Escultura titulada "Alegría", del artista chino Xu Hong Fei, que hace poco pudimos disfrutar en el Palacio de la Salina.
La pasada semana recordaba los efectos de la pandemia en la contaminación. Sin actividad económica esta puede desaparecer, pero tendríamos graves problemas para sobrevivir. Por supuesto la idea es cambiar la forma de hacer las cosas, ser respetuosos con ese medio ambiente del que el coronavirus deja muy claro que formamos parte. Este serio, y mortal, aviso no deja muchas dudas sobre el futuro si continuamos por el camino seguido hasta ahora.
Al final me centraba en las políticas de movilidad urbana, en la apuesta decidida por caminar, medios de transporte sostenibles como la bicicleta y el transporte público. Pero no parece un momento muy oportuno para el último, puede ser un escenario de contagio importante, y necesitamos otras alternativas. Que no es lo mismo que abandonarlo en el futuro, un mayor uso del vehículo privado indudablemente agrava la contaminación y el Cambio Climático que también matan. Aparte de hacernos más vulnerables al virus.
Si apostar por el vehículo privado no es precisamente el camino, y el transporte público de momento no es adecuado, la bicicleta aparece como solución. Ya lo es desde hace tiempo, fue un vehículo muy importante en el pasado, y poco a poco vuelve aunque con demasiados obstáculos. En Salamanca llevamos unos años construyendo vías ciclistas, si bien su resultado y utilidad sea discutible en muchos casos, así como aumentando la infraestructura de aparcamiento o reforzando el alquiler con SALenbici.
La Ministra francesa de Transición Ecológica, anunciaba estos días la búsqueda de formas de implementar la bicicleta como el principal medio de transporte. Noticia de la que se hizo eco nuestra propia ministra, y vicepresidenta cuarta del gobierno, anunciando su estudio junto con otros ministerios y administraciones. Confiemos que, por una vez, sea de verdad. Su comentario se ha de convertir en iniciativas claras de impulso a este medio de transporte, ideal para la gran mayoría de nuestros espacios urbanos, y no solo bonitas palabras al calor del momento.
En algunos sitios, como Bruselas en la foto, la bici se la toma en serio desde hace tiempo.
Puede empezar exigiendo al resto de Ministerios y demás Administraciones el reconocimiento de su uso como medio de transporte, e impedir multar ahora a quienes la utilizan. Todavía hay quien sigue sin enterarse en España que se puede viajar en bici, algo entendido perfectamente en esos países de nuestro entorno a los que siempre queremos parecernos (cuando conviene, claro). Por cierto, también ha dicho en una entrevista "Al destruir ecosistemas incurrimos en riesgos que se materializan de forma dramática como este virus", una vieja afirmación científica y ecologista demostrada por la fuerza de los hechos.
Siguiendo con Bruselas, calle de dirección única para coches. Pero la bici tiene doble dirección con un carril exclusivo en sentido contrario. Se parece mucho a dar prioridad a unos frente a otros.
En Alemania el Ministro de Salud ya recomendaba su uso hace un mes. Y bastantes medios de comunicación importantes se van haciendo eco de la idea y dando espacio para el debate. En Nueva Zelanda el propio gobierno quiere financiar la ampliación, temporal (¡vaya!), de infraestructuras ciclistas. La capital colombiana, Bogotá, tiene una notable red ciclista, incluido el centro de la ciudad por cierto, y la está reforzando. Incluso en Wuhan una parte importante de pacientes acudían al médico en bici.
Las iniciativas se acumulan mientras seguimos pensando por aquí. Por proponer algo fácil y rápido de hacer, se podría aprovechar para implantar la limitación efectiva de la velocidad máxima en Salamanca en 30 km/h, ayudaría mucho a utilizar las calzadas por la bicicleta. No requiere ninguna inversión, y el fin del confinamiento llegará y ya tendremos algo avanzado. Si de paso se añaden carriles, aunque sean temporales, por las grandes avenidas, centro incluido, de verdad daremos pasos de gigante para cuidar nuestra salud.
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