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Unidad social durante el aislamiento
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Sociedad

Unidad social durante el aislamiento

Actualizado 09/05/2020
J.H.

Aprovechando la convocatoria del aplauso los vecinos de Huerta se han conectado cada día y han fomentado la comunidad a través de retos bajo el lema #Huertaseconecta

En Huerta el aislamiento de la población para frenar la epidemia ha sido un aliciente para reactivar la comunidad. Los vecinos de este pueblo de la provincia de Salamanca han puesto en marcha una serie de iniciativas marcadas por grandes dosis de creatividad y participación. Todo comenzó, activando un altavoz, aprovechando la convocatoria general de "El Aplauso", a raíz de ahí todo empezó a rodar. Para conocer esta iniciativa sirvan las líneas escritas por Fernando Saldaña Fernández, maestro de cuentacuentos, vecino de Huerta, impulsor de la iniciativa, que nos regala su experiencia a través del texto que sigue a este artículo. Destaca en el mismo la necesidad de "unirnos, sentirnos unos al lado de otros", de ahí que cada semana convocaron un "reto "#conectahuerta diferente". La primera semana unieron el pueblo con barcos de papel. La segunda semana lanzaron pompas de jabón al aire. La tercera semana los balcones de Huerta se decoraron con molinillos de papel. La cuarta semana adornaron las casas y balcones con patatas en homenaje a los agricultores de la zona. La quinta semana, coincidiendo con el Día del Libro, los vecinos pincharon la sintonía de la serie de dibujos animados de El Quijote. El reto de la sexta semana quedó inconcluso por el inicio de los paseos, era recopilar poesías escritas por gente del pueblo para hacer una grabación y poder emitirlo en otro día de aplauso. Para conocer más detalladamente esta interesante acción sigue el texto redactado por Saldaña.

#conectandohuerta

A los pocos días de extenderse por casi toda España la convocatoria de El Aplauso a los sanitarios, saqué a la terraza de casa un par de altavoces e invité a los vecinos a que, a partir de ese día, nos uniésemos a través de ventanas, balcones y terrazas para compartir aplausos, y también para disfrutar de unos minutos de música, de lectura de cuentos y poesías, de dedicatorias. A modo de "programa de radio", conectaríamos todos los días para agradecer el esfuerzo de quienes no paraban, en especial el de la gente de Huerta y de las personas que trabajan en el pueblo en beneficio de todas, de todos.

Eran días de mucho frío, y no estábamos "conectados" más de diez minutos.

Una semana más tarde, consciente de que mi equipo no llegaba, ni de lejos, a la totalidad del pueblo, invité a Jorge García, técnico de sonido de profesión, a sacar su equipo a la ventana, a que nos conectásemos mediante teléfono, y a que uniésemos dos barrios de Huerta a través de los Aplausos.

Poco después logramos poner un tercer altavoz a fin de cubrir un área mayor del pueblo y que se nos escuchase prácticamente en todos los rincones de Huerta.

No queríamos que se tratara sólo de aplaudir. Sentíamos la necesidad de unirnos, de sentirnos unos al lado de otros. Por eso inventamos actividades diferentes:

Cada semana, convocaríamos "un reto" un #conectahuerta diferente. Algo que nos permitiera ver que nuestras vecinas, nuestros vecinos vivían la misma realidad, algo que nos ayudase a sabernos acompañados.

- Así, la primera semana quisimos unir el pueblo con barcos de papel. Se llenaron las ventanas de barquitos, se unieron casas mediante ristras de barcos de papel. Y nos gustó la iniciativa, que rebosó participación y entusiasmo.

- La segunda semana, todos a una, mientras sonaban canciones o textos, lanzamos pompas de jabón al aire. El día de la convocatoria resultó complicado, hacía mucho viento que dificultó mucho la estética que buscábamos. los días posteriores, sin embargo, fueron mágicos y se llenó el cielo de burbujas que volaban.

- La tercera semana, fueron los molinillos de viento los que adornaron los balcones. La mayoría de la gente no había retirado los barcos, y daba gusto ver las ventanas, las terrazas, llenas de color e ingenio.

- El reto de la cuarta semana fue más íntimo. Quisimos rendir homenaje a los agricultores de la zona y propusimos adornar casas y balcones con patatas. Las patatas son más pequeñas, menos vistosas. Aun así, se crearon móviles, esculturas, instalaciones muy curiosas.

- La quinta semana fue diferente. Coincidiendo con el Día del Libro, todos los vecinos debíamos pinchar a la vez la sintonía de la serie de dibujos animados de El Quijote. El volumen que conseguimos no fue tan alto como el que imaginábamos, pero nos lo pasamos muy bien.

- El reto de la última semana, inconcluso porque nos sorprendió el inicio de la desescalada, consistió en recopilar poesías escritas por gente del pueblo para, en una segunda fase, grabar los versos cada unos en su casa y montar un pequeño audio que se emitiera un día de aplauso.

Los viernes por la tarde, acompañados de un refresco, un vino o una cerveza, con un pincho a su lado, disfrutaríamos desde la ventana de media hora de música. Una improvisada verbena en la que, a falta de calle donde bailar, escucharíamos anécdotas de grupos musicales, o brindis de esos de toda la vida.

Hemos dedicado algunos aplausos monográficos: el Lunes de Aguas, con verbena, vino y hornazo; el 23 de abril, repartido entre el Día del Libro y el homenaje a Castilla y León; el 2 de mayo, que deberíamos haber tenido en el pueblo la I Edición del Festival folklórico Huerta Sonora, con la participación de Folk on Crest y Entavía. Ese día recibimos audios por parte de ambos grupos y algunas grabaciones con su música. El 3 de mayo -no podía haber sido de otra manera- lo dedicamos a las madres.

El aplauso ha supuesto un revulsivo, un elemento de unión entre vecinos, un "romper la monotonía", sobre todo en los primeros tiempos de confinamiento. Ha servido de altavoz de informaciones, de elemento para compartir celebraciones: que nadie se sintiese solo en su cumpleaños, por ejemplo. Ha sido un ejercicio de participación ciudadana, con vecinos escribiendo, pidiendo música, dedicando poesías y canciones. Y ha supuesto, para los niños, un momento esperado porque cada día había una sorpresa para ellos: hoy, un cuento; mañana, una poesía; pasado, un poema que debían completar? O el juego del Veo, veo. O?

Con el inicio de la desescalada, la presencia de gente en las ventanas fue mermando. Apostaban por los paseos, que tanto echaban de menos. Después de 45 días, el martes 5 de mayo, nos despedimos de las vecinas, de los vecinos, de las ventanas, terrazas y balcones, con idea de que nunca más sea necesario conectarnos en el encierro. Preferimos vernos las caras en la calle, en los paseos por el río? Aunque sea a dos metros de distancia y sin poder vernos las sonrisas, porque nos la tapan las mascarillas.

Imagenes cedidas por la página de Facebook del Ayuntamiento de Huerta.

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