Hay amores que matan, también hay amores que resucitan. ¿O acaso no son los mismos?
Decir esto no es políticamente correcto, ya lo sé, como lo saben todas las mujeres que llegan al mercado laboral o a cualquier meta que se marquen por ellas mismas y ejercen sus profesiones gracias a su esfuerzo, a su capacidad, a su entrega, que también las hay que llegan de la mano de un hombre que puede ser marido, novio, amante o el que más las haya querido. Ellas son el ojito derecho del mandamás de turno, las que manejan mejor la mano izquierda que la derecha, las más inteligentes aunque no sepan hacer la o con un canuto, las más trabajadoras aunque se pasen la jornada de brazos cruzados y las imprescindibles aunque su trabajo tengan que hacerlo las que ellas tienen por tontas o se quede sin hacer. Seguro que las buenas trabajadoras, las trabajadoras de verdad, las trabajadoras normales, las que despiertan respeto por donde pasan, conocen alguna joyita de estas que tanto daño le hacen al amor, y en estos días, ante las declaraciones del rey emérito don Juan Carlos y su examante doña Corinna, estarán tan indignadas como lo estoy yo.
Cuentan los periódicos que según doña Corinna recibió de don Juan Carlos como regalo de amor 64 o 65 millones de euros, que no sé cuánto dinero es, pero entiendo que una barbaridad. Me parece estupendo que él le haya regalado algo que no puede llamarse regalo, me parece estupendo que ella lo haya aceptado y hasta que piense que lo hizo para recuperarla, porque hay amores que resucitan, pero también hay amores que matan, y el de estos tortolillos parece que ha muerto. Lo que no me parece tan estupendo es que los millones no hayan salido de su bolsillo.
Nada tengo en contra de estos amores que todos conocemos por líos de faldas. Cada cual puede enamorarse de quien quiera y cuando quiera. Lo que me molesta, lo que me indigna, lo que me rebela es que estos enamorados nunca regalan a sus amadas nada de lo suyo, siempre las obsequian con lo de los demás, por eso suelen darse en hombres que el destino los ha puesto en un lugar que les permite disponer de lo ajeno y tienen bula para hacer todo tipo de chanchullos, y el romance que en estos días le resta espacios al coronavirus en todos los medios, es la mejor prueba de ello.
No sabemos si los tribunales serán capaces y tendrán agallas para desenredar este lío de millones que tantas y tan enrevesadas vueltas ha dado para llegar a las manos de la Corinna con tarjeta de regalo por amor. Lo que si sabemos es que el emérito, gracias al desamor de la doña, ha perdido el respeto de los españoles, las simpatías que despertó desde el primer momento tanto en los monárquicos como en los no monárquicos, ha puesto la Corona al borde del precipicio, le ha complicado el reinado a su hijo y actual rey de España y se lo ha puesto muy difícil a los futuros novietes de su amada porque ¿dónde demonios va a encontrar Cupido un hombre tan generoso para lanzarle sus flechas?
Conclusión: Los amores que resucitan son los amores que matan.
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