Hace siglos, este lugar era una entrada importante de la ciudad, ahora es una plaza que conecta las avenidas que rodean el casco histórico
Entre una verdadera encrucijada de calles se encuentra esta plaza a la que afluyen cinco grandes vías urbanas: la propia calle Zamora, actualmente peatonal, la avenida de Mirat, el paseo de Torres Villarroel, la avenida de Italia y el paseo de las Carmelitas.
Antiguamente no tenia la forma circular que ahora tiene, pero siempre hubo allí una explanada, y ya a finales del siglo XIX se colocó en el centro una farola, una fuente de cuatro caños y una estatua de bronce dedicada a Antonio Nebrija.
Aunque a esta plaza se le sigue llamando puerta de Zamora, la verdadera puerta no se edificó hasta 1147, con motivo de construirse la segunda y más amplia muralla que tuvo la ciudad, flanqueada de torres y dotada de un rastrillo que se bajaba por la noche y que corría entre dos arcos góticos contiguos.
Era la más bella e importante de la ciudad, con fachadas bien labradas en ambas caras y debió de estar situada al norte de la iglesia de San Marcos y no lejos de ella. Con el tiempo, a uno y otro lado de la puerta se fueron instalando casas de labradores y alfareros moriscos que pervivieron hasta 1604.
Durante los siglos XVII y XVIII, se instalaron también allí, talleres de pintores y escultores. Por fuera se encontraban el convento de los Mínimos y la ermita de San Lázaro Caballero.
Fotografías
Texto extraído de Callejero histórico de Salamanca.