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Inma Cid, en ZOES haciendo barrio
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LA VOZ DEL BARRIO DEL OESTE

Inma Cid, en ZOES haciendo barrio

Actualizado 05/07/2020
Charo Alonso y Carmen Borrego

"Un barrio en la zona oeste donde no había más que campo, hermosas casas con jardín y después, en los años sesenta, ganas de hacer barrio, hacer ciudad, unir manos? Vecindad peleona del corazón convertida en la galería urbana que recorremos admirados"

Salamanca tiene un barrio con las ventanas abiertas a la cultura, a la participación ciudadana, al comercio cercano ¡Dime, mi niño! Cuarto y mitad de letras y trazos rebeldes, reivindicativos, que tejen la red solidaria del asociacionismo, el tesón, el empuje y la tenaz contundencia con la que se construyeron las casas alrededor del convento carmelita fundado por una épica Teresa de Jesús en 1570, cuyas ruinas guarda la iglesia que asentó las primeras calles del barrio y hasta la sede de ZOES, la asociación vecinal nacida en 1977 para pelear contra los barros de las calles y la falta de un agua que no subía a los pisos. Un barrio en la zona oeste donde no había más que campo, hermosas casas con jardín y después, en los años sesenta, ganas de hacer barrio, hacer ciudad, unir manos? Vecindad peleona del corazón convertida en la galería urbana que recorremos admirados. Insólito puñado de calles donde el empeño de la originalidad se impone a la falta y desde donde Inma Cid conjuga un discurso en plural donde todos caben.

Inma, eres la cara visible de ZOES. ¿Cuándo empezaste en la Asociación?

Llevo aquí desde hace 33 años. Vine de Ciudad Rodrigo y recalé en el barrio. Vi que se hacían cosas, pregunté que si podía colaborar y desde entonces.

La asociación nació en 1977 y fue muy reivindicativa: ¿Había antes más movimiento vecinal?

No se puede comparar porque si algo son las asociaciones de vecinos es que son un reflejo de la vida misma, y la vida de los barrios no se puede comparar de ninguna de las maneras. Por ejemplo, en términos numéricos, imagina: ahora el barrio tiene vecinos reales y virtuales, porque nosotros tenemos más de trece mil seguidores en Facebook, gente del barrio, originaria del barrio, y otros a los que les interesa y les gusta lo que decimos, lo que hacemos y nos sigue.

Lo que no ha cambiado nada es esa voluntad de ayudar al barrio.

¿Para qué estamos? Yo creo que todo esto existe para contribuir al bienestar de todos y en particular del barrio. El primer día que abrimos esta puerta después de la pandemia llegó una señora y dijo que su marido y ella habían estado hablando y habían decidido colaborar dando dinero a quien lo necesitara. Y habían pensado, no en una ONG, sino en alguien del barrio. Por eso se dijeron: "Pasamos por ZOES a ver si conocen algún caso". No se le puede dar a nadie dinero así como así, hay un trabajo social detrás importantísimo, una coordinación con todas las entidades del barrio para saber. Pero esta cercanía que tenemos lo hace inmediato todo.

Frente al coronavirus organizasteis una importante red de ayuda y apoyo ¡Fuisteis pioneros!

El mismo día en que se declaró el estado de alarma ya lanzamos el programa, y nos adelantamos a todos, porque después hemos visto que se ha hecho en otros muchos lugares. Nos paramos a pensar: "Esto significa que no se puede salir a la calle, nos confinan en casa para protegernos. ¿Y las personas mayores del barrio que viven solas y con hijos fuera de Salamanca? Vamos a difundirlo para que sepan que, para ir a la compra, a la farmacia, estamos nosotros". Es increíble, tuvimos una cantidad abrumadora de personas ofreciéndose para semejante tarea, que era arriesgada porque a muchos de ellos ni siquiera los conocíamos, pero ya la experiencia te da capacidad y una serie de estrategias para ver quién se ofrece de verdad y, a partir de ahí, empezaron a llamarnos hijos que se enteraron por las redes sociales de que estábamos ayudando a sus padres y nos lo agradecieron porque estaban tremendamente preocupados, ya que no podían hacer nada desde la distancia.

Si es tan exitoso el modelo vuestro, ¿por qué no lo imita la administración?

La administración yo creo que no entiende lo que es la participación ciudadana.

¿Os apoyan?

¿Perdón? Si yo fuera administración haría otras cosas. Mirad, mensaje de una de las hijas de las personas de las compras, está muy agradecida y con muchas ganas de conocernos personalmente. Esta mujer es doctora, estaba fuera, tuvo el coronavirus y no podía venir de ninguna manera a ayudar a sus padres.

Es para estar orgulloso. ¿Cuánto os dura el orgullo?

El orgullo está ahí siempre, y la ilusión es parte de nosotros como la satisfacción de que hacemos lo que podemos y tenemos que hacer, pero luego, aquí el ritmo es muy trepidante, hay muchos jarros de agua fría y bueno, es un vaivén constante. ¡No hay tiempo!

Esta imagen tan hermosa del barrio con sus casitas maravillosas con jardín que se derribaron en los años sesenta para hacer pisos...

Fíjate, eso genera mucha añoranza pero no quiero ni pensar qué hubiera sido este barrio si siguen así esas casas, vivirían cuatro y personas muy adineradas, porque tener una vivienda así en el centro de la ciudad imagínate lo que sería. La estampa es muy entrañable, sí.

Pero ya la realidad es otra, edificios que se atreven a sacarse los colores? ¿Cómo se inició vuestra Galería Urbana, reconocida en todas partes?

A finales del 2012 veníamos observando que el aspecto del barrio era muy mejorable y pensamos que algo tendríamos que hacer. En los parques no se podía hacer nada porque no hay parques; en las bibliotecas tampoco porque no hay bibliotecas; en el polideportivo no porque no hay polide­por­tivo; en el centro cultural nada, porque no hay centro cultural. Teníamos 504 puertas de garaje? ¡Pues como no hagamos algo con las puertas de garaje! De la necesidad, virtud. Vimos que había un proyecto de un programa de la ONU que planteaba hacer murales con los objetivos del milenio en el que venían los artistas y que requería una ayuda del Ayuntamiento de las ciudades en las que se hacía, lo planteamos y los de la ONU dijeron que sí. ¡Pero el Ayuntamiento no lo vio y dijimos, lo vemos nosotros! Porque nosotros no somos capaces de pensar que no podemos. Total, que dijimos, oye, ¿y si pintamos las puertas de garaje en vez de los murales que hace esta gente, tan grandes? Así las puertas de los garajes serán más bonitas, pasear por la calle será más agradable, podrán tener una oportunidad los artistas que de otra forma no la tendrían? Hicimos una convocatoria en 2013 que fue muy exitosa y estábamos tan subidos de tono que le dijimos al Ayuntamiento: "Anda, ¿y por qué no lo hacemos para las Ferias?" Total, que el Ayuntamiento lo vio oportuno, se convirtió en un festival con un ganador y continuamos año tras año.

Paseas por el barrio del Oeste y te sorprenden los murales, los jardincillos, los lápices y los vítores: "A las familias que sobreviven bajo el umbral de la pobreza" ¡Son increíbles!

Los lápices son del diseñador Felipe Piñuelas, y lo de los vítores fue un proyecto que nos propuso un artista muy popular de origen madrileño, DosJotas. Fue muy buena idea por el arraigo y la tradición que suponen los vítores en nuestra Universidad. Pero ya que se iba a hacer en la calle, lo dedicaríamos a temas más actuales ?propuso el artista? y nosotros dijimos que estaría mejor que la gente del barrio diera los temas. Total, que a él le pareció una idea magnífica y, nada, lo hicimos en varias fases. La primera vuelta fue una lluvia de ideas: ¿De qué os parece que se hagan los vítores? Temas candentes, que nos afectan a todos, nos preocupan a todos? ¡Y salieron?! Poco a poco llegamos a unos cuantos y al artista le gustó muchísimo la idea.

¿Cómo consigues reunir, implicar a la gente?

Es que nosotros somos la gente, la gente somos nosotros. Este espacio es de todos. Esto es más una gran familia que una asociación. Este centro cívico es un espacio común. Aquí, hasta que hicimos las obras, la cocina tenía todo donado de la gente del barrio: una vajilla que alguien retiraba, los vasos, las jarras? Eso es maravilloso, porque normalmente podemos dar lo que nos sobra, pero tantos ejemplos de generosidad que tenemos, creo que solo se hacen cuando se genera un clima de confianza.

Y la cooperación se une al movimiento cultural que lleváis, las iniciativas, la radio?

No sabes cuántas personas se han implicado para ese estudio de radio. Nosotros no creemos que haya otro camino para la transformación social y para el bienestar social que la cultura, la cultura es la herramienta, es el instrumento, es el eje, no hay otro.

Un barrio que peleó por lo básico y que mantiene ese mismo empuje?

Yo no estaba entonces, pero el espíritu ha sido siempre el mismo: cooperación, reivindicación. Mirad, los artistas, cuando vienen aquí, a la galería urbana por ejemplo, están acostumbrados a otros lugares donde les pagan, se compra la pintura, van y ya. Aquí lo que ocurre es que se relacionan con los vecinos, los vecinos han tenido que autorizar su puerta, ¡Es su puerta, que la van a ver en los medios de comunicación! Y eso genera una autoestima colectiva, un sentido de pertenencia, un orgullo así patrio, pero en el mejor sentido de la expresión. El espíritu es el que las cosas se hagan con las personas, porque las personas creen en ello. Aquí se tiene una conciencia clara de que esto es cosa de todos, de que no se quede nadie atrás. Por ejemplo, los monitores de actividades han dicho con la pandemia: "El dinero de mi actividad déjalo por ahí, habrá otras personas que lo necesiten más que yo".

Sois un modelo. ¿Cómo lo hacéis?

Hay una confianza que impulsa. Hay quien piensa que la gente que tiramos de la asociación somos muy capaces, creativos, que tenemos muchas ideas, ¡qué va! Nuestra gente es mucho más creativa, vienen aquí y plantean ideas, te dicen: Oye, podíamos, no me digas que no se puede? Y bueno, contestamos que no podemos hacerlo todo, y hay quien dice: ¿No hemos hecho otras cosas? ¡Pues podíamos hacer esto también! Y esta persona a lo mejor no ha hecho nada, pero lo conjuga de tal forma que ¿cómo no vamos a poder? Eso es buenísimo. Y lo hace todo fácil.

¿Cómo se lleva la fama, Inma?

No hay tiempo, hay mucho trabajo. Hay gente que viene de otros lugares superpotentes que te dicen: "Mirad a ver si nos echáis una mano, vosotros que lo conseguís todo". No, no conseguimos ni la mitad de lo que queremos, pero da esa sensación, como tiramos p'alante, mucha gente se piensa que lo hacemos todo con recursos públicos o tal? ¡No! ¡Mire usted, aquí, arrimando el hombro, mayormente!

Inma, ¿nunca desconectas de ZOES?

Yo estoy aquí a tiempo completo, unas 14 horas diarias, porque me he comprometido con esto. Un artista crea una obra y de alguna forma yo siento que esta es mi obra. Creo que es un privilegio y a mí trabajar mucho no me importa, se aprende muchísimo cuando se quiere aprender, pero también cuando te relacionas con personas de todo tipo, y cuando tienes oportunidad de comunicarte con ellas. Personas de toda edad, condición, intereses, signo político, tendencias de todo tipo, religión? Lo que sea.

¿Hay algún barrio en Salamanca que se compare a este?

No lo sé, creo que cada barrio tiene su idiosincrasia, no hay por qué comparar. Yo creo que este tiene la ventaja de que estás en el centro con ambiente de barrio. A mí, lo que más me gustó cuando era joven y llegué aquí, era que si en verano te despertabas a lo mejor a las 3 o a las 4 de la mañana, podías dar una vuelta por el barrio a sabiendas de que no te iba a pasar absolutamente nada. Aquí lo vives como normal, y no lo es. Había, por ejemplo, una chica italiana que vivió muchos años aquí y decía que cuando entraba al barrio por la calle Wences Moreno, de noche, se relajaba. Era lo que a mí siempre me pasaba. Está mal decirlo, pero si te pasa algo en el barrio, yo creo que los vecinos te ayudan.

Vecinos mayores a los que homenajeáis con un mural. Ahora nos replanteamos el papel de nuestros mayores, pero vosotros os adelantáis?

Aquí hay gente muy mayor que ha vivido esto de siempre, la reivindicación, la participación. Una de las cosas mejores de aquí es la intergeneracionalidad, que vivimos como normal y que a la gente ajena le sorprende. Y son participativos en todo. Estoy en una clase de cocina con una señora de ochenta y tantos y ella nos da cien vueltas a todos.

Es increíble la cantidad de actividades que realizáis en este centro cívico ¡Tenéis hasta un huerto urbano!

Ahora se ha puesto de moda, pero lo tenemos desde hace mucho. Mirad, a veces, una misma actividad con un mismo monitor se da gratis en otro barrio y la gente no acude, y eso es por la organización ¡Si quieres que algo no funcione tienes que decir que es gratis y ya está! Aunque sea muy poco, hay que aportar. Si no pagas, no valoras, y si no valoras te da lo mismo. Aquí salen las cosas porque está organizado, y viene a la gente a pintar o hacer cocina, que es lo de menos, lo ha sido hasta ahora y en adelante no os quiero ni contar.

¿Por qué lo de menos?

Todos buscamos socializar, ocupar nuestro tiempo de ocio, hacerlo con personas a las que les gusta hacer lo que a mí me gusta, conocer a otras personas, desconectar de casa, familia, todo. Cuando empezamos con pilates a las nueve de la noche dijimos "no va a venir nadie" pero sí, vienen personas que han dejado a su familia ya cenada y es su hora feliz, vienen con su mochilita, hacemos ejercicio, nos reímos un rato, volvemos a casa relajados? Todos necesitamos espacios de encuentro donde seamos importantes, donde contemos para los demás, donde se cuente con nosotros? ¡Y eso que estamos al cero-coma-nosecuántos de lo que deberíamos hacer porque no tenemos capacidad! Ahí hay un grupo, por ejemplo, que una vez a la semana trae merienda, y empiezan así: "Hola ¿No están ahí los de pintura? Pasa la bandeja", y hala, "que nos ha traído una señora marroquí unas pastas", "oye, que una señora de Camboya nos ha traído unos gusanos fritos", ¡Gusanos fritos! "¡Hombre, pruébalos, que será la única vez en nuestra vida!" La cocina hace muchísimo.

La cocinita mágica vuestra? y este lugar, no hay duda.

Porque lo que hay aquí es de todos, si necesitas algo que tenemos aquí, llévatelo. En Navidad hay gente que se lleva mesas y sillas a su casa. Esto es un espacio común, abierto, que no es de nadie porque es de todos y esa es la clave. Y ojo, la gente igual, los chicos que tienen cerca de aquí un lugar para entrenar nos dijeron: "Con esto de la distancia de seguridad necesitareis más espacio, a partir de las siete aquí tenéis cien metros cuadrados a vuestra disposición". Oyes esto y te estremeces.

¿Por qué no aprendemos de vosotros? Alejandra Casado, vecina vuestra, dice que en un lugar como Salamanca, donde tan difícil es sumar, vosotros habéis creado una red que incluye a la gente, los comercios, las asociaciones, la parroquia, los servicios sociales?

Le tenemos que decir a un político de cada uno de los grupos del Ayuntamiento que se venga una semana a ZOES, que vea lo que pasa por aquí un día normal. Yo creo que no hay mayor secreto que la humildad, el trato directo, la ventaja de hacer las cosas de forma inmediata.

Te propongo como alcaldesa. ¿Dónde hay que postular?

¡A la república independiente del barrio del Oeste! Me han ofrecido ir en listas, pero yo estoy comprometida con esto y acabarían decepcionados de mí. Eso sí, yo buscaría un espacio donde se escuche a todo el mundo, donde trabaje todo el mundo, porque es la única manera de hacer las cosas, en el que nadie critique porque nos equivocamos todos y nos responsabilizamos todos.

Inma, leyendo vuestra estupenda página web me enteré de que el Rastro de Salamanca se originó como una iniciativa vecinal del barrio del Oeste.

Y muchas otras cosas. La recogida del papel, por ejemplo. Nos dijimos: "Oye, en otras ciudades se está recogiendo el papel, se mete en unos contenedores y se recicla. ¿Cómo hacemos? Podemos, los sábados, poner carteles en los portales y que los vecinos bajen el papel". El Día Forestal Mundial se avecinaba y le propusimos a la Junta celebrarlo aquí, que nos dieran fondos para un camión de recogida de papel y un punto para que el resto de la ciudad lo trajera. Fueron toneladas y toneladas, nos salía el papel por todas partes? Consecuencia: instalaron los contenedores de papel.

Fernando Sánchez: Hace falta mucha fuerza y mucho carácter para mantener este espíritu tantos años.

Es verdad que hay que mantenerse, eso da confianza, y bueno, yo creo en esto firmemente y mi carácter también es este. Es el carácter de mi madre que tiene 87 años y pone las flores en su parroquia (un amigo floristero me dice que es buenísima, que tiene no sé qué técnica? ¿Qué técnica va a tener mi madre?) Bueno, pues cuando arregla las flores de una boda y le preguntan mis hermanos ?en broma? cuánto le han pagado, dice: "El orgullo de haberlo podido hacer y que la gente esté contenta, que voy yo por la calle más orgullosa que nada". La satisfacción de contribuir, de que cada uno aportemos lo que podamos, y esta es mi aportación.

Inma, ¿cómo acabarías esta entrevista?

Pienso que el futuro nos interpela a todos y que vamos a tener que arrimar el hombro y trabajar mucho porque vienen tiempos en los que el trabajo en común es indispensable.

Y de trabajo común saben mucho en este patio común, calle habitada, puerta abierta que es el barrio del Oeste. Un cruce de colores, rotonda del corazón, ventana abierta a horizontes compartidos, tejados bajo los que habita la creatividad, la mano hacendosa, la mano que remueve el guiso común al que acercarse con alegría. Vida de barrio cálida, sencilla, humilde, entre el camino a Villamayor y la avenida de Italia, ahí, alrededor de las hermosas casitas de quienes quisieron huir del centro de la ciudad y se hicieron jardín que luego fue casa compartida por vecinos capaces de unir voluntades, izar el agua, tapar la calle, sacar dinero de un mercadillo que se extendió tanto que se fue a habitar la orilla del río. Pasado y modernidad en sus brochazos de arte urbano, bancos donde descansar la vista de cabinas convertidas en bibliotecas y paredes y puertas que hablan de arte, reivindicación y ayuda. Un barrio donde vivimos todos los salmantinos con orgullo de colores, abierto el paraguas solidario ante todas las lluvias. Es el tejido cosido con la puntada solidaria que abriga y a todos alcanza. Es el empeño, la fundación de la nada, la patada en el suelo para avanzar en el camino, la calle, el portal, la puerta de la casa. Y dentro una sonrisa de orgullo contenido que ya piensa en otra batalla: Inma Cid.

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