuevos que se han dado cuenta de que da más seguridad y tranquilidad comprar en el mercado", añadiendo que "es un espacio con mucho producto fresco, amplio y abierto, que te da más seguridad", y de hecho, como añade, "hemos notado que ha venido gente nueva, pero han venido tímidamente". En su caso, reconoce que "tenemos una sensación de tristeza, porque el turismo no se ha movido como en otras épocas, el verano se ha notado un poco más animado aunque otros años se trabaja muy bien con la gente que viene de vacaciones a los pueblos".
Respecto al futuro, asegura que "estamos expectantes pero esperanzados, si no ponen medidas muy restrictivas esperamos que la gente se siga animando a venir", aunque "de cara al invierno nos da miedo, estamos un poco bajos, se prevé que, al haber peor tiempo, no haber terrazas y salir menos, la gente va a comprar más por el barrio incluso por el miedo a gastar. Hay gente que le gusta el mercado por encima de todo, se compra tranquilamente, cómodo y el producto no se manipula tanto", concluye.