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50 sombras de Luis Remacha
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50 sombras de Luis Remacha

Actualizado 04/06/2020
Valentín Martín

Antes de nacer Felipe VI en la clínica privada Nuestra Señora de Loreto, hoy convertida en una residencia de ancianos, (qué rara es la vida que viene y se va en el mismo lugar), ocurrían varias cosas en Madrid.

La clínica estaba situada en la Avenida de la Reina Victoria, una calle que inauguró Alfonso XIII, bisabuelo de Felipe VI, y que la puso a nombre de su mujer. Para él se reservó el negocio de las carreras de galgos que daban mucho más dinero que prestigio. Así que el ambiente era muy monárquico, aunque lo que se dice prestigio la Reina Victoria no sumaba mucho. Por escocesa, por anglicana, y sobre todo por tener entre sus parientes bastantes mercenarios.

Entre las cosas que ocurrían estaba el nacimiento del Metro. Con el tiempo, llegó la nostalgia de los tranvías.

¿Otras cosas que ocurrían? A saber:

Estaba muy mal visto que un periodista se levantase antes de la hora de comer. La carne del periodista de entonces era fundamentalmente nocturna, mensajera y canalla.

Así que había muchas confusiones: el portero de mi casa creía que yo era panadero, al ver que volvía a la hora en que otros salían. Lo he hablado con mi amigo Luis Remacha algunas veces: en el viaje de vuelta yo confirmé que la gente de la noche es más buena. Los noctámbulos volvíamos rendidos, pero felices. Entre los que iban a trabajar no había nadie entonces que madrugase sin cara de mala hostia.

No mucho tiempo después, llegaron el pluriempleo, la maleta, la olivetti, los aviones y los trenes. Entonces mis hijos crecieron con madre soltera.

Siempre veo en Luis Remacha un poeta de lo real, directo como un dulce dardo, generoso como todos los amores que merecen la pena. Y un rastro -o quizás si me pongo eufórico tengo que decir que un reflejo- de lo que fui en aquellos años.

Luis Remacha ha estado en cuarentena, como todos. Pero en vez de envolverse en una bandera y salir a hacer el gamberro patriótico, le ha dado más saturación a su oxígeno hasta desembocar en un libro cuyos beneficios irán destinados a las salas musicales donde fuimos felices.

El libro es un omnívoro cuchicheo, que es el lenguaje de todos los nocturnos, más inclinados hacia el amor que hacia la guerra de bandos y sacrilegios. Luis lo empezó el martes de semana santa y una semana después estaba terminado. Para entonces "la primavera ya se había hecho invierno".

Luis Remacha se ha ido a la guerra para intentar ganarla. A solas, desde su isla de hermano sobrenatural del silencio. Y todo con una sensibilidad exquisita como ha demostrado varias veces en este periódico y muchas en su caminar por la carretera donde jamás estuvo solo. "Ellas" es la memoria y el elogio de un microcosmos que ha hecho más por la ciudad que el Ifema.

En el libro están ellas. No se escriben sus nombres pero se deducen.

Ella 1.- Bajo su cuna él lloró. Luego llegaron distintos ramales y un "te echo de menos". 2.- Son varias y la piel de él echa de menos la piel de ellas. Desaprender será la solución. 3.- En su futuro está escrito el futuro de muchos de nosotros (dice él). 4.-Roquera, morena y gitana, siempre con una sonrisa, una guitarra en la mano y ganas de cantar. 5.- El mejor sitio donde descansar. Él no recuerda el primer día que la vio, ni tampoco el último. Siempre es presente y no queda tiempo para el olvido. 6.- Es de mar y canta al silencio. Con los pies en la tierra es la mejor manera de cumplir los sueños. 7.- Se encontraron en

un concierto al que él no asistió. Desde entonces siempre le debe un beso en el Templo de Debod. 8.- La vida no se para por muchas vueltas que dé. 9.- Tranquilidad contagiada. Es cobijo, es amparo, es abrigo. 10.- A corazón abierto es la mejor a la hora de abrir los brazos y volar. 11.- A su lado siempre es primavera y él añora su "tequiero". 12.- Dos en una que llegaron para quedarse. 13.- Como el Guadiana, siempre con agua, siempre con ganas. 14.- Amante de los gatos, Se hace la rubia para no hacer daño. 15.- Ojos llenos de vida, vida llena de futuros. 16.- Amor de una noche en Malasaña. Cuando la conoció, no le gustaban sus manos. 17.- Le podría decir su amor hasta en hebreo, pero se le dan mejor los silencios. 18.- Así empezó él a amar la calle, el sol, el vermut y los dulces. 19.- Él va a encender el sol para calentar los huesos. Y desaprender juntos el dolor. 20.- Comenzó con un concierto, una mudanza y una moto. No tiene pinta de bruja. 21.- Sabe que la distancia no es espacio. 22.- Hubo un concierto especial en su casa. 23.- Tiene la mirada charlatana. 24.- No cree en ángeles caídos.- 25.- Se refugia en los ojos de su gato. 26.- Un bocadillo de madrugada, sentados en Gran Vía. 27.- Dejó su guitarra y su voz, y se fue a un hospital a ayudar. 28.- Siempre pasa algo que gira los caminos y no se encuentran. 29.- Inteligente y loca: no hay mitades. 30.- Se apagaron esas luces que nos acompañaban a casa. 31.- Sólo envejece quien pierde al niño que fue. 32.- Titiritera y familia. 33.- El cariño sigue esperando en las calles de Aranda para verlos pasar. 34.- Seguro que el futuro los espera con un vino y un poema. 35.- La edad sólo ocurre en los documentos de identidad. 36.- La chica cocodrilo que él no sabe si se irá con un pijo o se quedará a bailar los charcos de Madrid. 37.-Lleváis mis ojos. 38.- Tú que vas buscando la paz, siempre la das. 39.- Un abrazo y no hace falta soñar. 40.- Abriremos las puertas, volveremos a las calles como si no hubiera mañana. 41.- Siempre piel contra piel aunque no nos toquemos. 42.- Motera y geisha, por fuera cuero por dentro lencería. 43.- Dos letras para formar su nombre, él espera que conserve el reloj de arena. 44.- Madre e hija: el futuro llegará con la cara limpia. 45.- Los años bien vividos siempre se hacen cortos. 46.- Se libró de un incendio y sólo se salvó el libro de recetas de él. 47.- Ella en un continente, él en otro. Miles de kilómetros y un océano les separan. ¿Y mundos distintos? 48.- Pastelería. Será necesario no dejar de luchar. 49.- Aunque no fume, siempre le ha gustado el cigarrillo de después. 50.- El mar de tus ojos quizá tuvo la culpa.

Y todos vamos escribiendo, bien o mal, páginas de este libro que recorremos día a día: la vida.

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