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El arzobispo Pedro de Tapia nació en Villoria
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PERSONAJES

El arzobispo Pedro de Tapia nació en Villoria

Actualizado 17/05/2020
Jorge Holguera

Este fraile dominico fue prelado de Segovia, Sigüenza, Córdoba y Sevilla

Entre las personas naturales de la comarca que han hecho historia se encuentra el fraile dominico Pedro de Tapia de Villoria.

Fray Pedro de Tapia fue arzobispo de Sevilla durante seis años, a partir de marzo de 1651. Falleció en la capital andaluza a la edad de 76 años el 25 de agosto de 1657, según se puede leer en el artículo publicado por Roberto Ábalos, en el número 4 de la revista "Besana" de Villoria, digitalizado este final de semana por los responsables de la actual "Revista digital Besana de Villoria".

Pedro de Tapia, hijo del licenciado Diego Altanero e Isabel Rodríguez de Tapia, "hidalgos notorios y calificados" de Villoria, nació en esta localidad en 1582, "para que la tierra de Salamanca con su nacimiento enjugase las lágrimas que había de derramar por la muerte de la gloriosa virgen Santa Teresa, dándola el señor un santo en Villoria, siete meses antes que otro muriese en Alba", según se puede leer en el libro publicado por Fray Antonio de Lorea en 1676. Todo un tomo dedicado a resumir la larga trayectoria de un dominico que recibió los santo hábitos en el convento de San Esteban de Salamanca en 1601. En la universidad de esta ciudad estudió gramática, artes, leyes y cánones. En Toledo consiguió el grado de doctor.

Impartió clases de filosofía en la diócesis de Segovia. Enseñó teología en los conventos de Santo Domingo de Plasencia, Santo Domingo el Real de Segovia y Santo Domingo de Silos de Toledo. Formó parte del tribunal de la Inquisición. Fue catedrático de Prima en la Universidad de Alcalá.

En 1640 fue nombrado obispo de Segovia; en 1645 de Sigüenza; en 1649, el rey lo nombra obispo de Córdoba y en 1651, arzobispo de Sevilla.

Lorea lo retrata con las siguientes palabras:

"Era su estatura grande, más que mediana, el cuerpo derecho, muy enjuto de carnes, el color del rostro plateado, más pálido que rojo, ordinariamente quebrado por las continuas disciplinas, cilicios, ayunos, estudios y penitencias: el cerquillo con muchas canas, los ojos graves, casi siempre inclinados al suelo, la vista suave en el mirar y majestuosa, las palabras pocas y prudentes, compostura parecía aspereza, su trato todo era blandura, y en todo un religioso santo, y prelado santísimo".

Sus restos reposan "en la catedral de Sevilla, debajo de la capilla mayor, al lado del Evangelio", indica Ábalos.

A la generosidad de Pedro de Tapia se deben la puerta del claustro de los Reyes del convento de San Esteban de Salamanca y la reja de la catedral de Sigüenza. Además aportó 162.500 maravedíes para la fábrica de la catedral de Segovia.

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