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Pandemia y sexualidad
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Pandemia y sexualidad

Actualizado 05/06/2020
Félix López

Este virus, entre otras muchas faenas que nos hace a los humanos, consigue que prácticas sexuales (besos, relaciones sexuales y caricias eróticas) y amorosas (manifestaciones de afectos sexuales o sociales) se conviertan en prácticas de riesgo. Después del SIDA, que se ha quedado entre nosotros, el Covid 19 ha extendido su amenaza a otras conductas, porque puede actuar en la distancia, aún sin intimidad física o por una mero contacto profesional o social; tal vez estando flotando en el aire, los objetos o la propia ropa. Seguimos sin saber muchas cosas sobre él, pero está confirmada su facilidad para el contagio. Si no lo erradicamos con una vacuna, continuará siendo un gran problema.

Por eso, tantas parejas y familiares se han contagiado. Desde el punto de vista del contagio, este virus es extremadamente peligroso; su letalidad es grande y, cuando es activo, aunque no se pase por la UCI, es una experiencia dura. La experiencia de la UCI , mejor no describirla, por lo que cuentan, pacientes y sanitarios.

Solo una distancia larga y el aislamiento son prácticas seguras. Todo lo demás, en algún grado mayor o menor, son prácticas de riesgo.

Por ello, es una amenaza para todas las relaciones íntimas y sociales. Un ataque frontal a nuestra especie, porque somos una especie necesitada del contacto corporal, social, sexual y amoroso. Esto sí que es, si se me permite esta comparación imprecisa, terrorismo contra la naturaleza humana. Los enfermos se tornan muy peligrosos (basta observar las imágenes de los médicos chinos, como se protegían, o a los sanitarios españoles indefensos, asustados y héroes).

Hacerse una idea de lo que debe ser morirse solo o con una persona desconocida y disfrazada, como un astronauta ¿Gracias a tantos sanitarios que han sustituido a los familiares, en estos momentos!. O concienciar el dolor de los seres queridos, alejados de los moribundos.

Hasta, después de muertas, las personas contagiadas siguen siendo peligrosas (las familiares no pueden verlos y los enterramos casi de forma clandestina).

La lista de las personas especialmente afectadas desde el punto sexual y amoroso es muy larga y diversa. Veamos.

Las que ejercen la prostitución se quedan sin trabajo o asumen graves riesgos, como si ya tuvieran pocos. Y los que compran actividad sexual en estos servicios asumen un alto riesgo.

Quienes su vida sexual se basa en encuentros ocasionales, a través de diferentes formas de seducción, tendrán que recurrir a internet o seducir en la distancia (eso sí que es un arte, cómo sucedía en el pasado). ¿Volverá el juego de abanicos y otras prácticas similares? ¿Y cómo tener prácticas seguras con una persona que se acaba de conocer y ni siquiera ella puede saber si está infectada? Ya no basta el preservativo y poco más.

Hasta las parejas ya formadas y fieles pueden tener problemas. ¿Será más conveniente que cada miembro de la pareja vivía en su propia casa o, al menos, no compartan cama ni habitación? ¿Tendrán que estar con mascarilla en casa? ¿Necesitarán ser fieles no solo sexualmente sino en las relaciones de amistad y sociales? ¿Ampliará el círculo la exigencia de fidelidad sexual incluyendo, en cierto sentido, la fidelidad social?

Está claro que este virus nos trae un nuevo catecismo moral. ¿Es tan bueno que intenta salvarnos del infierno?

¿Sucederá, como ya nos ha pasado, que los sanitarios no puedan estar con su pareja ni con su propia familia, porque tienen una profesión de alto riesgo?. Ya saben que la lista de sanitarios españoles infectados es uno de los datos más negros de España, aunque esto lo cuentan pocas veces. Y, cuando lo hacen, no lo comparan con el número de habitantes de otros países. ¿Por qué cree usted que actúan así nuestros políticos?

El tratamiento de la información ha sido deplorable. Nos han escondido los muertos, convertidos en datos imprecisos, mientras la noticia diaria era la fiesta en los balcones. Los aplausos y los esfuerzos por animarse y animar a los héroes están muy bien, no critico eso. Critico el tratamiento de los muertos y el sufrimiento de los enfermos. Tal vez por eso ahora hay tanto irresponsable, celebrando festejos, como si no pasara nada. Son muchos los que parece que no han entendido la gravedad de este bicho.

Hasta que no tengamos vacuna, toda nuestra esperanza es que el este virus se aburra de nosotros ¿Es un ser vivo ?lo discuten los científicos- que puede llegar a cansarse, envejecer o aburrirse?

La ética de la salud ya tiene nuevas aplicaciones. En internet encontrará usted nuevos consejos prácticos y oferta de artilugios. Médicos, sexólogos y psicólogos se han puesto manos a la obra. ¡Hágale usted caso!

El mercado, tan creativo siempre, se frota las manos ¿Será el siglo de las muñecas y juguetes sexuales, fácilmente desinfectables?

Y la gran pregunta ¿Podremos seguir siendo humanos, si los virus la emprenden aún más con nosotros?

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