Jueves, 25 de abril de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
“De un escritor lo primero que miro es poder tomarme una cerveza con  él”
X
LIDIA LÓPEZ MIGUEL, UNA EDITORA PARA LA LIBERTAD

“De un escritor lo primero que miro es poder tomarme una cerveza con  él”

Actualizado 04/05/2020
Valentín Martín

"Mi pasión siempre ha sido el periodismo", detalla en esta entrevista para SALAMANCA AL DÍA

Cada vez que veo y hablo con Lidia López Miguel, editora de Lastura, no puedo evitar sentir nostalgia del futuro. Me viene ahora a la memoria el comienzo de los años 70. Entonces, un amigo mío, periodista de tronío, se operó del corazón. Y se murió. Y cuando abrió los ojos en el Más Allá, vio la cara de Fraga encima de la suya, como si fuera a besarle o a escrutar si sus pensamientos eran fieles a los Principios Nacionales del Movimiento. El cadáver de mi amigo se desesperó: por dios bendito, hasta aquí no, me ha seguido hasta aquí. Pero mi amigo no estaba en el Más Allá, sino que despertaba entre alucinaciones en la UCI. Y la cara que tenía encima de la suya no era la de Fraga sino la de una hija cardióloga de Fraga. Doy fe que las dos caras se parecían tanto que cualquiera se habría dejado operar por el ministro de Información y Turismo. Hasta ahí llegó la presión asfixiante de la dictadura a la hora de los escritores y editores.

Ahora que Franco ha salido del agujero ¿te has preguntado alguna vez si con la Dictadura habrías podido ser editora?

No me lo he preguntado nunca porque, casi con toda seguridad, no hubiera podido hacerlo, al menos no con un proyecto como el que hoy en día tengo entre manos. Los obstáculos del régimen y la aplicación de los mecanismos de control de la Ley de Prensa del momento lo hubiesen hecho más que improbable a pesar de la aparente tolerancia de los últimos años. Si a eso le añadimos mi condición de mujer, mis escasas posibilidades financieras, mi militancia política en la izquierda anticapitalista y mi condición de editora periférica, la improbabilidad aumenta. Además, no creo que hubiese sido tan valiente, la verdad. Quienes durante la dictadura sacaron adelante proyectos editoriales son auténticos héroes y heroínas que lograron lo que hoy tenemos -con todas sus deficiencias-, yo no.

Hubo escritores que tuvieron que irse a París en busca del amparo de Ruedo Ibérico de José Martínez y Antonio García-Trevijano. Otros fueron más lejos: Juan Marsé editaba en México. Y sin embargo el franquismo no pudo evitar que se leyesen aquí.

Mérito indiscutible de los lectores y lectoras que permanecieron en España y, literalmente, se jugaban la vida para obtener y leer lo que desde fuera se estaba escribiendo y editando. No lo he vivido de primera mano, pero en mi familia sí se ha hablado mucho de los libros prohibidos por el Régimen y cómo se la jugaban para conseguirlos. No nos olvidemos tampoco de aquellos escritores y escritoras que estando aquí sufrieron el exilio interior del que hoy aún poco se habla en general.

Las editoriales fueron también un ejemplo de lucha contra la Dictadura. La editorial ZYX, representa uno de esos ejemplos.

Cuánto nos queda por conocer de todo aquello. Ni tan siquiera en mi generación llegamos a estudiar la dictadura en la enseñanza obligatoria, y te estoy hablando de finales de los años 90. Me gusta que traigas este tema a colación porque dentro de muy pocos meses verá la luz en la colección de narrativa contemporánea de Lastura un nuevo título de Nieves Álvarez en el que precisamente se trata la cuestión de los campos de concentración y los campos de trabajos forzados durante la dictadura franquista. Esta novela, que lleva el título "Vamos a contar mentiras" y que será la continuación de la novela "Alicia en el país de la alegría", aunque en realidad se remonta a un tiempo anterior, ha conllevado un trabajo de documentación extremadamente laborioso durante muchos años por parte de Nieves. Su propio padre, un hombre humilde, cantero de Mingorría (Ávila), pero muy interesado en la actividad literaria y cultural, estuvo años en estos campos de trabajo. Nieves Álvarez no lo descubrió hasta que comenzó a documentarse para su primera novela. Sin lugar a dudas, sacar todo esto a la luz nos va a llevar aún muchos años y generaciones. Cuántas historias de mujeres y hombre valientes, luchadores que dieron la vida por la cultura, jamás llegaremos a conocer. Con el tiempo se generarán sobre estas realidades tantos estratos que dudo que salgan a la luz si no conseguimos hacerlo ya.

¿Tú eres editora como oficio o como pasión?

Mi pasión siempre ha sido el Periodismo. Nótese que lo escribo en mayúscula. Por eso estudié la Licenciatura, hice algunos años de Doctorado y ejercí la profesión durante algunos otros. Por desgracia muy pronto se desinfló mi ilusión pues, como tú bien sabes, el periodismo (con minúsculas) que hoy se está ejerciendo desde la mayor parte de los medios de comunicación dista mucho de lo que nos enseñaron los grandes maestros. La ética periodística y la libertad de prensa, desafortunadamente, no están en su mejor momento.

Respondiendo a tu pregunta, a día de hoy, ser editora no sólo es mi pasión sino una forma de vida. Ya no sabría ni querría vivir siendo otra cosa. Lastura no es una empresa, es mi proyecto de vida, y toda persona que se acerca a la editorial lo sabe.

Con la crisis del Covid-19 (me niego a cambiarle el género por mucho que los medios de comunicación estén de repente llamando al virus en femenino) me han preguntado en varias ocasiones si no voy a cesar la actividad porque no puedo llevar a cabo ninguna de las acciones que normalmente generan los ingresos en la editorial (venta en librerías, presentaciones, ferias del libro?). La sola idea me pone una losa en el pecho, creo que para muchos es difícil entender que tener una editorial tradicional, como es Lastura en cuanto a la forma de trabajo ?que no en el contenido-, no es tener una empresa de cualquier otra cosa, la implicación personal es tan fuerte que esto se convierte en tu modo de vida, implicas a toda tu familia y tus contactos (autores, editores, libreros?) se convierten en amigos y cómplices en una lucha común por la resistencia y supervivencia en el sector de la cultura independiente.

¿Qué miras de un escritor? ¿Qué miras de un libro para publicarlo?

En cuanto a la primera pregunta suelo decir algo muy banal: "poder tomarme una cerveza con él o ella". Para mí, esto que parece absolutamente trivial o frívolo, es importante. No basta con ser una persona interesante, necesito que exista cierta conexión para que podamos hacer el camino de la publicación y difusión de la obra de la mano en una relación de plena confianza. En cuanto al texto, la calidad y la originalidad son factores fundamentales.

Si me preguntas a mí, creo que los escritores nos sobrevaloramos a nosotros mismos. ¿Cuántas veces te has equivocado tú con un escritor? Si volvieses a vivir los últimos cinco años, pongamos por caso, cuántos libros borrarías de Lastura?

Estoy orgullosa de todos y cada uno de los libros que he publicado en Lastura, y lo digo con el corazón en la mano. Van camino de ser 400 títulos y de todos ellos he aprendido, de todos los escritores y escritoras puedo decir que han aportado algo a mi vida en lo profesional y, muchos de ellos y ellas también en lo personal. Claro que no siempre el resultado ha sido el esperado y que ha habido decepciones más con las personas que con las obras, pero de todo he aprendido, todo me ha ayudado a crecer. Mi falta de vocación empresarial, mi compromiso editorial desde lo personal más allá de lo profesional, me ha hecho llorar mucho ?no me importa decirlo- y tener miedo a enfrentarme a algunos problemas y personas que no me han tratado demasiado bien? pero lo cierto es que esas situaciones, más de 7 años después, puedo contarlas con los dedos de una mano.

¿Merece la pena vivir en la carretera y en vez de un hogar con gata hablar con la Lastureta?

De momento, sí. Supongo que llegará un momento en el que quiera y necesite estar más asentada para poder centrarme en otros objetivos personales, pero no puedo negar que me encanta recorrerme el país de punta a punta presentando mis libros y espero no tener que dejar de hacerlo nunca, bastante parón estamos teniendo ya con el maldito virus. Uno de los grandes regalos de este trabajo es precisamente la oportunidad de conocer lugares y personas. Tengo muchísima suerte porque, cuando viajo, los autores y autoras me tratan como si fuera parte de su familia. Así que tengo muchas familias a lo largo y ancho de la península. A veces me acogen en sus casas, me presentan a sus familias, y es maravilloso saber que ponen en ti toda esa confianza, que formas parte de algo que va mucho más allá de una relación empresarial.

¿Eres capaz de medir la vanidad de cada uno de tus escritores?

Es complicado. La vanidad, y no solo la de los escritores, es un gran iceberg que en algunos casos se muestra en todo su esplendor y en otros se esconde bajo las aguas, pero ahí está. No siempre los aparentemente más vanidosos son los más cretinos, a veces sucede que es una falsa vanidad colocada a modo de coraza. La vanidad no me molesta tanto como la falta de honestidad, eso sí. La primera creo que tiene una solución más fácil que la segunda.

Dime un escritor que te haya dado calabazas, cuéntame tus amores platónicos

Pues he tenido mucha suerte hasta el momento porque nadie me ha dado calabazas, también es verdad que en esto del amor editorial me dejo conquistar y pocas veces me he lanzado yo a la piscina; cuando lo he hecho ha sido porque ya me estaban haciendo alguna señal de humo.

Hay muchas clases de editores. Unos se mueven por el dinero. Otros se dan a la vida de la edición por la ideología. ¿Editarías a un fascista con prestigio?

Decididamente no. Puedo publicar a personas que se encuentran dentro de un amplio abanico ideológico desde la izquierda radical hasta la derecha moderada, pero fascistas no, no tendría mucho sentido publicar a alguien que me odia por lo que pienso o por mi manera de vivir. La mayor parte de las personas que se acercan a Lastura ya saben que soy una persona de izquierdas y que, como tal, vivo. Es público que en el pasado he militado muy activamente en Unidas Podemos, incluso he sido candidata al Congreso de los Diputados por la provincia de Toledo en dos ocasiones y otras candidata a gobiernos municipales en confluencias locales de izquierda. Desde 2008 y hasta el día de hoy sigo militando en Izquierda Anticapitalista y que se sepa es para mí un orgullo y no un problema. Es momento de mojarse, más aún viendo al personal que tenemos en el Parlamento.

¿Tienes la impresión de que se publica demasiado (demasiados libros mediocres, quiero decir)? ¿Estás libre de culpa en esto o has claudicado alguna vez por cuestiones ajenas a la calidad de un libro?

Probablemente estemos publicando más de lo que el mercado puede asumir y nadie está libre de culpa, pero no creo que el problema lo estén generando las editoriales que editamos de una manera tradicional. Dentro de este mundo existe mucha confusión y poco criterio también por parte del sector de la distribución. Personalmente me llama mucho la atención que grandes distribuidoras le hagan el juego a editoriales de autoedición o empresas de servicios editoriales. No digo que estas no deban existir (¡cuidado!), pero se genera tal confusión en el sector que en muchas ocasiones, las pequeñas editoriales independientes que trabajamos de una manera tradicional y respetuosa, nos vemos metidas en un saco que no nos corresponde. No sé si he sido clara. No quiero herir sensibilidades.

Los premios literarios ¿son amigos o enemigos de la literatura?

Nunca me he querido meter en el mundo de los premios precisamente por esas suspicacias. No creo que todo esté dado, pero es evidente que algunos premios no son limpios. Lo realmente doloroso es que esa falta de limpieza se produzca en premios financiados con fondos públicos. Eso es una vergüenza sobre la que, hablando de nuevo en términos periodísticos, hay que poner luces y taquígrafos.

¿Es bueno tener amigos escritores o eso lleva a la tentación de contaminarse y bajar el listón de las exigencias?

Es bueno tener amigos escritores, siempre. Ahora bien, tendríamos que entrar en la definición de escritor. ¿Es escritor todo aquel que escribe? También habría que definir qué es la amistad. Afortunadamente no se nos han dado muchos casos en los que hayamos tenido que decir que no a amigos (con todo lo que conlleva a esta palabra), sí han sido más las ocasiones en que hemos tenido que dar una negativa a conocidos. También se han dado casos en los que tras una negativa la "amistad" se ha esfumado, suponiendo que lo tenemos en Facebook sean amigos (que ya es mucho suponer). Los editores en general podríamos hablar largo y tendido sobre esto de las negativas y el ego. A veces es muy difícil de tratar. Se me viene a la cabeza el libro Diva de mierda. Una antología alrededor del ego publicada por José María Cumbreño, editor de Ediciones Liliputienses a raíz del trato con una de estas personas ególatras que nos quieren vender que han escrito El Quijote.

Mis dos primeros poemarios en Salamanca fueron coeditados con una librería que estaba en la calle más universitaria del mundo. La librería vendía el libro a 100 pesetas, se quedaba con 75 y a mí me daba 25, que es lo que valía un bocadillo de calamares grasientos en El Gorro Blanco. Esa noche no cenaba yo solamente un huevo frito (durante años, trabajé, estudié, escribí, y cené un huevo frito. Y viví también, claro). ¿Qué porcentaje te queda a ti de cada libro?

El cálculo es muy sencillo. El precio del libro es el precio de coste multiplicado por tres. Es decir, un libro que nos cuesta hacer 5 euros lo vendemos a 15 euros. De esos 15 euros el 50 o 55% se lo queda la distribuidora (ella reparte con la librería). Nos quedan 7,5 euros, a eso le restamos el 10% de derechos de autor (0,75 euros) y el precio de coste de 5 euros y se queda un beneficio de 1,75 euros por libro para el editor. Con eso ya el editor tendrá que cubrir el resto de gastos y vivir, claro. Como ves, ser editora tradicional en los tiempos que corren es un negocio redondo (ironía).

¿No creéis que hay también demasiado camino entre el libro y el lector?

Claramente, y sin embargo es imprescindible si queremos estar presentes en las librerías y que estas sigan existiendo. Pocas son las librerías que cogen libros sin una distribuidora de por medio y al mismo tiempo los editores que tenemos un fondo más o menos grande no tenemos capacidad para gestionar tantos depósitos de manera individual. Lo ideal sería que hubiese mayor poder adquisitivo y mayores ventas, así podríamos ganar todos y vivir dignamente. No es normal que nos llegue una pandemia y en quince días empiecen a cerrar las librerías porque no pueden mantenerse.

He conocido editores de todas las clases, lo mismo que mujeres el Tenorio. Incluso las dos caras de un editor. Porque un editor salvó la vida de Antonio Machado cuando el poeta pensó en suicidarse. Le publicó "Campos de Castilla" que fue un éxito al venderse 2.500 ejemplares de la época y devolvió la autoestima a Machado. Pero el mismo editor le engañó: había firmado un cobro de 600 pesetas y le pagó solamente 300. ¿Entiendes que haya editores con tan mala prensa casi como los periodistas?

Lamentablemente hay muchos empresarios que juegan muy sucio en el sector editorial. Y digo empresarios y no editores con toda la intención.

¿La seducción del papel siempre o los libros digitales?

Siempre el papel. Personalmente no me gusta leer en digital, para mí la lectura de un libro no sólo implica al sentido de la vista, sino también al tacto y al olfato. Creo que una de las pocas cosas buenas que tengo es que trato de ser consecuente en todos los aspectos de mi vida personal y profesional, no siempre es posible, pero al menos lo intento y trabajo a diario en ello. En este aspecto debo también serlo y no ofrecer un producto (odio la palabra producto) que yo misma no consumiría (odio la palabra consumir). Un libro es mucho más que las letras que hay impresas en él, el papel que se ha elegido para editarlo, la tipografía, el tamaño, las ilustraciones, todo eso también forma parte del libro, nos debe hablar sobre él, sobre lo que nos vamos a encontrar cuando nos sumerjamos en su historia. Personalmente tengo una visión muy optimista sobre la permanencia del papel, creo que tendremos que hacer algunas adaptaciones, pero la pantalla nunca sustituirá lo que te hace sentir un libro físico entre las manos, su peso, su tacto, su olor? ¿cómo puedes hacer tuyo algo que tangiblemente no existe? Todos tenemos libros que forman parte de nuestra vida, que nos han marcado, nos han salvado en algunos momentos, nos han cambiado nuestra forma de ver el mundo, son libros que necesitamos poseer físicamente, tener cerca, acudir a ellos en ciertos momentos como quienes acuden a una religión, a las notas que hemos puesto en los márgenes, a los párrafos subrayados a lápiz?

Dime una asignatura pendiente tuya como editora.

Soy afortunada. Aún lo tengo todo por hacer y el sueño intacto.

Comentarios...