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Los menores de 3 años
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Pandemia e infancia (1)

Los menores de 3 años

Actualizado 24/04/2020
Félix López

Ayer, una de nuestras nietas, de cinco años, decidió que sus muñecas necesitaban salir del encierro y las colocó todas en el balcón. Su juego, no necesita interpretación.

Para los menores de dos y tres años este largo encierro puede resultarles duro por varios motivos.

No pueden comprender bien lo que es una pandemia y sus consecuencias. Su concepto de enfermedad es muy concreto y rudimentario, similar al de "tener pupa". Más difícil, porque no es una herida que se ve.

Tienen limitaciones para manejar el concepto de duración del tiempo. ¿Cuánto son 15 días? Y esta secuencia de decisiones sucesivas de quince días que nunca se acaba, ¿quién la puede comprender? Cuando mis hijos tuvieron esta edad e íbamos de vacaciones, nada más cruzar el Tormes, preguntaban si ya estábamos llegando.

Especialmente difícil puede ser para ellos si los padres, como ocurre en algunos casos, por razones sanitarias, no les pueden besar y abrazar. O ir con mascarilla, por ejemplo.

La separación de los abuelos, si estaban habituados a ellos, puede ser otra dificultad añadida.

Les cuesta vivir en un espacio cerrado (especialmente en las casas pequeña) organizado por y para los adultos, lleno de artefactos que no pueden tocar. Dedicarles un espacio más relajado y readaptar el resto de la casa, les puede aliviar.

Por contra, en esta edad pueden verse beneficiados por la presencia continua de hermanos mayores, si se entienden bien con ellos; y sobre todo, con la de los padres. En estas edades, el deseo de proximidad con los padres es un rasgo esencial del vínculo del apego. Eso le compensa todos los males e inconvenientes del encierro.

¿Y qué pueden hacer la familia?

Responder a las preguntas, siempre, de buen grado y, en estas edades, de forma dulcificada. La actitud es tan importante como el contenido.

Mantener un clima familiar, alegre, relajado y lúdico les es fundamental. Es tiempo de reír, cantar y jugar.

Organizarle horarios en torno al sueño de la noche y la siesta, por un lado, y las comidas, por otro. Aunque los horarios deben ser flexibles y con excepciones. En realidad, son más necesarios para los padres y el resto de la familia, encajando dentro de ellos, los cuidados de los más pequeños.

Organizarles juegos, jugar con ellos, contarle y leerle cuentos, cantar canciones, interactuar de forma personalizada con cada hijo o hija; también en grupo entre los hermanos.

Dejarles espacios y tiempos para que jueguen, solos o con sus hermanos, les vendrá muy bien. Es también importante que sepan jugar solos,

Dosificarles mucho la televisión, o no ponerla. Mejor que no vean los telediarios o programas sobre la pandemia, porque en el tercer año, ya pueden inquietarles. La verdad es que la tele, salvo los programas infantiles, y durante tiempos muy limitados, no es apropiada para estas edades.

Se deben evitar los conflictos entre los padres, las discusiones frecuentes, los gritos y peleas entre hermanos.

La disciplina rígida y autoritaria puede ser explosiva, mientras la falta de disciplina puede dar lugar al caos. Una disciplina clara, coherente y razonada (con palabras o conductas, mientras no entiendan las razones), es el mejor camino. No reforzar las rabietas con concesiones tardías y después de intervalos de tiempo variables. Los pequeños deben aprender a hacer peticiones y protestar, los adultos a escucharlos y, después de revisar su decisión, mantenerla, si se considera que no deben ceder. De lo contrario aprenden a tener rabietas más intensas, más espectaculares y durante más tiempo, porque, sin querer les enseñamos que las rabietas les son rentables.

Finalmente, su bienestar o malestar durante el encierro depende, en gran medida, de cómo regulen las emociones los padres y la interpretación que hagan de lo que sucede, con palabras, gestos y acciones. Un buen clima de familiar puede ser una oportunidad maravillosa para los hijos y para los padres, especialmente los que pueden estar poco tiempo con los hijos. También para la pareja.

A los pequeños les gusta mucho salir a la calle, los jardines y el campo. Pero si las condiciones familiares son favorables, en estas edades, es una gran oportunidad para estar en familia.

Por tanto, el que este encierro pueda tener o no secuelas negativas para los más pequeños depende de cómo lo interpreten y vivan los padres o cuidadores y del clima familiar general.

No depende del gobierno ¡Menos mal!

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