Desde el "síndrome de la cabaña" a la agorafobia, pasando por el lógico miedo al contagio
El confinamiento suele ser una experiencia desagradable para la mayoría porque implica un aislamiento obligatorio y la ruptura con nuestra rutina tal y como la conocíamos. Esta experiencia nos afectará a todos, pero eso no quiere decir que esto suceda de un modo catastrófico porque hay personas que están desarrollando proyectos creativos, otras afianzando la relación con sus seres queridos, deshaciéndose de relaciones tóxicas, encontrando nuevos sentidos a la vida y un largo etcétera. En cambio, solo algunas personas experimentarán más ansiedad, especialmente aquellas con vulnerabilidad previa.
Según informa el diario ABC, el confinamiento y la realidad que estamos viviendo pueden dar lugar al desarrollo de depresión en la medida en que no se construyó una rutina donde existan gratificaciones o se acaban proyectos y trabajos que nos hacían sentir bien con nosotros mismos.
Al parecer, otra fobia psicológica que se está produciendo en esta fase se conoce como « síndrome de la cabaña». Explica la psicóloga Candela Molina que es una forma de llamar a la experiencia de no querer salir a la calle una vez está permitido en las zonas y horarios correspondientes. «Este síndrome se ha dado en personas encarceladas, hospitalizaciones largas o que han vivido periodos de confinamiento. Es normal sentir miedo, angustia e inseguridad ante un entorno social incierto como es el actual», expone.
Por tanto, este síndrome puede ser para la mayoría una fase más de esta crisis, a la que nos iremos adaptando, y solo algunas personas quedarán más sensibilizadas. «Es importante que esas personas entiendan que el miedo se vence exponiéndose a él, y aconsejamos que hagan pequeñas salidas a su ritmo, cortas, donde puedan ir ganando seguridad», recomienda la psicóloga de Cepsim.
Miedo al contagio. Es de lógica, pero dice Pilar Conde, psicóloga y directora técnica de clínicas Orden que muchas personas evitarán situaciones en las que se sientan en peligro. También realizarán de manera compulsiva rituales para reasegurarse que no se han contagiado.
Miedo a la enfermedad. «Puede derivar en aumento de consultas a los médicos, consultas en Internet, acabar teniendo miedo a tener fiebre, lo que derive en problemas de ansiedad, ante síntomas físicos», indica la psicóloga Pilar Conde.
Agorafobia. Una de las fobias más comunes y que ya están teniendo lugar en cientos de personas. Consiste en evitar lugares públicos, tendencia a pasar mucho tiempo en casa por temor a que suceda algo. «Normalmente, sucede vinculado a ataques de pánico. En este caso, el miedo al contagio puede derivar en aumento de ansiedad, dando lugar a ataques o no de pánico, pero reforzando de manera inadecuada las conductas agorafóbicas», aclara Pilar Conde, de Clínica Origen.
Fobia social. Dada la disminución de contactos sociales, puede derivar en personas que ya tuvieran miedo social a una intensificación de la fobia, puesto que durante un tiempo prolongado estará solo en contacto con poca gente.