Las parafilias son variantes de la orientación del deseo que deben dejar de ser consideradas problemáticas o desviaciones.
Algunos profesionales y no pocas personas que viven del comercio con la sexualidad, defienden que la mayor parte de las parafilias son diversidades saludables y no desviaciones. Los medios de comunicación y el cine, buscadores de cosas que llamen la atención, se hacen eco comercial de estas conductas que. por minoritarias y, a veces, sorprendentes, "dan audiencia".
Lo cierto es que hay tantas parafilias que no es fácil decir cosas que sirven para todas. De forma breve, esta es nuestra posición.
En primer lugar, están las parafilias que no respetan a los demás, vulnerando su libertad o haciéndoles daño. Son conductas sexuales como la pedofilia (con menores de edad), voyerismo y exhibicionismo (cuando lo hacen sin respetar la libertad de los demás), sadismo-masoquismo (si es ejercido contra la voluntad del otro o llevando a cabo conductas peligrosas), etc. Es evidente que ninguna parafilia se debe imponer a los demás, ni causarle daño, Dos razones, juntas o por separado, que deben llevarnos a tener claro que dichas conductas no son adecuadas desde el punto de vista científico, ético y penal.
En segundo lugar, una parafilia lo es solo si es la única forma de excitarse y el único medio para satisfacer la sexualidad. Si, por ejemplo, a una persona le gusta exhibirse delante de otra que acepta esta conducta, pero también le gusta tener relaciones sexuales que impliquen contacto físico, no es una exhibicionista, sino una persona que disfruta exhibiéndose en un contexto que los observadores o su pareja aceptan. Es decir, solo se puede hablar de parafilias si hay exclusividad, una "manía" conductual que se hace inevitable para satisfacer la sexualidad.
Si una persona adulta abusa de menores, pero también tiene relaciones sexuales con adultos o personas de su edad, no es una persona parafílica. Solo lo es, si únicamente puede excitarse con menores. Claro que si comete abusos sexuales es un delito penal y una falta gravísima de ética sexual.
Pero hay otra razón para no publicitar las parafilias como algo maravilloso, como hacen algunos profesionales y parte del comercio sexual. Las parafilias son, por decirlo así, manías sexuales, que limitan la conducta sexual. Recuerdo que, en una ocasión, una supuesta sexóloga defendía con humor la siguiente parafilia: "un señor solo podía excitarse y satisfacerse, con mujeres que tenían o se ponían trenzas". Como viajaba mucho, se llevaba un juego de trenzas en la maleta y se las ponía a las mujeres con las que ligaba o a las prostitutas, con las que tenía relaciones. Es verdad que no hacía daño a los demás y que su parafilia puede resultar divertida, pero no es menos cierto que esta manía limita sus posibilidades sexuales. Esta conducta es tolerable y hasta puede resultar jocosa, pero ponerla de ejemplo, nos parece demasiado.
¿Por qué tantos medios de comunicación y el mercado sexual nos quieren vender que las parafilias son "normales", divertidas e interesantes?
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