La psicóloga Carmen Ortiz resume el tratamiento psicológico ofrecido a los sanitarios durante la peor fase de la pandemia
Si un colectivo ha estado sometido a una gran presión durante la época del coronavirus ha sido el sanitario. Ante un virus desconocido, y en plena situación de alarma, todo el personal sanitario ha plantado cara al coronavirus con una carga de trabajo que es capaz de socavar el ánimo a cualquier persona. Para evitar esto, el complejo hospitalario de Salamanca puso en marcha un servicio especializado de atención a los empleados. Carmen Ortiz, psicóloga especialista en psicología clínica, resume la crítica situación a la que se enfrentaron los profesionales durante lo peor de la pandemia.
¿Han sido muchos los profesionales que han precisado de atención psicológica?
No podemos comparar con el pasado, puesto que es una situación excepcional. Es un servicio que no existía y que se ha creado específicamente para el contexto de la urgencia sanitaria que estamos viviendo, por lo que no podemos valorar respecto al pasado. La mayor parte de los profesionales, especialmente los que trabajan con pacientes Covid-19 experimentan un lógico miedo al contagio. Es un miedo que también comparte el resto de la población, pero ellos al tener que trabajar en primera línea lo desarrollan de una manera muy intensa. Esto deriva en un miedo a contagiar a familiares y seres queridos. También el enfado y a veces frustración por ver que muchas personas del público no cumplen las normas básicas de seguridad. La mayor parte de las dificultades que experimentan son emociones adaptativas a la situación que viven y totalmente comprensibles. Además, hay que destacar que son especialmente resilientes, adaptándose a la situación con rapidez. Quizá lo que más necesitan es un apoyo para poder descargar para poder continuar con su labor.
¿Se sienten los profesionales más responsables ante el virus que el resto de la población?
Parece razonable que así sea. En el entorno laboral cumplen las estrictas normas hospitalarias a rajatabla y luego son muy responsables en su entorno familiar. Son los más cautos a la hora de observar las normas una vez terminan su jornada laboral. Ellos han visto el virus más de cerca, son plenamente conscientes de lo que es capaz el virus y por eso es lógico que se muestren muy frustrados al ver que muchas personas no cumplen con la distancia social o no llevan mascarilla.
¿Cómo ha afectado a los sanitarios la gran carga de trabajo durante lo peor de la pandemia?
La carga ha sido bastante grande y se ha sumado también el movimiento dentro del hospital. Como ha sido necesario mucho personal en plantas Covid, muchos profesionales han tenido que abandonar sus puestos habituales para ir a reforzar. Es algo que puede producir mucho estrés debido al tono de gran urgencia que se vivió en el estado de alarma. Un entorno totalmente diferente, nuevos cometidos, o verse limitados al teletrabajo cuando están acostumbrados a hacerlo en persona. Y todos estos cambios se produjero de un día para otro. Si a nuevas responsabilidades de desempeñar un nuevo puesto, le sumamos la responsabilidad de cuidar bien de los pacientes, pues se genera mucho más estrés.
¿Las grandes muestras de apoyo, como los aplausos sanitarios, subieron mucho la moral de los profesionales?
La verdad es que no es un tema que aparezca mucho en las conversaciones que hemos tenido con los compañeros. Sin embargo, sí que se existe la convicción popular de que al principio fue un gran homenaje que se agradeció de corazón y bastante destacado. Sin duda un gran reforzador de la moral. Pero según fueron avanzando los días se fue diluyendo el efecto y ya no fue tan efectivo para el colectivo sanitario. Quizá al principio había la creencia de que esto iba a durar como máximo dos meses, pero a medida que se fue extendiendo, crecía la incertidumbre, el agotamiento y los aplausos importaban menos.
¿La falta de información ha influido en el estado anímico de los profesionales?
Naturalmente. Durante el estado de alarma nos faltaba mucha información, al ser un virus desconocido y una situación totalmente insólita. Y es algo que seguimos experimentando hoy en día. No sabemos si habrá muchos rebrotes, si habrá vacunas o si se alargará mucho. Esto contribuye a hacer la situación más difícil e incierta. Es una situación complicada a nivel emocional. Al principio todos nos activamos físicamente ante estímulos como el cansancio y la complicación. Pero no se puede mantener ese estado mucho tiempo. Hay que aprender a convivir con estas emociones. Esta crisis es nueva, inesperada, pero puede repetirse y los profesionales debemos aprender a aceptar la vulnerabilidad y a gestionar todos los sentimientos que esto está provocando. Creemos que se ha realizado un gran trabajo a todos los niveles. No hemos tratado a ningún compañero que se haya visto superado por las circunstancias y se haya bloqueado sin poder continuar. Necesitan, descansar, tiempo de ocio y necesitan gestionar sus emociones, pero lo están afrontando muy bien y están preparados y desde nuestro servicio se les ofrece un gran apoyo para que lo consigan.