No, no se ha equivocado usted. La semana pasada titulábamos "De Cine", esta "De Alucine". ¿Por qué? Porque la extravagancia de la semana también es noticia, todo el mundo tiene derecho a ese minuto de gloria. En este caso -noticia recogida por elDiario.es
Claro, no hace falta decir que se refería a Sánchez e Iglesias, respectivamente. ¿Y esto por qué? Ustedes se lo pueden imaginar: en este confinamiento, después de muchas horas de reflexión sobre la caridad cristiana, este señor ha llegado a la presunta conclusión de que a Dios ha molestado mucho este Gobierno, y para que nos demos cuenta y sirva de escarmiento, el mismo Dios, en su infinita justicia y bondad, nos ha mandado esta pandemia.
Servidor muy pocas veces entra al trapo con noticias de este cariz, pero como benefician tan poco a los creyentes y a quienes ejercen el ministerio del susodicho individuo, uno tiene sus principios y cree verse en la necesidad de decir a este párroco que diga lo mismo pero con más gracia. Algo así como que esta es una de las muchas plagas que nos van a venir por haber degradado a nuestro Caudillo Franco, o sea, de Caudillo en el Valle de los Caídos a simple recluta en el cementerio de Mingorrubio.
¡Dios nos libre de estos predicadores! ¿No existen EREs en la Iglesia? ¿O acaso un ERTE para este señor y que, por gracia divina, pudiera ser recuperable? ¿Es que no hemos avanzado nada y aún nos quieren confinar en una catequesis permanente?
En el pasado mes han fallecido dos excelentes sacerdotes en Salamanca. Y, como merecido homenaje a F.M. y M.A.G., podemos decir ese dicho popular (no hace falta sea por ciencia) que "Dios siempre se lleva a los mejores".
Pero esto no quita para que a usted, señor cura, le deseemos mucha salud y que este virus respete su cuerpo y su alma, pero al menos escuche al Papa Francisco en el programa de "Èvole": "El hombre a veces perdona, la naturaleza no perdona nunca, Dios perdona siempre".
Pedro y Pablo (siendo católicos o no) han sido elegidos democráticamente, como pudieran haber sido elegidos otros, y como seres humanos que son pueden equivocarse desde el Gobierno y también rectificar. Quien no lo vea así, es partidario de un poder absoluto que gobierne amparándose en el miedo y la pena de muerte. ¿Lo recuerdan? Seguro que quienes mejor lo recuerden, por edad, sean los que más están padeciendo este virus.
En estos días, con la muerte de Luis Eduardo Aute y recordando su canción "Al alba", volvemos sin querer a ese estigma que es recordar a Franco, quien con 82 años e implorado por el Papa Pablo VI para que no lo hiciera, murió matando: aplicó la pena de muerte a cinco personas solo dos meses antes de su fallecimiento. (Esto no es un invento. Así ha pasado a la Historia. Algunos vivimos aquello prestando el servicio militar). Y no sabemos qué culpa les hubiera correspondido a aquellos individuos, quizá alta, pero los demócratas -que tan enérgicamente han reprobado a ETA- no deben creer nunca en una pena para la que no quepa rectificación.
A este sacerdote le pedimos sosiego y que rece en silencio, sin culpar a nadie, pues si su cuerpo no puede salir del confinamiento, que tampoco salga su retrógrado pensamiento y aproveche una desgraciada enfermedad mundial para fines nostálgicos de carácter nacional.
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