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José Amador Martín en la cafetería del Casino, elogio de la luz
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EXPOSICIÓN

José Amador Martín en la cafetería del Casino, elogio de la luz

Actualizado 06/07/2020
Charo Alonso

"Una luz que, desde una visión bíblica, es verdad, conocimiento, vida y sabiduría, y ante la que no cabe, según el poeta fotógrafo, más que reconocimiento, agradecimiento, una vez abiertos ojos y obturador al alba que es el alma de los días"

Tras los silenciosos, los quietos meses del confinamiento, la Salamanca cultural se mueve de nuevo, y paso a paso regresamos a esa normalidad que cubre de buena fotografía el lienzo de piedra de la Cafetería del Casino, espacio para exponer el talento de una Salamanca de fotógrafos que recobra su ritmo lento y bello a cada iniciativa. De ahí que esta muestra del poeta y fotógrafo José Amador Martín, colaborador se Salamanca Rtv al Día, sea tan necesaria. Porque nos devuelve a la vida cultural siempre atenta al disparo del obturador.

Salamanca es una ciudad de fotógrafos que sufre la falta de espacios expositivos para un arte que es espejo de la ciudad letrada, río en el que se mira. Por ello no deja de ser un privilegio que los locales con solera, los espacios del encuentro, se conviertan en museo que mirar y admirar. Y la Cafetería del Casino es un muro que ya no podemos concebir sin fotografía, porque al empeño de Alberto se unió el talento y el buen hacer de quien tanto extrañamos: H.S. Tomé, el artista cuya importancia y prestigio siempre se ocultaba tras su carácter humilde, su ser fino y retirado de todo reconocimiento. Él era el encargado de comisariar las exposiciones de fotografía de este lienzo de piedra desde el rigor y el conocimiento. Porque si algo además de modestia le sobraba a este hombre admirable, era su maravillosa técnica, su sabiduría compositiva, su sensibilidad, su trato exquisito, su búsqueda desnuda y serena de la pura belleza.

A Tomé nos lo presentó Amador en las acogedoras mesas del Casino donde su charla sobre fotografía siempre era un regalo y un privilegio. Nadie en Salamanca sabía tanto como Tomé, y su generosidad con el conocimiento, se vertía en su charla y en la elección de las exposiciones de fotografía de la Cafetería del Casino. Suyo era el lienzo infinito donde ahora su silueta, siempre humilde en el reconocimiento, aparece de espaldas, como un exquisito recuerdo tan delicado como él, retrato magnífico de Ramón Rodríguez con el que, la Salamanca que amaba y recorría, mirada sabia, le reconoce con respeto. Un homenaje justo y necesario que ahora compartirá el espacio privilegiado con las exposiciones que siguen sucediéndose porque la cultura no se detiene y el empeño es grande para darle paso.

Como grande es la persona del poeta José Amador Martín. En una ciudad de fotógrafos, Amador es el poeta de la luz, el constante paseante de una Salamanca inagotable a la que el artista sabe reflejar bajo todas las luces. Porque para él "La luz permite distinguir bien las esencias de las cosas". Una luz que, desde una visión bíblica, es verdad, conocimiento, vida y sabiduría, y ante la que no cabe, según el poeta fotógrafo, más que reconocimiento, agradecimiento, una vez abiertos ojos y obturador al alba que es el alma de los días.

Salamanca conoce, ama y se deja recorrer por Amador Martín. Suya es la lectura más fecunda, más entregada de la plaza Mayor. Dueño de una técnica que dice no tener, su empeño es la luz: "La marca de la casa es la luz, mucha sensibilidad y mucha velocidad con lo cual, la luz ilumina el objeto y el fondo desaparece. El contraste es color". Amador Martín hace el inventario en sus imágenes cotidianas, siempre novedosas, de una ciudad que le sorprende a cada paso: la piedra que en sus imágenes es verdaderamente dorada, la silueta de las catedrales en el amanecer y en el exquisito ocaso encendido que tan bien sabe reflejar el poeta, la aldaba del Palacio de Abrantes sólida como el tiempo que pasa por esta ciudad en construcción, detenida al paso de su cámara.

Poeta y visionario de la fotografía, Amador pertenece a una época gloriosa en la que los artistas de la cámara se intercambiaban técnicas y se reunían en asociaciones en las que Tomé ejercía su sabio magisterio apenas percibido. Él decía con delicadeza "Amador se ha quedado en la luz" y el poeta lo reconoce "Me gusta dominar la luz" recordando que uno de los premios que más ama de su trayectoria fue el que le otorgó Tomé, jurado riguroso, titulado "El Premio de la luz". Luz de toda luz que ilumina las palmas del Domingo de Ramos hasta convertirlas en un retrato de lo eterno, como la escalera luminosa que se alza hacia las alturas de una ciudad de cielos infinitos. En Amador Martín la luz crea volúmenes insospechados, matices que parecen salir de la fotografía, encarnarse entre nosotros. Una luz que nos ilumina a cada paso "Afirmación de vida" dice el poeta, mientras afuera, el estío afila el calor hasta pulir los objetos sometidos a su intensidad.

La luz "Afirmación de vida" para Amador Martín, no deja de sorprendernos, como esta ciudad anclada en sus tradiciones, en su magnífico ropaje arquitectónico, su vida en las calles que tan bien sabe retratar el poeta fotógrafo quien nos ha descubierto las virtudes del verso en el papel de plata. Impresión de la mirada, luz de toda luz en poesía convertida. Un lienzo de la piedra charra, densa, hermosa en su falta de talla, apenas desbastada de su real naturaleza, donde recordar aquello que nos falta y siempre está, la mirada sabia de un hombre de mirada clara? la misma con la que Amador Martín siempre recorre la ciudad letrada. Estancias de lo que, felizmente, nunca cambia: elogio de la luz acariciada a través de la fotografía.

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